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Se sentía solo, claro que se sentía así. Su dragón, su amigo, había sido atrapado por su padre. Y ahora tenía que llevarlo hasta donde todos los dragones se encontraban, en su nido. Sabía que ese lugar era demasiado peligroso, sin embargo solo estaba preocupado por aquel dragón que se había convertido en su compañero. Su mejor amigo.

El olor a fuego llegaba hasta ahí, el olor a ceniza o de metal quemado. Que ironía, puesto que estaba tan lejos de ese lugar, como si hubiese sido impregnado en el.

Y ahora..

Necesitaba huir de ahí, estaba claro que necesitaba ayuda para hacerlo. Necesitaba quien lo cubriera o incluso ayudara a escapar, pero primero ir por su dragón.

Y todos en Berk lo odiaban, todos menos..

–—Debes sentirte mal. Lo perdiste todo, a tu padre, tu tribu, tu mejor amigo...—. no tardó mucho en reconocer aquella aguda voz en su espalda, y no quiso voltear a enfrentar a la más dura y respetada vikinga de Berk.

Era todo lo opuesto a él.

Seguramente su padre lo adoraría si fuera más Astrid y no tan...él.

—¿Por qué no pude matar al dragón cuando lo encontré en el bosque?-. confesó casi sin aliento.—Hubiera sido lo mejor para todos-.

Se arrepentía de conocer a Chimuelo en cierta forma para proteger su doloroso recuerdo de su padre dándole la espalda.

Pero la verdad es, que no importaban las decisiones que tomaste en el pasado, ya nada las podía borrar. No pudo tan siquiera evitarlo.

—Yo lo hubiera hecho, cualquier vikingo en Berk lo haría. Pero, ¿Por que tú no?—. La pregunta lo tomó por sorpresa, estaba claro que ese era su principal objetivo desde que nació y creció en la isla.

Los vikingos venían al mundo a matar dragones antes de que los maten ellos...

¿Pero, por qué él no?

—Yo...no lo sé. No pude—. La chica de cabello dorado lo miró extrañada, mientras que Hiccup se alejaba intentando no contestar aquella pregunta. ¡Ni él sabía realmente lo que pasaba por su mente aquella vez!

—Esa no es una respuesta—.Insistió su compañera, esta vez siendo más directa.

Hiccup alzó los hombros con desdén.

—¿Hiccup...?—. Insistió.

—Ay por el amor de... ¡Fui un cobarde! ¡Un débil! ¡No quise matar a un dragón!—. El castaño ya encolerizado se giró a enfrentarla, esta vez con una respuesta más coherente.

—Acabas de decir no quise—. Le recordó la rubia mientras lo miraba impresionada. Una confesión así era difícil de procesar.

—¡¿Eso qué importa?! ¡No quise! ¡Trecientos años y soy el primer vikingo que no quiso matar a un dragón!—.Recalcó mirándola a los ojos con el ceño fruncido, con el veneno en la lengua y volteándose nuevamente para dirigir su ira al océano. No importaba la respuesta, era el pasado, sus acciones lo condenaron a su actual situación, ¿Por qué debía preguntarse ahora si hizo o no una buena acción?

—Pero el primero en montar uno—. Se quedó sin aliento ante la confesión de la rubia. Ablandó un poco su entrecejo, sorprendido. —¿Hiccup...?

Astrid lo había tomado desprevenido, era clara la confusión en el semblante del castaño. Se quedó mirando el océano.

Tenía razón, no se arrepentía de conocer a Chimuelo. Se arrepentía de no ser suficiente vikingo para evitar que vaya a una muerte segura.

—No quise matarlo, porque se veía tan asustado como yo—. confesó mirando al suelo inseguro, no obstante, continuó, pero esta vez, levantó su mirada hacia ella, seguro de sí mismo, como nunca antes se había sentido. Chimuelo le daba esa confianza, esa seguridad que estaba casi extinta en él. —Y cuando lo vi, entonces me vi a mi mismo—. Ella le regaló una sonrisa sincera, entendía la razón de Hiccup al haberse encariñado con su dragón, el instinto de protegerse a sí mismo al ver reflejado su alma en la criatura.

A New Beginning || Hijack Donde viven las historias. Descúbrelo ahora