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Aquel en el que Chris ve una entrevista tuya en el programa de Ellen.
Advertencias: mención de baja estatura en comparación con Chris, pensamientos obscenos, hablar mal de Ellen Degeneres, maldecir, mención de medicamentos recetados, hablar de diferencia de edad (el lector es más joven que Chris), masturbación, perversión paternal.
Palabras: 3k
La idea es que tú también eres famosa (por actuar, cantar, escribir) y has sido amiga de Chris, pero siempre hay una tensión subyacente entre ustedes dos. No hace falta decirlo, pero lo diré de todos modos: no, él no está casado en esta historia ni tengo la intención de incluir a Alba en ninguna parte de ella.
El punto de vista de Chris
Estaba navegando por Twitter cuando me di cuenta de que algunos fans me estaban etiquetando en un video corto de Y/N en el programa de Ellen DeGeneres. Sabía que ella había ido allí sola, principalmente para promocionar su nuevo álbum, pero también para dar algo de publicidad a nuestra película, así que sabía que probablemente hablaría de mí al menos un poco... La curiosidad me pudo y hice clic en el enlace para ver el video por mí misma.
Estaba preciosa como siempre, con el pelo suelto de esa manera que tanto me encantaba y su piel parecía tan suave como siempre bajo el minivestido que había elegido usar, con las piernas estiradas y haciéndola parecer más alta de lo que era en realidad. Me reí entre dientes al recordar lo pequeña que se veía a mi lado.
Me acordé de una vez que la levanté, al estilo nupcial, y la hice girar por el pub que teníamos cerca del set, después de que los Patriots habían ganado un partido. A pesar de no entender el juego, ella se unió y celebró cada vez que me emocionaba, como la persona linda que era. Me cautivaron tanto sus risas en ese momento. Eran el sonido más dulce y lo único que oía, a pesar del hecho de que estábamos en medio de un grupo de tipos muy ruidosos.
Me encontré imaginando de nuevo, como lo había hecho entonces, cómo sería tenerla debajo de mí, atrapada por mis brazos en la cama, o mejor aún, contra una pared, con solo mis muslos sujetándola en su lugar mientras la hacía gemir con mi tacto. ¿Cómo sonaría? O, mejor aún, ¿Cómo se sentiría?
Cristo.
Sacudí la cabeza e intenté ordenar mis pensamientos para no dejar que se desviaran demasiado en esa dirección, algo en lo que no tuve mucho éxito, a pesar de que había estado practicando ese simple hábito todos los días desde que la conocí. Pero estaba resultando una pesadilla. Ella era demasiado tentadora.
