Capítulo 3 |

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El café donde había quedado con Heaven parecía igual que siempre, un rincón de Los Ángeles que se resistía al paso del tiempo, como si la ciudad no hubiera logrado poner su marca en él. El aire olía a café recién molido y a esas tostadas perfectas que siempre preparaban, con ese toque de mantequilla derretida que solía hacerme la boca agua. Pero hoy, ni siquiera el aroma reconfortante lograba calmar el torrente de emociones que llevaba dentro. Me detuve en la puerta, mis manos temblaban apenas perceptiblemente. Volver a ver a Heaven después de todo este tiempo...

La primera vez que trabajamos juntas, Heaven me había tomado bajo su ala, y para mí se había convertido en mucho más que una mentora; era una hermana mayor, alguien que me había enseñado no solo sobre periodismo, sino sobre cómo navegar por la vida, con todas sus tormentas. El cariño que sentía por ella era profundo, visceral. Y ahora, aquí estaba, ofreciendo una oportunidad que no sabía si merecía.

Entré al café con el corazón acelerado, sintiendo que el ambiente acogedor no era más que una pantalla que no podía ocultar lo que venía a continuación. Y ahí estaba Heaven, sentada en una mesa cerca de la ventana, con su característico pelo suelto cayendo en cascada oscura sobre los hombros, esa misma mirada intensa y llena de vida que recordaba. Estaba ojeando algo en su teléfono, y en cuanto levantó la vista y nuestras miradas se encontraron, su sonrisa fue instantánea, como si el tiempo no hubiera pasado entre nosotras.

—Blake —dijo mi nombre como un susurro, pero su tono llevaba el peso de los años, las experiencias, las heridas que habíamos compartido—. Te ves... bien.

Me acerqué, sintiendo el nudo en mi garganta apretarse un poco más. Heaven siempre había sido esa figura segura, alguien que, por muy mal que estuvieran las cosas, lograba que todo pareciera bajo control. Y ahora, volver a sentir su energía, su calidez... era como regresar a un lugar seguro. No pude evitar sonreír.

—Tú también, Heaven. Aunque siendo sincera, tú siempre te ves como si no hubiera pasado un solo día desde la última vez —intenté bromear, aunque mi voz salió más suave de lo que pretendía.

Nos abrazamos. Fue uno de esos abrazos largos, sin palabras, pero cargado de todo lo que no habíamos dicho durante los años de distancia. Sentí su mano en mi espalda, fuerte y segura, como si intentara transmitirme su fuerza, y quizá también su esperanza.

Nos sentamos, y durante unos segundos, nos quedamos en silencio, ambas tratando de recuperar algo de todo lo que habíamos perdido. Heaven fue la primera en romper el hielo, su mirada fija en mí como si intentara desentrañar los pensamientos que me ahogaban.

—No sabes cuánto he esperado este momento, Blake. —El peso emocional en sus palabras era innegable—. Desde que supe que habías vuelto, no he dejado de pensar en cómo convencerte para que aceptaras mi propuesta.

Me removí en el asiento, sintiendo el calor de la taza de café entre mis manos mientras intentaba encontrar las palabras adecuadas.

—Heaven, no sé si estoy lista para esto. No después de todo lo que pasó. No sé si puedo ser la periodista que esperas, la persona que una vez fui... —Mi voz se fue apagando, como si el miedo a defraudarla me carcomiera por dentro.

Ella negó con la cabeza antes de que pudiera continuar, sus ojos brillaban con una mezcla de compasión y determinación.

—Blake, mírame. —Esperó a que alzara la vista y me encontrara de lleno con esa intensidad que siempre había admirado en ella—. Sé que no eres la misma persona que eras. Ninguna de nosotras lo es. Pero eso no significa que no puedas volver a hacer lo que amas. Yo te he visto crecer, sé de lo que eres capaz, incluso cuando tú no lo ves. —Suspiró, con una leve sonrisa en los labios—. Eres más fuerte de lo que crees. Y si necesitas a alguien que te lo recuerde cada día, estoy aquí. No voy a dejarte caer.

El irresistible juego de Midnightemptation (PARTE 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora