Habían pasado tres meses desde aquel día en el cementerio de la familia Kageyama, donde le habían permitido al Omega pelinaranaja poder despedirse dignamente de sus familiares.
El primer mes fue el más difícil. Hinata no comía, no hablaba con casi nadie, sólo ocasionalmente con su, aún no oficial, Alfa.
Kageyama solía llevarle a su habitación comidas cada cierto tiempo durante el día, pues como buen Alfa, tenía el instinto de proveer para su Omega; aún si Hinata no quería comer, seguía llevándole bocadillos y con ojos suplicantes le pedía a Hinata que comiera, pero el Omega sólo estaba viviendo a punta de agua y de vez en cuando un trozo de pan o queso, pues argumentaba que no tenía apetito o que sentía náuseas y prefería no llenar su estómago para así evitar un accidente.
Kageyama, aunque frustrado por la situación de Hinata, prefería no entrometerse demasiado y dejarlo tranquilo hasta cierto punto, pues no quería que su Omega-no-Omega, muriera de hambre; Hinata a veces colaboraba y comía algo más que agua, pan y queso, pero lo hacía muy esporádicamente.
Las pesadillas eran sagradas cada noche. Hinata despertaba llorando, empapado en sudor, a veces gritando, a veces su voz no salía, era un llanto ahogado y sin sonido.
Durante las mañanas, Kageyama observaba que la apariencia de Hinata no era la mejor. Sus ojos cada vez más ojerosos, rojos del llanto previo, su piel pálida, sus labios agrietados y su cuerpo muy delgado.
Una de esas mañanas Kageyama le preguntó cómo había sido su noche; Hinata mintió diciendo que siempre tenía un sueño profundo y que disfrutaba mucho de la cama que le habían asignado pues era enorme para sólo una persona y muy cómoda.
El azabache suspiró frustrado y le pidió con voz entrecortada que no fingiera, que él podía ver que no estaba bien y que era importante que Hinata se desahogara.
El pelinaranja empezó a temblar ligeramente, sus labios igual y sus ojos se llenaron de lágrimas, finalmente le confesó a Kageyama que todas las noches estaba teniendo pesadillas y dentro de ellas pedía ayuda, pero por más que quisiera gritar, su voz no salía y eso era doloroso. El azabache lo consoló entre sus brazos, mientras acariciaba su espalda y rizos naranjas. Kageyama en ese momento tomó una importante decisión. Le diría la mañana siguiente a Hinata que ya no estaría sólo en las noches y que él velaría por sus sueños.
Aunque... No salió como él esperaba.
Ambos iban en dirección al comedor. Hinata le había prometido acompañarlo a comer, más no le había prometido que él también comería, solamente haría acto de presencia y hablaría sólo lo necesario con el Alfa. Pero esa frase lo había dejado estático y nervioso.
— "¿Disculpa?" —
— "Que a partir de ésta noche iré a tu habitación". — Hinata giró su cuerpo, estaba con su rostro muy rojizo. Si bien sentía atracción por el Alfa, así como era su pareja destinada, era muy pronto para...
— "Aprecio que te sientas así, pero... No puedo aceptarlo. Menos en éstos momentos donde yo no me siento con ánimos, somos dos adolescentes y estoy en casa de tus padres. Además, no creo que te... Guste... Mi... Apariencia". —
Sugawara y Daichi estaban escoltándolos en dirección al comedor, así que llevaban un buen tiempo escuchando la conversación de los dos menores. Era lógico para ambos la confusión en el rostro de Hinata y de Kageyama. La risa de Suga no se hizo esperar y el suspiro de Daichi tampoco.
El moreno aclaró su garganta llamando la atención de los menores.
— "Si me permite, joven amo y joven Hinata. Creo que aquí hay un malentendido". — Como si fuera automático, ambos ladearon sus rostros hacia la misma dirección y parpadearon varias veces mostrando curiosidad.
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Love never dies
Fanfiction▪️♥️▪️ Hinata es un Omega de 17 años que reside tranquilamente en Miyagi, Japón. Un día su existencia se ve interrumpida por una decisión que él mismo toma, lo que lo transporta a un mundo diferente donde conoce a un Alfa de ojos azules y cabellos a...