Prólogo

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Bienvenidos a la segunda parte de El irresistible juego de Midnightemptation :')) Ni yo me creo que hayamos llegado a este momento, ameisin. 

En fin, espero que disfrutéis tanto como yo del final de esta bilogía (luego habrán otras cosis, pero todo a su debido momento) y también de los cambios de todos los personajes ya conocidos, y otros por conocer jaja.

Recordad comentar y votar para que la novela llegue a más gente si os gusta la novela, además es gratis jaja.

Besitos de chocolate,

LeenCandy

*

Cuatro años más tarde

Llevaba inmersa en una plácida sensación de adormecimiento desde hacía varias horas y, ahora, estaba amodorrada en el asiento. En un interludio entre la plena conciencia y la sedación completa del sueño.

Me sentía tan liviana que parecía que estuviera flotando entre las nubes en vez de surcándolas con un avión, que era justo lo que hacía. Qué gran decisión tomé al comprar aquel billete en primera clase. Gracias a él, no había tenido que soportar ningún berrinche, pataleo ni vomiteras de nadie y, además, me habían servido champán y aderezado las seis horas de vuelo con un menú degustación.

Me removí hasta ponerme cómoda. La luz del atardecer se filtraba por la ventana y me acariciaba la piel, apenas cubierta con una ligera capa de maquillaje, y sacaba a relucir algunos reflejos cobres en mi corta cabellera color avellana.

Parpadeé de forma perezosa, tal y como lo haría un gato, y me erguí en mi sitio, aún presa por el letargo del viaje.

La voz del piloto se escuchó a través de los altavoces del avión:

—Señores pasajeros, bienvenidos al Aeropuerto Internacional de Los Ángeles. Por favor, permanezcan sentados y con el cinturón de seguridad abrochado hasta que el avión haya parado completamente los motores y la señal luminosa se apague. Les rogamos que comprueben que llevan consigo todo su equipaje de mano y objetos personales. Por último, les agradecemos que hayan escogido nuestra aerolínea y esperamos que hayan tenido un feliz viaje. Muchas gracias y buenas tardes.

Observé nuestro aterrizaje a través de la ventanilla, con los dedos repiqueteando el reposabrazos. No pude evitar fijarme en el anillo de compromiso, cuyos diamantes relucían con intensidad ante el contacto del sol.

El avión se detuvo por fin y yo aproveché el momento para perderlo de vista.

Me levanté con una sensación de familiaridad que tiempo atrás me hubiera reconfortado, pero que ahora sólo me revolvía el estómago. Mi cabeza voló mucho más alto de lo que lo había hecho el avión y me trajo de vuelta algunos de los recuerdos que habían pasado por mi mente a lo largo de aquellas últimas semanas.

Saqué mi equipaje de la cabina y procedí a ponerme en la cola para salir. Mi maleta pesaba poco —quizá menos incluso de lo que debería, teniendo en cuenta que sólo había sacado billete de ida y no de vuelta—, pero confiaba en que mi madre o mi hermana pudieran prestarme algo si hacía falta.

Hacía años que no pisaba Los Ángeles. Exactamente el mismo tiempo en que decidí mudarme a Nueva York, en el extremo opuesto de Estados Unidos. Elegí Nueva York, de entre todos los destinos que habían, porque interponía más de cuatro mil kilómetros de distancia entre lo ocurrido en mi ciudad natal y yo.

Y eso me ayudaba a apaciguar la ansiedad.

Mis nervios estaban haciendo un festín en mi estómago cuando, al fin, puse un pie fuera. Sí, había tardado en volver, pero lo había hecho. Que era decir mucho teniendo en cuenta que hasta hacía unos meses ni siquiera me lo planteaba.

Y es que había ciertas cosas que eran inevitables y ni el espacio ni el tiempo podían liberarte de ellas.

Eran como la lucha eterna entre la luz y la oscuridad. La forma en la que claridad ansiaba alumbrar el lóbrego mundo de las sombras y cómo, al contrario, las sombras ansiaban ver al último rayo de sol sucumbiendo y extinguiéndose entre sus frígidos brazos.

Había batallas que se libraban más allá de los tableros de juego.

Y yo volvía para hacerle jaque mate al rey.

El irresistible juego de Midnightemptation (PARTE 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora