ensayos y desiciones

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El eco de las voces y risas resonaba en la amplia sala de ensayo del internado, donde las paredes cubiertas de espejos reflejaban la nerviosa expectación de los estudiantes. Las luces fluorescentes iluminaban el espacio de manera implacable, realzando cada expresión de ansiedad y emoción que se asomaba en los rostros jóvenes. El Sr. Gómez, el director del musical, estaba de pie frente a ellos, con una carpeta en la mano y una mirada que oscilaba entre la severidad y la comprensión.

-Bien, chicos -anunció, haciendo un gesto para que todos se reunieran en un círculo-. Hoy es un día importante. Hemos visto sus audiciones y estamos muy impresionados con el talento que han mostrado hasta ahora. Pero ahora es momento de lo más difícil: elegir quién será quién en nuestro musical.

El susurro de los estudiantes llenó la sala, como el murmullo del viento entre los árboles. Pedro, un joven de rostro expresivo pero tímido, se secó el sudor de la frente con el dorso de la mano, intentando controlar su respiración. A su lado, Julia, alta y segura de sí misma, intercambiaba miradas cómplices con su amiga Carla, segura de que el papel principal sería suyo.

-Buscaremos no solo la mejor voz o el mejor bailarín -continuó el Sr. Gómez, paseando la mirada por cada uno de ellos-, sino quién puede darle vida al personaje. Quiero ver cómo cada uno de ustedes se transforma en alguien más, alguien que el público recordará.

Celine sonrió para sus adentros, casi sintiendo ya el peso de la responsabilidad en sus hombros. En cambio, Pedro apenas podía concentrarse en las palabras del director. Cada frase le recordaba sus inseguridades, sus errores en la audición de baile, sus vacilaciones.

El piano en la esquina de la sala emitió una nota prolongada, llamando a todos a prepararse para el ensayo de grupo. Con un movimiento fluido, los estudiantes se alinearon frente a los espejos, sus reflejos temblorosos replicando la inquietud en el ambiente. La melodía de una canción vibrante llenó el espacio, marcando el ritmo para la coreografía que todos habían practicado. Pedro, en la segunda fila, luchaba por mantener el ritmo, por no cometer los mismos errores que lo habían perseguido desde las primeras audiciones.

Celine, en la primera fila, movía sus pies con precisión y gracia, su voz clara y poderosa liderando al grupo. Pero mientras ella brillaba, Pedro tropezó con sus propios pies, perdiendo el paso en un giro crucial. El grupo se descoordinó por un momento, la perfecta sincronización desmoronándose como un castillo de naipes.

-¡Alto! -exclamó el Sr. Gómez, levantando una mano. Los estudiantes se detuvieron de inmediato, jadeando ligeramente, esperando el veredicto del director-. Halym, ¿qué pasa? Sabes que esta es una parte importante, no podemos permitirnos errores aquí.

Halym sintió cómo todos los ojos se volvían hacia él, cada mirada como un peso insoportable sobre sus hombros.

-Lo siento, lo siento mucho. Practicaré más, lo prometo -respondió con voz temblorosa, su rostro ardiendo de vergüenza.

Celine intercambió una mirada rápida con jandiara y murmuró lo suficientemente bajo para que solo su amiga la escuchara:

-¿Viste cómo se tropezó otra vez? Si sigue así, no creo que obtenga ni un papel secundario.

-Tal vez solo está nervioso -respondió jandiara, tratando de ser comprensiva-. Todos estamos un poco tensos.

-Esto no es el momento para estar nervioso. Quiero que todos den su mejor esfuerzo, no solo algunos -replicó Céline, con una mueca que reflejaba su impaciencia.

El ensayo continuó, aunque la tensión se mantuvo latente en el aire. Finalmente, tras una hora de repeticiones y correcciones, el Sr. Gómez llamó a una pausa. Los estudiantes se dispersaron, algunos bebiendo agua, otros practicando pasos en silencio, y unos pocos simplemente respirando profundo para calmar los nervios.

Un poco más tarde, el Sr. Gómez se retiró a una sala contigua junto con dos asistentes, ambos estudiantes senior que habían estado observando las audiciones y los ensayos con ojo crítico. Cerraron la puerta detrás de ellos, dejando a los demás en suspense.

-celine tiene la voz y la confianza -comentó el Sr. Gómez, abriendo la carpeta para revisar las notas-, pero a veces puede ser demasiado segura de sí misma. Pedro tiene corazón, pero necesita trabajar en su coordinación. ¿Qué piensan?

-celine es una apuesta segura -opinó la primera asistente, una joven de mirada aguda-, pero halym... tiene algo, una vulnerabilidad que podría funcionar para el papel de secundario.

-Podríamos darle una oportunidad en un papel menor -sugirió el segundo asistente-, tal vez eso lo motive a mejorar.

El Sr. Gómez asintió, tomando la decisión final.

Regresaron a la sala de ensayo, donde los estudiantes esperaban con anticipación. Las manos de halym temblaban ligeramente, mientras que celine mantenía su postura firme, con la mirada fija en el director.

-Muy bien -comenzó el Sr. Gómez, mirando a cada uno de los presentes-. Después de deliberar, hemos decidido los siguientes papeles para nuestro musical. Celine, serás la protagonista. Jandiara, serás su mejor amiga en escena. Pedro, tú serás el hermano menor del protagonista.

Un murmullo recorrió la sala. Halym sintió una mezcla de alivio y decepción, su corazón latiendo con fuerza. No era el papel que había soñado, pero al menos no había sido relegado al coro.

-Gracias, lo haré lo mejor que pueda -dijo, tragando saliva, con un nudo en la garganta que amenazaba con ahogarlo.

Celine, por otro lado, sonrió triunfante, pero en su interior, una pequeña chispa de duda comenzó a encenderse. Sabía que todos esperaban mucho de ella, y aunque estaba segura de sus habilidades, el peso de las expectativas comenzaba a sentirse abrumador.

Los estudiantes empezaron a recoger sus cosas, discutiendo en voz baja sobre los próximos ensayos. Pedro, mientras se guardaba sus zapatillas de baile, observó a Céline y los demás celebrar. "No es lo que esperaba, pero es algo," pensó para sí. "Puedo mejorar. Lo haré mejor en el siguiente ensayo."

El Sr. Gómez cerró el piano y apagó las luces, satisfecho con las decisiones tomadas, mientras los estudiantes abandonaban la sala, sus voces mezclándose con el eco que lentamente se desvanecía en el espacio vacío.

Aprendiendo a amarWhere stories live. Discover now