Día 22: Del amor al odio

16 5 0
                                    

¡¡¡Diario!!!

¡No sé qué ha podido pasar!

Te escribo a altas horas de la noche para contarte, entre la más absoluta estupefacción lo que nos ha pasado.

Carlos y yo nos habíamos tumbado en la cama.
"¿No me has echado de menos todo este tiempo?". Le he preguntado sin tratar de escarbar entre las brasas. Pero esa pregunta ha llevado a otras cada vez más comprometidas.

"¿Por qué la defiendes?". Ha sido la frase detonante que se ha tornado en grito en la habitación.

En nuestros ojos, las pupilas dilatadas denotaban un pulso acelerado, y en nuestras voces, bramaba la tempestad, atravesando nuestras almas como dagas.

Las paredes de esa pequeña casa han escuchado palabras hirientes. Palabras envenenadas de odio. Palabras que no deberíamos habernos dicho jamás.

Cada uno de los reproches se iban transformando en ladrillos del desamor y cada lágrima, en un río que arrastra con su torrente los sueños al mar.

Ya sin máscaras, el dulce velo que nos ocultaba se ha ido convirtiendo en ira y rabia.

He podido escuchar un corazón resquebrajándose junto a un fuerte portazo.

Mi vista se ha nublado, presa del pánico. La luz se ha desvanecido y he caído sobre el frío suelo de la habitación como una hoja en otoño. Incapaz de resistir a este torbellino de sensaciones agrias, me he desmayado.

Al recobrar la consciencia, Carlos se había marchado. Me había abandonado de nuevo. Y yo, rota como cristal de Murano, vuelvo a mi triste destino del desamor.

Querido Diario incautadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora