Capitulo 4: El Guardián de la Flor de Cristal

4 1 0
                                    

Los días se convirtieron en semanas y las semanas en años. Kai y yo nos hicimos muy buenos amigos; su padre solía traerlo durante la primavera y el verano para que pasara tiempo con nosotros, lo que nos hizo inseparables. Kai cambió mucho; ahora sus facciones, que denotan nobleza y elegancia, están muy bien definidas. Es muy alto, y sus ojos, de un azul que ilumina el paraíso, reflejan serenidad y profundidad. Sus alas son tan grandes que casi rozan el suelo, con plumas suaves y resplandecientes. Además, ya no es tímido; al contrario, es extrovertido. Esto cambió cuando él tenía 117 años y yo 16.

Unos sujetos entraron al palacio con la intención de llevarse algunas pertenencias y hacer daño a mi familia. Sin embargo, no eran de Véldor; desconocían por completo la existencia de criaturas mágicas y ángeles en el imperio.

Ambos nos encontrábamos en mi habitación: yo leyendo y él mirando por la ventana, cuando de repente un estruendo resonó en la habitación.

-¡Charlotte, cuidado! -gritó Kai mientras, con un aletazo, se posaba a mi lado-. ¡Detrás de mí, ahora! -ordenó con firmeza.

Acaté su orden rápidamente y me posicioné detrás de él para que pudiera protegerme.

-¡No tienen derecho a estar aquí! -dijo Kai con firmeza y seguridad mientras me cubría con sus grandes alas.

Los intrusos creyeron que estaba jugando, así que rápidamente sacaron espadas y piedras para defenderse.

-¿Y tú quién te crees que eres, mocoso? -respondió uno de ellos con arrogancia.

Sin titubear ni despegar su vista de ellos, Kai desarmó con agilidad al líder, empujándolo hacia atrás y haciendo que cayera al suelo.

-Soy Kai, hijo del arcángel Alastor y protector de la princesa Charlotte -dijo con voz firme y resonante-. Les doy una última oportunidad para irse en paz, o enfrentarán las consecuencias.

Los adolescentes, viendo la determinación en los ojos de Kai y recordando las historias sobre la poderosa descendencia de los arcángeles, decidieron retroceder. Uno a uno, comenzaron a huir, dejando a su líder tirado en el suelo.

Kai se acercó al líder y le extendió la mano.

-Vete, y no vuelvas -dijo Kai con compasión-. Y dile a los demás que el palacio está bajo mi protección...

En ese instante, el hombre se levantó rápidamente y se alejó del palacio para no regresar jamás. Yo, con el corazón a punto de salir de mi pecho, seguía sin poder creer cómo, de un momento a otro, mi gran amigo de la infancia se había convertido en un verdadero guerrero del cielo ante mis propios ojos.

-Gracias, Kai -susurré, con lágrimas de alivio en los ojos.

-Siempre estaré aquí para protegerte, Charlotte -respondió él con suavidad mientras acariciaba mi rostro con afecto.

Tal vez se pregunten qué pasó conmigo, y la verdad no mucho; sigo siendo la misma niña que anhela un amor como el de los cuentos de hadas, aunque mi vida ya lo parezca. Desde aquel día, no volví a acercarme al bosque, no porque no quisiera, sino por el bien de todos... No quiero que nadie muera por mi culpa. Crecí con una educación aristocrática impecable y de modales intachables, simplemente perfecta. A veces quisiera escapar de mi jaula de oro, pero es imposible; Kai me echaría de cabeza en un instante, y no lo culpo; su deber es mantenerme a salvo. Fueron las órdenes de su padre desde aquel día, y desde entonces, las ha cumplido al pie de la letra.

Ahora, se preguntarán, ¿por qué hay ángeles en Véldor? Pues verán, mi tatarabuelo fue el serafín más bondadoso y poderoso en toda la historia de nuestro reino. Un serafín es muchísimo más poderoso que un arcángel. El punto es que mi tatarabuelo se enamoró de mi tatarabuela, la reina Calia.

Se conocieron en un lago. Mi padre me contó que mi tatarabuelo se encontraba en una noche estrellada vagando por ahí, cuando mi tatarabuela captó su atención por completo. Al parecer, había escapado del baile de coronación para ser libre. Pero al percatarse de la presencia de mi tatarabuelo, ambos sintieron que debían permanecer juntos para siempre.

Así comenzó todo entre ellos. Se veían a escondidas y cada vez que esto ocurría, el serafín la colmaba de regalos y detalles inimaginables, hasta que renunció a sus propias alas para estar a su lado. Sus alas fueron borradas y se convirtió en mortal, pero esto no le importó.

Un día, enemigos a caballo iniciaron una masacre en Véldor. Decidió ayudar a su pueblo. Tomó una espada, un caballo y se armó de valor. Todo parecía ir bien, hasta que el enemigo, con su gran espada, arrancó sus enormes alas recién devueltas, lo que lo convirtió de nuevo en mortal. Todo fue tan repentino que, de un momento a otro, el enemigo lo atravesó de lado a lado, acabando con su vida en segundos.

La guerra terminó y mi tatarabuelo volvió, pero lamentablemente no de la manera que Calia lo esperaba, sino en un cajón de madera adornado con oro y piedras preciosas. Tal vez murió, pero lo hizo como un héroe. Lamentablemente, mi tatarabuela no lo resistió y se fue a su lado unos meses después, dejando a mi bisabuela recién nacida al cuidado de los criados...

-Charlotte... -toqué la puerta de su habitación-. ¿Puedo pasar?

-Adelante, Kai -respondió la joven dentro de la habitación-. ¿Qué pasa?

-Entré misteriosamente a la habitación -dije, sonriendo-. Oh, nada... Mis manos permanecían detrás de mi torso.

-¿Qué tienes detrás? -preguntó levantándose de la silla.

-Es un secreto... -dije, sonriendo burlón-. Es algo que llevabas pidiéndome desde hace meses, princesa.

-No me digas que... -tapé mi boca con ambas manos para ocultar mi felicidad.

-¡Siiiiiiii! -dijo Kai con una sonrisa amplia-. ¡Por fin lo conseguí!

-¡Entonces por fin podremos ir al bosque oscuro! -me acerqué a él saltando de felicidad.

-¿Qué? -Kai se veía confundido-. Claro que no, Charlotte.

Dejé de saltar, confundida.

-¿Qué? ¿Cómo que no, Kai? -me acerqué a él-. Eso es lo que llevaba pidiéndote por meses...

-Lo sé, lo sé, y créeme que lo consulté con tus padres, pero se negaron rotundamente -dijo Kai con tono de disculpa-. Además, sabes que es peligroso ir ahí. Mi poder se reduce a la mitad en ese lugar y casi no podría protegerte...

-Pero... -mi voz se apagó al sentir la decepción.

Kai me tomó de los hombros y me miró con ternura.

-Oye, tranquila -dijo-. Sabes que quiero lo mejor para ti. Si pudiera, te llevaría sin pensarlo, pero no puedo arriesgar tu seguridad.

Ver su semblante serio y triste me conmovió. Me abalanzo sobre él y lo abracé cálidamente. Correspondió al abrazo, y debo admitir que sentir su cercanía me llenó de paz.

-Ah, casi lo olvido, ten.-Apareció la hermosa flor en mi mano derecha.

-Mis ojos se abrieron de par en par ante la gran sorpresa.-Es una Luminara Espejalis.-Estaba emocionada y muy feliz, pues esa flor solo florece una vez cada 50 años.-Es hermosa.

-Pero no tan hermosa como tú, su majestad.-Kai me miró con fascinación mientras colocaba la flor en mi oído.-Esta flor fue creada por los ángeles celestiales. Sus pétalos reflejan las lágrimas que derramó el primer demonio en pisar la tierra, y su apariencia cristalina representa la transparencia del amor que él tenía por su amada.-Tomó uno de mis mechones rubios y lo colocó detrás de mi oreja para observar mejor la flor.

-Entonces es real.-Dije con sorpresa mientras me acercaba al espejo.

-Así dice la leyenda, Charlotte.-Sonrió.

-Muchas gracias, Kai.-Seguí admirando la hermosa flor en mi cabello.

-No tienes que agradecerme. Sabes que haría lo que fuera por ti.-Acarició mi rostro, provocando que me sonrojara y despertara una gran ternura en él.-Bueno, será mejor que me retire, ya es tarde...

Me alejé un poco de ella y le di un tierno beso en la frente. Al hacerlo, ella cerro los ojos e inclino un poco la cabeza.

-Descansa.

-Dulces sueños.-Kai salió de la habitación, cerrando la puerta lentamente detrás de él.

Amor Legendario (Libro 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora