Capitulo II

76 6 0
                                    

"Caputo" ¿ese es su apellido? ¿no es el mismo que el del ministro de economía?

Seguramente debe ser casualidad.

A tres pasos antes de salir por la puerta principal ese saco volvió a cubrir mi cara bloqueandome la vista y el olfato también.

Dios! esto huele tan mal.

Sólo podía pensar en las otras chicas, no perdí el tiempo ahí adentro y las conté, éramos 10...y recuerdo exactamente como entraron 10 hombres a buscarnos.

No estar al lado de mi amiga me desesperaba, esto era horrible pero al menos el estar juntas nos reconfortaba. Un hombre de pelo marrón y con algo de canas se la llevó. Ese era uno de los que nos secuestraron.

El tirón de brazo y el golpe en el asiento de aquel auto bloqueó mis pensamientos, un gemido de dolor y susto se escapó de mis labios.

— ¿Qué? agradece que te abrí la puerta pendeja — cerró la puerta del auto con fuerza y ​​escuché como se adentro al mismo, sentándose en el asiento del conductor, en un instante prendió el motor y sintió avanzar el auto.

— La fragancia de este saco es fascinante — Si! Estoy siendo sarcástica.

Una carcajada cínica soltó el ojiazul

— Qué delicado. La próxima será una bolsa de basu-

— No soy delicada solo quiero que me saques este maldito saco de la cabeza para poder respirar! —
interrumpí, alzando la voz que destilaba odio.

Di un jadeo de dolor al sentir como me estiro del pelo acercando mi oído a su boca.

— No me vuelvas a interrumpir pendejita o no vas a querer saber lo que pasará — susurro mientras su dedo pulgar acariciaba suavemente el inicio de mis tetas por encima de la blusa, provocando erizar mi piel —¿Entendiste?— volvió a susurrar más cerca de mi oído soltando poco a poco mi pelo.

— S..si — tartamudee nerviosa.

— Sos más hermosa siendo obediente

Quitó el saco por encima, revolviendo mis pelos al rozar con la tela.

Sin darme cuenta mi cabeza estaba mirando a dirección de aquel rostro que tenía su mirada posada en mi con esa sonrisa tan perfecta, ladeada a un costado con picardía.

Inmediatamente gire mi cabeza y conecta la mirada al vidrio dejándome ver los campos verdes a un costado de aquella carretera.

Pude presenciar que ya nos habíamos alejado de todo lugar poblado y que ya estaba muy lejos del campus de mi facultad y de mi casa...muy lejos.

— va a ser un viaje largo, si queres agua me pedis, si quieres comer algo me lo pedis y si tienes ganas de ir al baño, no me lo pidas porque no pienso parar el auto, te harás encima — la amabilidad no está en él, este infierno de"viaje" será un dolor de cabeza.

El me miró esperando una respuesta y yo solo asentí bajando la mirada a mis pies descalzos.

— Me sorprendes, no sos como las demás. No gritas, no lloras-

— y de que me serviría?— di una pausa — de nada. Nadie escucharía, nadie me llevaría de vuelta a casa. No me salvaría de mi destino, sea cual sea, por hacer un maldito berrinche.

— Y no te da miedo? — él giro su vista hacia mí — el que podemos hacer con vos o dónde te vamos a llevar?.

— ¡Si! — recosté mi frente en el vidrio de la ventana y cerré mis ojos.

[...]

Una mano grande se posó en mi brazo, moviendolo repetidamente y abrí mis ojos.

— eh, ya estamos llegando al límite, me informaron que hay control policial. Toma —me pasó un bolso y paro el auto — Hay ropa limpia anda atrás vestite y acomodate ya sabes lo que tienes que hacer.

Fingir ser la pareja feliz...Cuando era más joven que él.

Me pasé al asiento de atrás y empecé a sacar la ropa de aquel bolso.

Mire hacia adelante y sus ojos estaban haciendo contacto con mi cuerpo a través del espejo retrovisor

— Gira el espejo, no me voy a cambiar hasta que dejes de mirarme —demandé.

— ahira sos mi novia, se supone que tendría que verte.

Me cruce de brazos y una de mis cejas se levantó, indicando una mirada fría y de desagrado a su estúpido comentario

— uh dale, lo que digas — giro el espejo junto con su cabeza, mirando para un costado de la ruta.

Me cambié de ropa, volví al asiento del copiloto y seguimos el camino hacia el límite.

A unos metros de allí el retiro su mano de la palanca de cambio y tomo mi brazo con suavidad. Yo lo quiete y lo mire confundida

— Que haces?

— Sos mi novia, agarrarnos de la mano sería más creíble ¿no?.

Él volvió a tomar mi brazo, de nuevo con suavidad, lo coloco en su pierna y lo soltó. De pronto giro mi mano y entrelazo sus dedos con los míos, se me erizo la piel y una sensación corrió por mi estómago.

Todo me había parecido que sucedía en cámara lenta, me había sorprendido la suavidad con la que me trataba.

Llegamos y se paró en frente de aquel uniformado, bajo la ventana y apoyó su hombro en el marco de la misma

— Buenos días oficial — sonriendo, deslizando sus lentes de sol por la comisura de su nariz, dejando ver sus ojos ante el policía.

— Buen día, voy a necesitar que me muestre sus papeles y los permisos para conducir y sus documentos para cruzar — dijo el policía  mirando al ojiazul serio y después girando sus ojos hacia mí lo que hizo que bajara hasta nuestras manos.

El movimiento del castaño junto a mi para dirigirse hacia los papeles, bloqueó su vista.

— Acá tiene oficial, todos los papeles — hizo un silencio de tan solo segundos y volvió a hablar  —Hermoso día no cree? — el uniformado retiró la mirada de aquellos papeles para dirigirla a él y dejarle una sonrisa.

— Todo en orden —entregándole los papeles de vuelta. Los enamorados pueden seguir su camino.

— Muchas gracias —dice el ojiazul levantando mi mano aún con nuestros dedos entrelazados y dejando un suave beso duradero en la palma 

Sigó así hasta que note que ya estaba a unos pocos metros alejados de aquel peaje, luego quite mi mano de sus labios con brusquedad

— No me mientas, te encantó — me da una sonrisa con picardía.

Mi mirada fría y de desagrado queman la suya, me acomodo en el asiento y quedó mirando el horizonte que nos perseguía a un costado.

Por qué mierda estoy tan tranquila, por qué no estoy llorando o gritando como él decía, sea a donde sea que nos estén llevando no es bueno, quiero golpear algo de impotencia.

¿Coti estará llorando? y ¿Ya habrán dado aviso a las autoridades de nuestra desaparición?. Claro que no, es domingo, deben pensar que aún seguimos de joda.

Julián, tan bien que se sintió ese primer beso, quién iba a imaginar que tal vez sea el último, al parecer una sonrisa boba se formó en mi rostro.

— Que poco te durará la hermosa sonrisa.

— por que no cerras el orto?

— Esas palabras se compensaran con todo la guita que ganaremos con vos linda.

Esto se trata de tráfico de mujeres o prostitución, no me caben dudas... ya estoy muerta.

—————————————————————

Segundo capítulo bellacas😝😝

Voten y comenten

Muñeca del gobierno | Santiago Caputo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora