010: Gilda y Don.

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Los días en el orfanato seguían su curso habitual, pero para mí, cada vez se tornaban más inquietantes. Desde que Isabella me había dado aquel paquete para esconder, no podía evitar pensar en qué más podía estar ocultando. Pero aún no había descubierto lo suficiente como para hacerme una idea clara.

Un día, mientras ayudaba a Isabella a preparar la cena, me entregó un pequeño sobre sellado.

—Llévaselo a la Hermana Krone, por favor. —me dijo con una sonrisa serena, casi maternal. La forma en la que me observaba, sus ojos buscando los míos, me provocó un escalofrío.

Tomé el sobre y me dirigí a la habitación de la Hermana Krone. Toqué la puerta suavemente antes de entrar. La Hermana Krone me recibió con su habitual sonrisa, esa que siempre parecía esconder algo.

—Esto es de parte de mamá. —le dije, entregándole el sobre.

Krone lo tomó, sus ojos pasando de mí al sobre en un rápido movimiento. Había algo en su mirada que me incomodaba, como si intentara leerme. Sin decir más, me retiré, sintiendo su mirada clavada en mi espalda.

Cuando volví a la cocina, Isabella estaba esperándome.

—Gracias, Yumei.—dijo—. Siempre has sido tan confiable. —Se detuvo un momento, como si sopesara sus siguientes palabras—. Recuerda lo que te dije, es importante que mantengas los ojos abiertos. A veces, las cosas no son lo que parecen.

Asentí, sintiendo que el peso de sus palabras me hundía un poco más en la incertidumbre. ¿Qué quería decir realmente? ¿Acaso estaba insinuando que algo estaba mal? ¿O simplemente quería que me sintiera útil, para luego pedirme algo más?

Esa noche, mientras todos dormían, no pude evitar repasar lo que había pasado. Isabella parecía estar poniendo a prueba mi lealtad, pero ¿lealtad a qué? A ella, o a un secreto del que aún no estaba al tanto.

El sol apenas había comenzado a ocultarse cuando todos los niños se reunieron en el patio. La brisa de la tarde mecía las hojas de los árboles, y los murmullos de emoción llenaban el aire. Emma y Norman se habían encargado de organizar un juego de "Las atrapadas" para todos. La idea era clara: habría equipos, cada uno con un capitán, y el equipo que más tiempo permaneciera sin ser atrapado ganaría.

Ray se acercó a mí mientras los demás niños se preparaban.

—¿Qué te parece, Yumei? —dijo con una sonrisa retadora—. ¿Vas a jugar esta vez?

—No estaba muy segura de participar. —respondí, tratando de evitar sus ojos.

—Vamos, será divertido. —insistió—. Además, ¿no quieres demostrar que eres tan rápida como Emma?

—¿Desde cuándo necesitas convencerme para participar en un juego? —le contesté con un tono sarcástico—. Tú mismo sabes que no soy fácil de atrapar.

Ray soltó una risa suave y se inclinó un poco hacia mí, sus ojos brillando con un desafío amistoso, pero no pude evitar notar un rastro de preocupación en su mirada. Sabía que él estaba al tanto de mi creciente inquietud, aunque nunca había mencionado directamente mis sospechas.

Finalmente, accedí y me uní al equipo de Emma. Los equipos se organizaron rápidamente: Emma lideraba un grupo, mientras Norman comandaba otro. Ray, naturalmente, fue asignado como capitán del equipo cazador. La tarea era sencilla: los equipos de Emma y Norman debían evitar ser capturados el mayor tiempo posible.

Mientras nos preparábamos, vi a Isabella observándonos desde la entrada del orfanato. Su expresión era tranquila, como siempre, pero sabía que estaba atenta a cada uno de nuestros movimientos. Me pregunté qué pensaría realmente al vernos jugar.

Dream || The Promised Neverland Donde viven las historias. Descúbrelo ahora