Capitulo 22: La coronación de la rebelión

3 1 0
                                    

El eco de las campanas resonaba por todas partes. La boda y la ceremonia serían en el palacio, exactamente en el jardín real y en el salón donde se celebró mi presentación en sociedad.

Murmullos llenaban el poco espacio de tranquilidad que había en esos momentos. Un sinfín de flores adornaban las columnas del salón, así como las bancas. La luz del sol se filtraba por las ventanas y puertas, haciendo que aquel gran salón pareciera aún más majestuoso y mágico. Todos parecían felices por lo que estaba a punto de ocurrir entre Kai y yo, todo era perfecto, tal como se había planeado desde que nací para que no hubiera ningún error.

Pero dentro de mí, la perfección no existía.

De repente, los nervios estaban a flor de piel. Todos ocupaban su lugar frente a mí, indicándome que debía sonreír y estar feliz por el gran paso que estaba a punto de dar en mi vida, pero en mi interior, sentía cómo el aire dejaba de entrar a mis pulmones. Miles de preguntas cruzaban mi mente rápidamente: ¿Dónde está Lorem? ¿Kai habrá cumplido su promesa de liberarlo? ¿Y si la ejecución ya se llevó a cabo y ni siquiera me enteré? ¿O seguía luchando por su vida mientras yo caminaba hacia un destino que nunca quise?

El piano comenzó a sonar, dándonos la señal de entrada. Mi madre se colocó a mi lado como si no hubiese pasado nada y, con una sonrisa, me dijo:

—Te ves hermosa. —Me tomó de la mano con firmeza mientras una de mis damas colocaba el velo sobre mi rostro, cubriéndome.

Con cada paso que daba, mis pies parecían volverse más pesados, como si supieran lo que estaba a punto de suceder. En mi mente, solo se repetía el nombre de mi amado Lorem una y otra vez. Me arrepentía con toda mi alma de haberlo dejado solo con Kai el día anterior. Era imposible salir del calabozo, y mucho menos en el estado en que se encontraba. Su silueta, encadenada en las sombras, herido y ensangrentado, aparecía una y otra vez en mi mente, atormentándome. Mi corazón latía sin cesar, pero no por la emoción que se supone debía sentir una novia en su boda, sino por la tristeza que me carcomía el alma.

Mis manos temblaban levemente al sostener el ramo. Aunque mi rostro mostraba una sonrisa serena, mi interior gritaba en silencio, y mis lágrimas caían sin cesar hasta que finalmente llegamos al altar, donde Kai me esperaba. Vestía un traje negro con bordados majestuosos en oro blanco y amarillo, y su rostro parecía no mostrar ninguna expresión. Sus ojos estaban fijos en mí cuando extendió su mano para que me posicionara frente a él. Acto seguido, retiró el velo de mi rostro, dejándolo al descubierto. Pudo notar mis lágrimas y, con una leve sonrisa, las secó mientras tomaba mi mano.

—Queridos hermanos... —Kai interrumpió al sacerdote.

—Espere, por favor —dijo, haciendo un gesto con la mano mientras me miraba con una sonrisa—. Tengo una sorpresa para ti, querida amiga.

—¡¿Qué estás haciendo?! —preguntó Alastor, visiblemente molesto—. No te atrevas a desobedecerme, Kai... —lo miró con furia.

—Lo ignoro —respondió Kai con calma—. Hoy habrá una boda, pero no será conmigo, sino con él. —Señaló hacia la puerta, que comenzó a abrirse lentamente.

—Con tu verdadero amor...

—Kai... —murmuré, con intriga y miedo de que solo fuera una broma, colocando una mano sobre mi corazón.

Sin poder creer lo que estaba a punto de pasar, descendí lentamente los escalones del altar mientras Kai y los presentes me observaban con expectación. Algunos sonreían, otros estaban intrigados. Cuando las puertas se abrieron por completo, vi a Lorem al otro lado del gran salón, intacto e impecable. No había ni un solo rasguño, ni marcas de golpes ni cicatrices. Su rostro resplandecía como nunca antes, lleno de vida y felicidad, y sus ojos, cargados de lágrimas y emoción, me miraban con ese brillo característico.

Amor Legendario (Libro 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora