15. 𝐸𝑙 𝑝𝑒𝑠𝑜 𝑑𝑒 𝑢𝑛𝑎 𝑝𝑟𝑜𝑚𝑒𝑠𝑎

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"𝐶𝑜𝑚𝑜 𝑢𝑛 𝑡𝑎𝑡𝑢𝑎𝑗𝑒 𝑒𝑛 𝑒𝑙 𝑎𝑙𝑚𝑎
𝑉𝑖𝑣𝑒 𝑝𝑟𝑒𝑛𝑑𝑖𝑎' 𝑒𝑛 𝑚𝑖 𝑝𝑒𝑐ℎ𝑜"

"𝐶𝑜𝑚𝑜 𝑢𝑛 𝑡𝑎𝑡𝑢𝑎𝑗𝑒 𝑒𝑛 𝑒𝑙 𝑎𝑙𝑚𝑎 𝑉𝑖𝑣𝑒 𝑝𝑟𝑒𝑛𝑑𝑖𝑎' 𝑒𝑛 𝑚𝑖 𝑝𝑒𝑐ℎ𝑜"

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Asentí, respetando su espacio, aunque no pude evitar sentir una punzada de decepción. Sabía que ella tenía razón, que aquel no era el lugar ni el momento. Pero también sabía que algo había cambiado entre nosotros.

Me di la vuelta para salir de la oficina, con la bolsa de hielo aún presionada contra mi nariz, cuando de repente sentí su mano sujetar la mía con firmeza.
Me detuve en seco, sorprendido, y me giré para mirarla.
Victoria estaba allí, tan cerca como antes, pero había una nueva determinación en sus ojos. No dijo nada, simplemente me miró, sus labios temblando ligeramente como si estuviera debatiendo algo en su mente.

—Muñeca, ¿Que pa-... —comencé a decir, pero no me dio tiempo a terminar.

Antes de que pudiera reaccionar, ella se acercó rápidamente, y en un movimiento inesperado, me tomó del cuello con ambas manos y me besó. Fue un beso rápido, casi como un impulso, pero cargado de una intensidad que me dejó sin aliento.
Sus labios se presionaron contra los míos, suaves y temblorosos, pero con una fuerza que me dejó claro que había estado luchando contra ese deseo tanto como yo.

El beso fue breve, pero en ese corto instante, todo lo que había estado acumulándose entre nosotros salió a la superficie. Sentí su corazón latiendo contra mi pecho, y mi propia respiración se entrecortó por la sorpresa y el anhelo.

Cuando se apartó, sus ojos estaban cerrados, como si intentara procesar lo que acababa de hacer. Yo apenas podía creerlo. Había sentido tantas emociones en ese instante, pero sobre todo, un profundo alivio al saber que no era el único que había estado al borde de ese precipicio.
Ella abrió los ojos lentamente, y vi un destello de arrepentimiento mezclado con algo más. Algo que no podía describir pero que me dejó completamente desarmado.

—Perdon, Ríos... —murmuró, bajando la mirada—. No sé por qué lo hice...

—Vic... —susurré, tomando su mano entre las mías, mi voz apenas un murmullo—. No te disculpes.

Ella levantó la mirada, y en sus ojos vi la confusión y el deseo que ambos compartíamos. Me incliné ligeramente hacia adelante, mi frente tocando la suya, y suspiré.

—Esto no tiene que significar nada si no quieres, pero tampoco podemos ignorarlo —dije, mis palabras temblorosas por la intensidad del momento.
Victoria cerró los ojos de nuevo, dejando escapar un suspiro tembloroso.—No quiero ignorarlo, Richard —murmuró

—No tienes que decidirlo ahora —respondí, acariciando suavemente el dorso de su mano con mi pulgar—Solo quería que supieras que estoy aquí, esperando lo que sea que decidas.

Ella asintió ligeramente, y antes de que pudiera apartarme, vi un destello de resolución en sus ojos. Sin pensarlo dos veces, se inclinó hacia mí y me besó de nuevo, esta vez con más seguridad, más profundidad, como si quisiera asegurarse de que no había sido un error.
Esta vez, no me contuve. Respondí al beso con todo lo que tenía, dejando que las emociones que había reprimido durante tanto tiempo fluyeran entre nosotros. Sentí sus manos deslizarse por mi cuello, acariciando mi cabello, y el mundo entero pareció desvanecerse, dejando solo el calor de sus labios y la intensidad del momento.

Cᴏɴᴅᴇɴᴀᴅᴏs ᴀ ǫᴜᴇʀᴇʀsᴇ - Richard Ríos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora