Miedos

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Estoy llena de miedos, mi día transcurre con normalidad hasta que llega la noche y todos los fantasmas que desaparecen a la mañana se turnan para atormentarme.

Lo que más me aterra es el mundo, pareciera que cada día es más peligroso vivir. Es muy fácil tropezarse, confiar en alguien que no debías, tomar malas decisiones, que te roben, que te lastimen... Siento que he vivido tanto de esto que quiero un descanso de todo, pero la ansiedad se hace lugar para que yo escuche el tic tac del tiempo que transcurre y así me recuerda que sigo atascada en los mismos ciclos, con ganas de avanzar pero sin dar un paso.

A veces pienso en la muerte, pero el saber que la probabilidad de que existan las reencarnaciones me hace pensar en que horrible sería el tener que volver y pasar por lo mismo una y otra vez hasta integrar el aprendizaje. El pensarlo me llena de angustia y de un vacío en el pecho, me dan ganas de gritar y de huir, ¿Pero de qué?, ¿Hacia dónde voy a correr si sé que no hay escapatoria?. Me tranquiliza el pensar que con ojos fuera de la realidad, este es un paisaje en el que todos allá arriba quieren estar, mientras que los que estamos acá abajo y no sabemos hacia donde nos llevan las mareas de Dios, nos atormentamos y llenamos vacíos con vicios que nos destruyen en lugar de armarnos.

Quizá mi defecto se encuentra en tratar de entender todo lo que pasa, en mi vida y la de los demás. La cabeza me duele siempre por estar armando y desarmando rompecabezas mentales, pero es un vicio que no pierdo por nada en el mundo ya que de alguna manera me da 'seguridad', como una armadura que uso para que nada me dañe aunque todo me haga temblar. Mientras nadie sepa lo que pienso todo va a estar bien, aunque por dentro no lo esté y que siempre me esté desmoronado mientras espero una señal del afuera para saber que todo va a estar bien. Para saber que todos esos peligros no van a recaer en mi y que todo está bien.

Me cuesta hablar de mis miedos, siento que si los hablo o los escribo cobran vida propia y que lograrían atormentarme aún más, entonces me ahogo en ellos debajo del agua de la ducha. En el medio de la desesperación, me calma el pensar que alguien está ahí para abrazarme, no para hablar y mucho menos para darme soluciones, sólo está ahí para demostrarme su amor con un abrazo que dura minutos, horas, días...

En un momento de lucidez lloro aún más fuerte; porque como usted sabe querido lector, no hay nadie más que mi alma cansada dentro de un cuerpo empapado, apenas tapado por una toalla.

¿Cuándo llegará el día en que mis anhelos sean más grandes que mis miedos?.

Caja de PlataDonde viven las historias. Descúbrelo ahora