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| H o m e.

Desde que Utahime le había dicho que lo odiaba, desde que varias personas habían dicho lo mismo; nunca les había creído. Siempre pensaba que solo era una rabieta de odio momentáneo que fácilmente sería extinta si los hacía cambiar de parecer; eso creía.
Y estaba equivocado, completamente. El tiempo le había dado su verdadero castigo, el causante de sentirse y estar solo una vez más.

— ¡Oye! — Gritos infantiles no tardaron en resonar a sus espaldas, sonidos de golpes de mano y algún que otro quejido de dolor lo hicieron despertar de su estado actual.— ¡Papá! — La voz femenina fue la primera en quejarse. — ¡Kei me está lastimando!.

— ¡Es tu culpa!¡Tú empezaste!— Quejó el niño de diez años, volviendo a lanzarse encima de su hermana mayor en un intento de tirar de sus cabellos albinos. Esta lo impidió ágilmente usando su pie como escudo y prácticamente detenerlo sobre el estómago del menor. — ¡Duele!.

Satoru suspiró resignado, cansado de escucharlos pelear una y otra vez. Sus pasos se vieron detenidos para permitir que los menores lo rebasaran, estos aún sumidos en su discusión de algún tema en particular.

Kei era un niño de cabellera albina y un solo mechón de un color Azabache, extraño. Mientras _____ era su primogénita de casi trece años, en una etapa donde la pubertad hacía de las suyas y solía irritar su humor más de lo normal, era extraño saber que todo le molestaba. A veces se preguntaba ¿A dónde se había ido esa niña dulce que antes tenía? Simplemente se había ido.

— Muy bien — Satoru intervino al descansar cada mano sobre el hombro de cada menor. Los atrajo hasta él y se vió obligado a encorvarse; aún eran más bajos que sus anteriores estudiantes cuando eran adolescentes. Sonrió sutilmente divertido para mirarlos de un lado a otro, observando sus expresiones molestas y un tanto relajadas por su intervención — fue suficiente, ¿Esta bien si lo dejamos aquí? — observó como los menores parecían pensarlo.

Era cierto, su padre siempre solía ser el árbitro de cada mínima discusión y pelea entre ellos, incluso desde que eran mucho más pequeños. No importaba cómo ni porqué, él daba la última palabra y ellos la respetaban , sólo cuando no existía un culpable.

Asintieron antes de escucharlo dar una orden con voz divertida “ Muy bien ahora, las paces ” que consistía en estrechar las manos contra el otro, sonriendo a la par en cuanto sintieron la presión contra el otro. Una nueva pelea estaría pronto por formarse de no ser por el mayor en intervenir una vez más — sin apretarse — advirtió al visualizar la presión que se generaban el uno al otro. El como los dedos del otro se remarcaban en rojo vivo sobre sus manos al alejarlas. — Ahora  díganme, ¿Cómo está su mamá?.

¡Oh! Su madre, aquella adulta que tras tanto tiempo, tantos problemas y tantas discusiones que se habían formado en ambos adultos habían optado por culminar su matrimonio. Nunca creían que ese momento llegaría, fue impactante para ambos escuchar las quejas del otro en cuando la palabra divorcio salió de los labios de la  mujer.

Por más que vivieran separados, sus obligaciones estaban divididas tal cual estaba estipulada en la ley; Satoru la quería. Aún y mucho, no importaba si ya estaban por cumplir un año desde el suceso legal, tener que verla a diario después de recoger a sus hijos no le ayudaba del todo a continuar con su vida; y esperaba que  continuara.

Los menores lo sabían, lo deducían y lo olían de su padre , se divertían al observar como el albino de gran estatura reaccionaba de distintas formas en cuanto los escuchaba hablar de su madre, en cuanto la miraba cada vez que los visitaba y como insistía en acercarse a ella.
Le mentían, eran descarados y eso les gustaba, se miraban cómplices antes de asentir y actuar.

MR. AND MRS [ JJK! Characters x Lectora ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora