Capitulo 21: Los sacrificios de amar

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—Te amo —hablé con todas mis fuerzas.

—Yo también te amo, te amo como no sabía que podía hacerlo —susurró Lorem, volviendo a unir nuestras frentes—. Te prometo que te sacaré de aquí, no permitiré que te asesinen.

Me incliné hacia su pecho, abrazándolo con fuerza mientras escuchaba los hermosos latidos de su corazón. El suave vaivén de su respiración me daba calma, y sentía su cabeza sobre la mía, moviéndola lentamente de un lado a otro en un intento de acariciarme.

Pasaron unos minutos en silencio, hasta que el sonido de unos pasos interrumpió el momento. Me separé de Lorem rápidamente, y ambos alzamos la vista con preocupación. Para nuestra sorpresa, quien había entrado a la celda era Kai. Se mantenía recargado sobre una de las paredes, observándonos fijamente, con compasión en los ojos.

Cuando Kai se dio cuenta de que lo mirábamos, se acercó lentamente hacia nosotros.

—Charlotte, debemos irnos —dijo en un tono serio, pero lleno de arrepentimiento—. Mi padre o el tuyo podrían bajar en cualquier momento.

—Debes irte, cariño —habló Lorem, preocupado por el castigo que Charlotte podría enfrentar.

—No, no te dejaré —respondí con miedo en la voz—. No voy a permitir que me alejen de ti...

—Charlotte... —Kai se agachó para quedar a nuestra altura y puso su mano en mi hombro.

Rápidamente me giré hacia él, lo tomé de la gabardina con desesperación, entre lágrimas, y le supliqué:

—Kai, tienes que ayudarlo, por favor... Te lo suplico, no dejes que lo lastimen. Puedo darte el reino entero si así lo deseas, pero por favor, ayúdalo... ayúdanos.

Mis ojos, llenos de dolor y sufrimiento, mostraban lo que no me permitía demostrar frente a los demás. Desde que Lorem desapareció para protegerme, mi rostro había perdido todo su brillo.

Verlos a ambos, de rodillas en el suelo de la celda, iluminados por la débil luz de la luna que se filtraba por una pequeña ventana, me llenó de remordimiento. Desde el día de la coronación, algo en mí había cambiado. Ya no veía en ellos solo una simple profecía del destino; veía un amor fuerte, incondicional, inquebrantable. Lorem, a quien ahora consideraba como un hermano, merecía una segunda oportunidad. No podía darle la espalda de nuevo, menos aún después de todo lo que había aprendido de mi madre. Mis valores, los que ella me inculcó, me recordaban que ahora, ellos eran mi familia. No podía dejarlos solos.

Charlotte acariciaba el rostro de Lorem, y yo, armado de valor, hablé con firmeza mientras Lorem me miraba debilitado.

—Lo haré, ayudaré a Lorem a escapar.

Charlotte levantó la mirada y, con alegría, me abrazó con fuerza.

—Gracias, Kai —susurró entre lágrimas—. Muchísimas gracias.

Lorem nos observaba, tanto él como yo sabíamos que la tarea no sería fácil, y nuestras dudas eran evidentes. Escapar de allí no sería sencillo.

—Ahora vete —dijo Lorem—, yo me quedaré aquí.

Charlotte asintió, y antes de irse, le dio un último beso a Lorem, con la esperanza de que, al amanecer, él sería libre. Ambos la observamos desaparecer en la oscuridad, hasta que su silueta se desvaneció por completo.

—Tienes suerte de tenerla —murmuré, sentándome al lado de Lorem.

—Lo sé. Es magnífica —respondió con un suspiro—. Ella es mi vida, Kai. Daría y haría cualquier cosa por protegerla.

Su voz estaba llena de cansancio, pero también de una determinación inquebrantable.

—Lorem —dije con incertidumbre—, ¿por qué decidiste confiar en mí?

—Porque Charlotte confía en ti —respondió, con una honestidad que me sorprendió.

—¿Acaso no sabes que el diablo, antes de ser diablo, fue un ángel?

—Lo sé —dijo con calma—, y también sé que tú no eres como tu padre, Kai. Eres un príncipe, el heredero celestial, y tienes un alma noble. Puedo verlo en tu interior.

—Sí... eso creo —respondí, intentando asimilar sus palabras—. Para ser un demonio, eres mucho menos malvado de lo que imaginaba.

Ambos reímos, aliviando un poco la tensión.

—Entonces... lo que hay entre Charlotte y tú, ¿es solo obra del destino?

—Es más que eso, Kai. Hace eones, se dice que los dioses de tu reino y los de Charlotte crearon al ser humano. Pero tenían un defecto: eran seres con dos cabezas en un solo cuerpo. Inconformes, los dioses decidieron separarlos y darles una misión: encontrar a su otra mitad. Durante esa búsqueda, muchos cayeron en la oscuridad, corrompidos por mis dioses, y así nacieron los demonios. De ahí proviene mi linaje. Desde entonces, el amor entre mortales y demonios está prohibido... pero, cada cien años, el destino reúne a un demonio y a un mortal, siempre con el mismo trágico final. Se dice que algún día, ese ciclo terminará, y todo volverá a ser como antes, cuando demonios y humanos convivían en paz.

—Ahora lo entiendo... —respondí, asombrado.

—Charlotte no es simplemente mi destino, Kai. La amé desde el primer momento en que la vi en el bosque. Juré protegerla con todo mi ser. Ella es mi esposa, y debo protegerla como tal. Por eso, si mañana todo sale mal... —Lorem respiró hondo, con el peso de sus palabras— te pido que cuides de Charlotte. No permitas que sufra, ni que la lastimen.

—Lorem... tranquilo, todo saldrá bien —intenté calmarlo, pero me interrumpió.

—Sabemos que salir de aquí es casi imposible. Se necesita ser ágil y fuerte, y yo... estoy demasiado débil y herido para hacerlo.

Su mirada se endureció mientras me hablaba con sinceridad.

—Ahora vete. Tu boda con Charlotte es mañana...

Esas últimas palabras parecieron herirlo profundamente, y yo, sin decir más, me di media vuelta y salí de la celda.


Amor Legendario (Libro 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora