Cuatro

1.1K 124 4
                                    

4. Embarazo

Rosé se despertó con malestares, unos que no había sentido antes; Lisa que dormía plácidamente a su lado no se inmutó cuando la omega se levanto y corrió al baño a vaciar el contenido de su estomago; la alfa escucho a Rosé en el baño, y se levantó a revisarla.

-Rosie, ¿te sientes mal?-Pregunto la alfa preocupada, pero Rosé solo negó.
-iré por agua, supongo que deben ser los malestares matutinos.-Lisa salió apresurada a la cocina, ni siquiera le sorprendió el estado de Rosé, habían pasado casi tres meses, y sus intentos de conseguir el cachorro era diario y constante, de hecho Lisa y Rosé, aunque no lo hablaban, parecían darse cuenta que el vinculo entre ellas ya estaba formado.
La alfa volvió con el vaso y la omega lo tomo sentándose en el borde de la cama.

-¿Crees? ¿Crees que sea por un cachorro?-Pregunto insegura la omega, ella parecía saber que era un cachorro el causante de sus malestares, su cuerpo lo sabía, como había cambiado en los días pasados.

-Rosie, puedo oler a mi, cachorro.-Lisa sonó posesiva con esa palabra y no le preocupó ocultarlo, era su cachorro, se sentó detrás de la rubia y recargo su cabeza en su hombro, para luego abrazarla, posando sus manos de manera posesiva en el vientre de la omega; Rosé puso sus manos sobre las de Lisa, y la alfa beso el cuello de la rubia, cada vez más cercas del lugar destinado para llevar una marca, Lisa pelaba su labios superior, mostrando sus colmillos, no era el momento para marcar a la omega, y ella tampoco quería ser marcada, si lo hacía, solo terminaría borrando su marca cuando ella rechazara la unión, ella misma se había burlado de muchos alfas calenturientos que creían que las omegas estaban locas por ellos y en días su orgullosa marca parecía una borrosa cicatriz y claro, omegas enojados por un vinculo no deseado.
-Vayamos a ver como esta el cachorro.-Lisa beso nuevamente el cuello de la omega con calidez, que se limitó a asentir.
-¿Quieres que vaya contigo?-Pregunto dudosa la alfa.

-Si, te quiero ahí conmigo.-Susurro la omega con tono dulce y nerviosa, la alfa asintió con una sonrisa y beso la cabeza de la rubia.

Lisa y Rosé llegaron al hospital donde la omega fue atendida, Lisa acompañaba a la rubia, tomaba la mano de la omega cada vez que tomaban alguna muestra.

-Haremos un ultrasonido para ver al cachorro.-Dijo la doctora una vez había terminado de tomar las muestras.

-¿Podremos, verlo?-Pregunto Lisa con cara de emoción, como el rostro de un cachorro al que le dan tan ansiado regalo.

-Así es; por este lado.-La omega obedeció a la doctora y se recostó en la camilla mientras Lisa tomaba su mano.

-¿Esta todo bien?-Pregunto Rosé y la doctora asintió, pero continuaba moviendo el aparato y revisaba la pantalla.

-Si, esta todo bien, solo que veo, mas de un cachorro.-Lisa noto como a la omega se le cristalizaron los ojos, y se acercó a besarla.

-¿Gemelos? ¿Una camada?-Pregunto Lisa tartamudeando.

-Tenemos dos, de hecho una pequeña camada de tres cachorros.-Rosé no pudo evitar que las lagrimas cayeran por su rostro, la alfa orgullosa sosteniendo la mano de la omega, Rosé noto el rostro de la alfa, y no pudo evitar pensar, ¿ella querría ser parte de la vida de los cachorros? Y de ser así, ¿que tan involucrada querría estar?
Rosé estaba tan perdida en sus pensamientos, imaginando a sus hermosos cachorros, los que por lo menos en su caso, habían sido procreados con mucho amor.
-Hemos terminado, muchas felicidades.-La alfa asintió con una enorme sonrisa, y Rosé asintió un poco mas aturdida por sus pensamientos que no dejaban de divagar en el ¿que pasara ahora? ¿Qué haría con tres o con cuatro cachorros? No le preocupaba lo económico, solo pensaba el efecto domino que causaría que un solo cachorro llorara y comenzara a despertar uno a uno al resto de los cachorros, ¿como amamantaría a tres o cuatro cachorros a la vez? Solo tenía dos brazos.

-Gracias.-Respondió la alfa sonriendo mas que feliz por la noticia, su rostro no podía borrar la sonrisa hasta que se dio cuenta que la omega parecía muy pensativa, Lisa no dijo nada se limitó a acompañar a Rosé, subieron al auto y condujo de vuelta a la casa de la omega.

Lisa y Rosé subían en el elevador, la omega buscó instintivamente a la alfa, que de inmediato sin decir una palabra o siquiera pensarlo, rodeo con sus brazos el delicado cuerpo de la omega, el espacio se lleno del aroma dominante de la alfa, si alguien necesitaba subir, no se atreverían a tocar los botones, el potente aroma a fuego llenaba el elevador y atravesaba el piso, se podía oler el aroma de la alfa conforme avanzaban, ambas permanecían en silencio, hasta que llegaron al departamento de la omega.
Lisa solo pensaba en una cosa, Rosé llevaba a sus cachorros, habían logrado lo que tanto habían estado buscando durante las largas noches de sus celos, ¿ahora Lisa se tendría que ir? Porque ahora se sentía mas unida a la omega, y no se quería ir.

-¿Lily?-Llamo Rosé nerviosa.

-Dime Rosie.-Respondió la alfa pensando ahora si empacar, o que haría.

-¿cuando dijiste que olías al cachorro? ¿Desde cuando lo supiste?-Pregunto la omega y Lisa paso saliva incomoda, ¿desde cuando lo sabía? Desde hacía mas de un mes logro olerlos, reconoció que el aroma de la omega había cambiado, era como si su aroma fuese parte del aroma de la omega y supo que era su cachorro el aroma que percibía.

-Supongo, que hace unas semanas.-Lisa desvío la mirada, estaba avergonzada por seguir aprovechándose de la omega.
-En realidad pensaba que podrías estar embarazada o, podríamos haber estado mucho tiempo juntas qué tu ya estabas impregnada con mi aroma.-Rosé asintió, ninguna sabía que hacer en ese momento, Lisa solo pensaba si debía irse o quedarse, la omega solo pensaba su Lisa se iría.

El cachorro de la omega (Chaelisa gip)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora