Capitulo 10: El encuentro de los destinos

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Kai y yo seguimos buscando una forma de evitar lo que se avecinaba entre nosotros. Sabíamos que ninguno de los dos deseaba el destino que nuestros padres habían trazado. La orquesta comenzó a tocar la primera melodía, y nos llamaron para abrir el primer baile. Parecía que todos en la habitación sabían sobre el futuro "compromiso" entre Kai y yo mucho antes que nosotros mismos.

Las luces del salón real se atenuaron, dejando que la luz de la luna nos envolviera en un resplandor plateado. Con mi vestido rojo adornado con toques dorados, avancé hacia el centro del salón, sintiendo las miradas fijas en mí, pesadas e inquisitivas. Kai, con su porte imponente pero sereno, se acercó y me tomó suavemente de la mano.

Nuestras miradas se encontraron, y por un instante, el tiempo pareció detenerse. Aunque ambos sabíamos que este baile marcaba el inicio de algo que ninguno de los dos quería, nuestros cuerpos se movían en perfecta armonía, como si hubiéramos nacido para estar juntos en este momento. Sentía el calor de las manos de Kai, su firmeza, que, de algún modo, parecía reconfortante.

A medida que girábamos por la pista, los destellos dorados de mi vestido reflejaban la luz de la luna, creando un espectáculo hipnótico que atrapó a todos los presentes. Pero para mí, el salón se desvaneció; solo estaba Kai, y el latido incesante de mi corazón, que parecía resonar con la música. La tensión entre nosotros era palpable, no solo por la expectativa de los demás, sino por esa conexión profunda que compartíamos: una mezcla de lealtad, amistad y un destino incierto que se cernía sobre nosotros.

Cuando la melodía alcanzó su punto culminante, Kai me acercó un poco más, nuestros rostros a solo un susurro de distancia. En ese instante, mientras nuestras respiraciones se mezclaban, era imposible ignorar la conexión que compartíamos. Mi mente estaba llena de dudas, pero el mundo a nuestro alrededor había desaparecido. Parecíamos la pareja perfecta, moviéndonos al unísono en un baile que, lo sabía, nadie olvidaría.

Llegué al gran palacio mientras la música de la orquesta resonaba en el aire, cada nota era un recordatorio de la urgencia que sentía por encontrarla. La celebración ya había comenzado, y tenía que entrar rápidamente al salón principal.

Me acerqué con calma, intentando no llamar la atención. Los guardias me miraron con curiosidad; no había llegado en un carruaje ni había hecho una entrada ostentosa, algo a lo que probablemente estaban acostumbrados en eventos como este. Les mostré la "invitación", y ellos se hicieron a un lado, permitiéndome pasar. El espléndido interior, con sus decoraciones lujosas, me devolvió un torrente de recuerdos de lo que una vez fue mi hogar...

Kai y yo habíamos terminado de bailar y tomamos un breve respiro. El peso de las miradas sobre nosotros se sentía menos intenso ahora que estábamos fuera de la pista. Conversaba con algunos invitados, sintiendo a Kai cerca, cuando de repente lo vi. A lo lejos, un joven de ojos verdes y cabello rizado se movía entre la multitud, como buscando a alguien. Mi corazón se aceleró de inmediato, una sensación que me sorprendió por su intensidad. Era como si nuestras almas estuvieran destinadas a encontrarse, a pesar de todas las barreras que nos separaban. Su traje oscuro, adornado con un elegante patrón floral en tonos grises, parecía diseñado para resaltar su porte imponente. La tela brillaba sutilmente bajo las luces, añadiendo un aire de misterio a su figura. Todo en él emanaba poder y elegancia, y una extraña sensación de familiaridad me inundó.

—Kai...—Lo tomé del brazo, sorprendiendo a Kai, que casi se ahoga con el vino. Mis palabras salieron apresuradas.—Necesitamos hablar.

Sin darle tiempo para reaccionar, lo arrastré fuera del salón.

—Charlotte, ¿qué sucede?—preguntó, su voz cargada de preocupación.

—Él está aquí—dije, con la voz temblorosa. Kai me miró, perplejo.

Amor Legendario (Libro 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora