009: Hora del juego.

19 6 2
                                    

Me encontraba por la biblioteca, revisando si había alguna novedad, abrí cajones y busqué en repisas por si acaso había algo que dejé pasar, pero nada. Recordé que hace unos días Isabella me pidió esconder un paquete en una zona inaccesible de la biblioteca, me asomé para que si seguía donde lo dejé y así fue.

Las ganas de abrirlo no me faltaban pero eso solo levantaría sospechas, el paquete estaba sellado y solo yo sabía dónde estaba, si Isabella lo encontrara abierto inmediatamente sabría que se trata de mi.

Lo analice con mis manos, sentí el relieve, era duro y era un objeto grande, no se sentía uniforme, incluso logré presionar de más y sentir un ligero chasquido, era una cosa con botones.

Al salir de la biblioteca me dirigí al patio, donde todos los niños reían y jugaban felices, busqué a Norman, Emma y Ray con la mirada y esta vez los encontré hablando con los demás, ya no tenían esta actitud tan distante de antes, uno de ellos, Ray me volteo a ver.

Lo miré, intrigada. Ray no solía hacer este tipo de acercamientos sin una buena razón.

—Vamos a jugar a las atrapadas —continuó—. Será un juego en grupos, con capitanes y todo. Pensé que podría interesarte participar.

—¿Jugar a las atrapadas? —pregunté, sin poder ocultar mi sorpresa. Hacía tiempo que no me unía a los juegos en el patio, y menos a algo tan competitivo como eso.

Ray asintió, con una sonrisa un poco más amplia de lo habitual.

—Es más divertido de lo que parece. Además, creo que Emma y Norman se alegrarían de tenerte en su equipo.

—¿Y en qué equipo estaré? —pregunté, más por curiosidad que por entusiasmo real.

—Te colocaré en el equipo de Emma. —dijo Ray—. Ella y Norman van a necesitar toda la ayuda que puedan conseguir. Yo seré el capitán del equipo contrario, así que tendrás que correr si no quieres que te atrape.

Le sonreí, un poco a pesar de mí misma. Había algo en la manera en que Ray me lo proponía que hacía difícil decir que no.

—Está bien, aceptaré tu desafío. —respondí, sonriendo—. Pero no te sorprendas si te dejo atrás.

Ray soltó una carcajada suave.

—Eso quiero verlo.

Con esas palabras, nos dirigimos al patio, donde el resto de los niños ya se estaban reuniendo, listos para comenzar el juego. Mientras nos acercábamos, sentí que, por un momento, las preocupaciones se desvanecían. Estaba ansiosa por saber qué estaba pasando realmente, pero por ahora, este juego sería una oportunidad de despejar mi mente y disfrutar del momento con mis amigos.

El sol de la tarde bañaba el patio con una luz cálida y dorada. Los niños se reunieron alrededor de Ray, Emma, y Norman, quienes comenzaron a explicar las reglas del juego. Había algo en la manera en que hablaban, en cómo se miraban entre ellos, que indicaba que este juego tenía más propósito del que aparentaba. Decidí prestar atención.

—Nos dividiremos en tres grupos. —anunció Emma con entusiasmo, su energía siempre contagiosa—. Cada grupo tendrá un capitán. Ray será el capitán de los buscadores, mientras que Norman y yo seremos los capitanes de los equipos que deben huir.

Ray dio un paso al frente, con una sonrisa confiada.

—Mi equipo se encargará de atrapar a todos los que podamos. Las reglas son simples: si un buscador te toca, quedas eliminado. Pero si logras llegar a la base, estás a salvo.

—La base será este gran árbol. —añadió Norman, señalando el viejo roble que dominaba una esquina del patio. Sus hojas susurraban suavemente con el viento, como si el árbol mismo estuviera al tanto del juego que estaba a punto de comenzar.

Dream || The Promised Neverland Donde viven las historias. Descúbrelo ahora