Capitulo 7

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Karla.

Subo el sonido de la música cuando el sonido de los gritos aumentan. No soporto estoy ya, me estoy agotando. La puerta se abre dándole paso a mis hermanos pequeños de doce y seis años que se acuestan conmigo de cada lado. Acaricio sus cabelleras hasta que ambos se quedan dormidos, bajo de mi habitación cuando notó que han dejado de discutir.

Cuando llegó a la sala de estar veo a mi madre apretando fuertemente una hoja de papel.

— ¿Mamá?— la llamo y ella voltea a verme con lágrimas en sus ojos, pero pese a que su mirada se note que se encuentra destruida ella me sonríe. Corro a ella abrazándola intentando tomar algo de su dolor — Todo estará bien, pequeña — le digo y la escucho reír.

— Eso debería decirte yo a ti — me dice y niego.

— Siempre lo haces y eso me tranquilizo, así que espero que tenga el mismo efecto en ti — ella me envuelve en sus brazos comenzando a contarme lo que ocurrirá.

Salgo de mi casa con mi mente dando vueltas. Mi padre le había pedido el divorcio a mamá, y aunque era algo que se esperaba que se concrete me mata ya que esto solo significa que mi familia se destruyo. Comienzo a correr en busca de sentirme libre pero no, entre más corro más atrapada me siento y es que no puedo detenerme.

— ¡Karla!— grita alguien. — ¡Karla! — vuelven a gritar pero no me detengo.

Sigo corriendo hasta que veo el cuerpo de un hombre correr al lado mío. Es el tío Donald, me detengo abruptamente antes de correr a sus brazos y abrazarlo.

— Está bien, cariño — me dice acariciando mi cabello.

Las lágrimas se resbalan por mi rostro, a este punto es imposible detenerlas. Nos quedamos por un rato así hasta qué logro calmarme y percatarme que las personas que pasan por nuestro lado nos observan de manera juzgona. Así que caminamos hacia la cafetería más cercana donde entramos y nos sentamos mientras tomamos un café.

— ¿Qué haces aquí? — preguntó caminando junto a él.

— Tuve que venir a revisar algunas decoraciones del nuevo restaurante — me dice .

— ¿Que ocurre? Cuéntale al tío Donald — sonrió con tristeza.

Pese a que él es responsable aunque no lo sepa del divorcio de mis padre y de que su matrimonio se destruyera. Aunque, no, él no es responsable de nada. No es responsable de las inseguridades de mi padre ya que Donald ninguna sola vez a sobre pasado la línea con mamá.

— Mis padres se divorcian — le digo y él me ve con pesar. — Pero es bueno... es lo mejor para ellos estar distanciados, al igual que para mis hermanos ya que no merecen seguir soportando todo esto.

— ¿Y para ti?

— No importa lo que piense ya que nada de eso cambiará la situación.

— Puede que no, pero tu opinión y sentimientos son válidos. Son tus padres, tu familia así que está bien si no estás de acuerdo.

— Nada de eso cambiará nada — digo viendo mis manos.

Él las toma haciendo que levante mi rostro y ver su sonrisa cálida que hace que el dolor disminuya. Con razón mi madre cayó rendida ante él, si siendo mayor aún luce atractivo y con esos ojos cálidos y esa sonrisa que reconfortan a cual quiera me imagino que de joven era aún más atrayente.

— Pueda que no, pero no invalides tus sentimientos— me dice.

No puedo, aunque desee odiarlo no puedo. No cuando el tío Donald a estado tan presente en mi vida como un padre, cuando mi madre no puede recogerme de la escuela y él pasa por mi, o cuando mi madre se encuentra muy ocupada y no puede prepararnos de comer él llega a casa con comida para nosotros o como ahora está aquí conmigo escuchándome atentamente importándole mis sentimientos y no tratándome como una niña tonta.

Siempre nosotros. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora