the end

596 91 5
                                    

—¿Así que ya son novios? —preguntó Carlos con una sonrisa divertida, observando a George, quien estaba completamente embelesado mientras veía a su lindo mexicano dar una corta entrevista a un reportero tras su carrera en Monza.

—Sí —respondió el británico, su rostro iluminado por una gran sonrisa.

George estaba exultante, más que feliz. Por fin podía decir abiertamente que Sergio era su novio. SU NOVIO. Solo pensar en esas palabras lo llenaba de una euforia tan intensa que casi quería gritarlo.

—Sergio es mi novio —dijo en voz alta, girando sobre sus talones para mirar a Carlos.

Carlos soltó una risita y le dio un par de golpes amistosos en el hombro.

—Pues, felicidades, chaval —dijo el español, mirándolo con una expresión que mezclaba diversión y seriedad—. Checo es alguien extraordinario, realmente tienes mucha suerte.

—La tengo, lo sé —aseguró George, sin borrar la sonrisa de su rostro.

Carlos se quedó mirándolo por un momento, y luego su expresión se volvió más seria. La intensidad en sus ojos hizo que George se enderezara ligeramente.

—Me agradas, George, de verdad lo haces —comenzó Carlos, antes de borrar por completo la sonrisa de su rostro—. Pero si lastimas a mi mejor amigo... —el español clavó un dedo en el hombro de George, haciendo que este soltara un pequeño quejido—. Por más mínimo que sea el daño, te las verás conmigo.

George lo miró, un poco perturbado. Sabía que Carlos no estaba bromeando, la seriedad en sus ojos lo dejaba claro. Aunque no tenía la intención de lastimar a Sergio de ninguna manera, la advertencia de Carlos lo había tomado por sorpresa.

—Por supuesto que no le haré daño, Carlos —respondió el británico, en un tono firme—. Mi único objetivo es hacer feliz a Checo. Es mi todo ahora. Lo amo y prometo protegerlo de cualquier tipo de daño mientras esté en mis manos hacerlo.

Carlos se mordió el labio, intentando contener una sonrisa. George realmente reflejaba amor por su mejor amigo, pero el español no tenía intención de hacerle las cosas fáciles, por lo que simplemente asintió.

—Más te vale hacerlo, Russell.

—Amor, basta —interrumpió Max, pasando su brazo por la cintura de Carlos—. Solo estás asustando a George. Estoy seguro de que George hará las cosas bien con Checo, como lo ha estado haciendo hasta ahora.

—Sin duda, Maxie siempre te tendrá más fe que yo —dijo el español con un toque de diversión, dejando un suave beso en la mejilla de su novio—. Pero solo ten en cuenta que no quitaré mis ojos de ti, George.

Carlos hizo un gesto con sus dedos, señalando sus ojos antes de apuntar al británico, dejando claro que no dejaría de vigilarlo. Max rodó los ojos antes de jalar suavemente a su novio para llevárselo consigo.

—Adiós, George —se despidió Max con una sonrisa—. Buena carrera, Checo.

El británico, sorprendido, giró rápidamente para descubrir que su lindo novio estaba justo detrás de él. ¿Desde cuándo estaba ahí?

—Hola —saludó George, con una sonrisa radiante en su rostro. Quería besar a su novio, pero no estaba seguro de cómo se lo tomaría Sergio, considerando que apenas ayer habían formalizado su relación. Estaba seguro de que muchos en el paddock aún no sabían nada sobre ellos—. ¿Terminaste tus entrevistas?

—Uh-hum —respondió el mexicano con simpleza, acercándose unos pasos más a su novio.

La sonrisa de George se ensanchó al sentir la cercanía de Sergio. Deseaba poner sus manos sobre la estrecha cintura de su novio, pero decidió esperar. Quería ver hasta dónde Sergio estaría dispuesto a mostrar afecto en público.

—¿Escuchaste la conversación con Carlos?

—¿Qué si escuché sus tontas amenazas? Sí, lo hice —respondió Sergio con diversión, dando otro paso hacia adelante, casi tocando el cuerpo de George.

George soltó un suspiro, saboreando la proximidad entre ellos. Estaba a nada de sentir el pecho de Checo contra el suyo.

—¿Solo escuchaste eso? —preguntó George, lleno de curiosidad.

Sergio pasó su lengua sobre sus labios antes de sonreír.

—Nope, también escuché otras cosas, realmente interesantes —dijo, deslizando sus manos sobre el pecho de su novio. George levantó una ceja, intrigado, y finalmente se atrevió a colocar sus manos sobre la cintura de Sergio, sonriendo con picardía—. Escuché que me amas, Georgie, y que solo quieres mi felicidad.

Sin pensarlo dos veces, George jaló a Sergio contra su cuerpo, eliminando cualquier distancia entre ellos. Un suave suspiro escapó de los labios de su novio al sentirse atrapado en sus brazos.

—Es cierto —confirmó George, sin un gramo de vergüenza, mientras las manos de Sergio se enroscaban con dificultad alrededor de su cuello—. Sergio, te amo.

Las mejillas del mexicano comenzaron a dolerle por la enorme sonrisa que tenía en ese momento. Sin pensar en nada más, se lanzó a los labios de George, dándole un beso intenso pero suave, un reflejo puro del amor que ambos sentían el uno por el otro.

George sonrió en medio del beso, notando cómo Sergio estaba de puntillas debido a la diferencia de altura. Queriendo facilitarle las cosas, el británico se agachó ligeramente, permitiendo que el beso fluyera con mayor comodidad, mientras su corazón latía con fuerza, sabiendo que, en ese momento, todo era perfecto.

—Yo también te amo, Georgie —susurró el mexicano, apenas se separaron del beso, con los labios un poco hinchados y las mejillas sonrojadas.

El piloto de Mercedes sonrió y se acercó para dejar un rastro de besos, comenzando desde los labios del mexicano y terminando en el lóbulo de su oreja.

—¿Bebé ama a papi? —preguntó en un tono coqueto antes de morder suavemente el lóbulo del mexicano.

Checo soltó un pequeño gemido, aferrándose con fuerza a los brazos de su novio.

—Amo a papi —respondió el mexicano, un poco jadeante, al sentir un abrumador calor instalarse en su cuerpo—. Bebé ama mucho a papi... por lo que siempre es un niño bueno.

George jadeó al sentir cómo su novio presionaba su pelvis contra su muslo, notando una pequeña pero creciente erección.

—¿Mi bebé ha sido un niño bueno? —preguntó con lujuria, recorriendo el hermoso rostro de su perfecto mexicano, deteniéndose en sus pecas que resaltaban más con el sonrojo en su rostro.

—He sido un niño bueno, papi —murmuró Checo antes de dejar un beso húmedo sobre la barbilla del británico—. Merezco un premio.

George sonrió, mordiéndose el labio inferior y asintiendo. Era difícil de creer cómo, después de mostrarse reservado en público, Checo ahora se mostraba no solo más cariñoso y afectuoso, sino también desbordando un deseo lujurioso que había mantenido oculto hasta ese momento.

El británico no pudo evitar recordar lo que su compañero de escudería alguna vez le comentó sobre el mexicano: "Checo es demasiado insaciable en el aspecto sexual". El pensamiento le provocó una punzada de celos. Aunque había superado sus sentimientos hacia su compañero de equipo, la idea de que Checo había compartido su pasión con alguien más lo incomodaba. Pero sabía que esos celos eran infundados. Ahora, Checo era su novio.

—Mi bebé va a tener que mostrarme qué tan bueno es —dijo George, bajando una de sus manos al cuello del mexicano, presionando suavemente sin intención de hacerle daño real—. ¿Le vas a mostrar a papi qué tan obediente eres?

Checo gimió, más ruidosamente que antes, lo que sacó a George de su burbuja de lujuria, recordándole que aún estaban en un lugar público.

—Ven, demostrémosle a todos a quién perteneces —dijo George, sujetando la mano de Checo y entrelazando sus dedos—. Y después, llevaré a mi bebé por su premio —agregó antes de dejar un beso sobre los nudillos de su novio.

El mexicano sonrió y caminó junto a George, sus manos entrelazadas. Sin duda, darle una oportunidad al británico había sido la mejor decisión que pudo haber tomado.











THE END.

Give me a chance | George & ChecoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora