01. Dame una razón para superarlo.

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Un nuevo sollozo se escuchó de la habitación de al lado, lloriqueé frustrada mientras golpeaba mi frente.

¡Novena noche sin poder dormir a causa de los constantes llantos de Melanie!

Además, ella era muy demasiado escandalosa. No sólo lloraba, también gritaba y hablaba de las mil maneras para asesinar a su ex novio, Tom Kaulitz.

Tom Kaulitz, ¿cómo describirlo? Malditamente guapo, amado por toda la universidad; femenina y también masculina. Engreído, oh y se me olvidaba, con su aparato reproductor masculino a la vista de toda mujer 90, 60, 90.

Él no suele tener novia, al llevar aquí dos años puedo saber con exactitud sobre su vida amorosa. Y eso intenté advertirle a Melanie cuando empezó este año.

Pero al ser rubia, de bote claro, me ignoró por completo. Y al ignorarme, ahora se encuentra llorando y sufriendo por su amor perdido.

—¡¿Podrías dejar de llorar?! Hay personas normales aquí que desean dormir. —grité golpeando mi pared.

—¡Soy yo la que ha perdido a su novio! —respondió.

—¿Qué se siente tener un novio de dos días? —pregunté riendo.

—¡Te detesto!

Estuvo dos horas más llorando, hasta que finalmente guardó silencio. Suspiré tranquila, y por fin pude cerrar mis ojos.

Se sintió como si solo hubiese dormido dos segundos cuando la alarma comenzó a sonar, indicando que ya eran las seis de la mañana y era hora de levantarse.

Mis ojos pesaban, y lo único que deseaba era quedarme en mi acogedora cama y dormir por horas. Pero eso no era posible, había que ser realista.

Cuando ya estaba lista, bañada y vestida, salí de mi habitación para dirigirme hasta la cocina.

Pensé que sería un día de paz, pero supe de inmediato que no sería así cuando me encontré con la cara de Melanie apoyada en su tazón de probablemente cereales.

Rodé mis ojos acercándome.

—Las mascarillas faciales se hacen de aguacate, no de cereales. -—levanté su cabeza de allí y quite el bowl. —Rubia tenías que ser.

—Déjame sufrir junto a mis cereales.

—Realmente no logro entenderte, Tom no es un buen partido. —repetí por milésima vez.

—Pero es bueno en la cama.

—¡Oh, cállate! No pienso ayudarte, puedes ahogarte en los cereales, luego me cuentas qué tal fue. —cogí mi bolso y me dispuse a salir de allí.

—No, espera. —ella habló. —Arizona vamos, no me dejes sola. Todos me están dejado sola aquí, me siento abandonada. ¡Oh, Jesús! ¿Por qué todos me dejan? ¿Huelo mal? Juro que me bañaré tres veces al día, pero no me dejéis.

—¿Terminaste?

—Sí.

Le dediqué una fría mirada, para luego acercarme y sentarme a su lado. Ella apoyó su cabeza en mi hombro y soltó un largo y profundo suspiro.

—¿Cómo diablos podré superar a Tom kaulitz?

—¿De verdad estás preguntando eso? ¡Hay millones de razones para superarlo! ¿Sabes que más de cincuenta chicas han salido llorando de la habitación de Tom? Eso fue un chisme muy hablado.

—Apenas llevo aquí dos meses. —murmuró.

—El tiempo suficiente para darte cuenta de lo idiota que es.

𝔾𝕦𝕚𝕒 𝕡𝕒𝕣𝕒 𝕤𝕦𝕡𝕖𝕣𝕒𝕣 𝕒 𝕋𝕠𝕞 𝕂𝕒𝕦𝕝𝕚𝕥𝕫.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora