Truth vol.1

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George no podía ocultar su alegría, y cualquiera que lo viera lo notaría. Checo había aceptado cada una de las salidas que el británico había propuesto, y George se esmeraba en hacer cada cita especial. Era consciente de que cada oportunidad era crucial para conquistar por completo el corazón del mexicano. Ya llevaban ocho citas, y aunque los avances eran sutiles, eran significativos para ambos. George quería hacer las cosas bien, sin apresurarse. Disfrutaba de esos pequeños pasos que los acercaban cada vez más: tomarse de las manos, acariciar el rostro o el cabello, e incluso besarse de manera inocente. Todo parecía ir bien, pero había momentos en que Checo marcaba cierta distancia que inquietaba a George.

El joven piloto temía estar presionando al mexicano a algo para lo que aún no estaba preparado. Aun así, cada vez que George intentaba darle espacio, era el propio Checo quien lo buscaba, como si la distancia le resultara intolerable. Esto confundía más al británico, quien sabía que algo no estaba del todo bien, aunque Checo insistiera en que todo estaba en orden.

Desesperado por encontrar respuestas, George decidió recurrir a su "plan H": hablar con el exnovio de Checo, Lewis Hamilton. No sabía exactamente qué le diría o preguntaría, pero sentía que Hamilton debía saber algo. Sin embargo, cuando fue a buscarlo en su motorhome, no lo encontró. Uno de sus ingenieros le mencionó que probablemente Lewis estaría en el motorhome de Ferrari.

-¡Carajo, claro! -se regañó George, dándose un golpe en la frente por no haberlo pensado antes.

Con la misma energía con la que corre en la pista, George se dirigió apresuradamente hacia Ferrari. Luego de recibir algunas indicaciones, llegó al área donde le dijeron que Lewis estaba, pero antes de girar en un pasillo, se detuvo al escuchar una risa nasal inconfundible, era Charles.

-Basta, Lew-Lew, me haces cosquillas -se quejaba el monegasco entre risitas enamoradas.

-Vamos, corazón, sabes que te encanta que te llene de besitos en tu hermoso rostro -respondió Lewis con un tono alegre.

George frunció el ceño. Claramente no era el mejor momento para interrumpir a su compañero. Debía admitir que verlo con su nuevo novio aun le causaba cierta molestia. Aunque le había agradecido internamente a Lewis por dejarle el camino libre con Checo, el hecho de que hubiera roto el corazón del mexicano aún le causaba un resentimiento que no podía evitar.

Decidió retirarse discretamente del motorhome enemigo, pero al darse la vuelta, se encontró cara a cara con Carlos Sainz, el mejor amigo de Checo y segundo piloto de Ferrari. Carlos parecía molesto y dispuesto a decir algo, pero antes de que pudiera hacerlo, George le tapó la boca con la mano y señaló con la cabeza hacia donde estaban Lewis y Charles, intentando indicar que debían mantener silencio.

Carlos no entendió nada de los gestos del británico, por lo que, irritado, lamió la mano de George para obligarlo a soltarlo. El plan funcionó, pero antes de que pudieran comenzar a quejarse, ambos escucharon de nuevo a la pareja hablando.

-Lewis, mi amor, por favor, basta -continuó Charles con un tono juguetón, sin un rastro de molestia en su voz, acompañado de más risitas que irritaban a George.

-Es que no puedo evitarlo, amor -respondió Lewis-. Ver tu carita tan preciosa y sonrojada por mis besos... ¡carajo! Podría pasarme el día entero haciéndolo.

Carlos miró a George, comprendiendo ahora por qué el británico le había impedido hablar. Sin embargo, aún no entendía por qué Russell estaba espiando a la pareja. Todos sabían que a George le encantaba el chisme, pero desde que Lewis había empezado su relación con Charles, era bien sabido en el paddock que Russell se había distanciado un poco de su compañero. Tal vez era porque ahora George estaba ocupándose de "otras cosas", o como dirían algunos, se había vuelto todo un chapulín.

-Eres tan hermoso, Charles, de pies a cabeza, mi amor -continuó hablando Hamilton a su novio con una voz cargada de emoción-. Tus ojos son como dos lunas que iluminan mi oscuridad, tu sonrisa es tan maravillosa que podría vivir toda mi vida sin necesitar nada más que verla. Tus lunares, esparcidos por todo tu cuerpo, son como estrellas que enmarcan lo más puro de ti. Eres asombroso, mi amor. Eres perfecto.

George, que había estado cruzando miradas incómodas con Carlos, no pudo evitar bajar la vista al suelo, sintiéndose aún más incómodo ante las palabras de su compañero de equipo. Carlos, por su parte, frunció el ceño, y justo cuando estaba a punto de sugerir al británico que se marcharan, un sollozo inesperado los sobresaltó a ambos. Ambos pensaron que el sonido provenía de Charles, pero el monegasco rápidamente lo desmintió.

-¿Qué fue eso? -preguntó Charles, inquieto.

El sonido de pasos se hizo presente cuando Lewis y Charles se levantaron para investigar el origen del ruido. Carlos y George se miraron aterrorizados, conscientes de que debían huir antes de ser descubiertos.

Give me a chance | George & ChecoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora