007: Caja.

21 6 0
                                    

Los días transcurrían en un inquietante vaivén entre la normalidad aparente y las sombras que comenzaban a manifestarse en mi mente. Isabella había comenzado a asignarme pequeñas tareas, cosas inofensivas como ayudarla a ordenar los libros en la biblioteca o a preparar la ropa de los más pequeños para el día siguiente. Cada encargo venía acompañado de su sonrisa cálida y de comentarios halagadores sobre mi responsabilidad y lo útil que era para la casa.

—Yumei, eres de gran ayuda para mí. —dijo un día mientras doblaba cuidadosamente las sábanas en la sala de lavandería—. Me alegra que estés tan dispuesta a colaborar. No muchos niños tienen ese tipo de iniciativa.

Asentí, pero sus palabras, aunque amables, siempre dejaban un eco inquietante en mi mente. Sabía que Isabella era mucho más que una simple cuidadora, y aunque intentaba mantener mis sospechas bajo control, no podía evitar la sensación de que estaba siendo evaluada con cada uno de sus encargos.

—Hago lo mejor que puedo, mamá. —respondí, con una sonrisa que esperaba fuera convincente.

Isabella me observó por un momento, como si estuviera evaluando cada matiz de mi respuesta, antes de devolverme una sonrisa casi maternal.

—Eso es todo lo que puedo pedir, Yumei. Sigue así.

El tiempo pasaba, y con cada nueva tarea, comencé a notar pequeños detalles que antes me habían pasado desapercibidos. Un libro mal colocado en la biblioteca, con un registro con las anteriores adopciones del orfanato, la última fue Conny, me pareció raro ver ese registro ahí. Eran piezas de un rompecabezas que aún no podía armar.

Una tarde, mientras estaba en la cocina ayudando a preparar la cena, me atreví a preguntar algo que había estado rondando mi mente desde hacía días.

—Mamá, ¿qué tal le ha ido a la hermana Krone? —Mi tono era casual, casi inocente, mientras cortaba verduras para la sopa

Isabella, que estaba batiendo un huevo, se detuvo por un breve instante antes de responder, pero no lo suficientemente rápido como para que no lo notara.

—Krone tiene mucha experiencia en el cuidado de los niños. Es un gran apoyo para mí y se adaptado bien, parece ser que ya se ha ganado la confianza de los niños.

Asentí, aunque sus palabras no disiparon mis dudas. Algo en su respuesta sonaba demasiado ensayado, como si ya hubiera pensado en lo que diría si le preguntaban. Pero decidí no presionar más, consciente de que hacerlo solo levantaría sospechas.

La cena transcurrió con normalidad, pero cuando estaba a punto de terminar mi tarea y retirarme, un encuentro inesperado me hizo detenerme. La hermana Krone entró en la cocina con su característica sonrisa ancha, pero había algo en su mirada que me puso en alerta.

—Yumei, ¿cómo te ha ido con tus tareas? —preguntó, con un tono que intentaba ser amistoso pero que sentí cargado de tensión.

—Bien, hermana Krone. —respondí, intentando mantener mi voz firme—. Estoy aprendiendo mucho de mamá.

Krone se acercó, sus ojos oscuros fijos en los míos. Sentí un escalofrío recorrerme, como si me estuviera observando más allá de la superficie.

—Es bueno ser útil. —dijo, su voz baja y casi susurrante—. Pero recuerda, niña, aquí cada uno tiene su lugar. Y a veces, no conviene saber más de lo necesario.

Sus palabras, aunque disfrazadas de consejo, tenían un filo peligroso. Asentí sin decir nada, sintiendo que cualquier respuesta podría ser utilizada en mi contra.

Isabella, que había estado observando en silencio, intervino con su habitual calma.

—Krone, Yumei es una niña muy responsable. No tienes de qué preocuparte.

Dream || The Promised Neverland Donde viven las historias. Descúbrelo ahora