Capítulo X

87 7 0
                                    

Bailaban, reían, seducían; eso no era nada a comparación de lo que otras hacian en aquellos sillones pegados a la pared.

Era realmente asqueroso ver cómo sus lenguas se entrelazaban mientras sus "acompañantes" (viejos con plata) metían plata entre sus prendas.

Todo eso pude visualizar y más, mientras caminaba directo al hombre ganador del premio mayor.

Esas fueron las palabras de Agustin cuando me lo cruzó por los pasillos.

— Cuanto te extrañe, me dejaste con ganas ayer.

Me detuve frente a él y se paró al instante para dejar un corto y asqueroso beso en mi mejilla.

— Vamos — murmuró al tomarme de la mano e indicarme con la mirada que lo guiará.

Quisiera no llegar a las escaleras y por algún motivo desangrarme a mitad de camino. Pero cuando quise ver, ya estábamos arriba.

— sos muy lenta. Mi ansiedad y mis ganas de vos aumentan con cada paso que das.

Vi a Micol pasar con una sonrisa por mi lado, agarrada de un hombre; su sonrisa de oreja a oreja sólo me daban más ganas de pegarle para que reaccionara.

— Pasala lindo esta noche reina —dijo guiñandome el ojo y desapareciendo por los pasillos.

Al volver la vista a mi izquierda, pude sentir como mi corazón se contrajo al ver el número de habitación que tenía en frente, "Habitación 26" lo repase en mi mente con su voz, la voz de Santiago al decírmelo. Y mientras el hombre agarrado de mi mano abría la puerta yo solo podía pernsar en lasituación que habíamos pasado hace un momento y lo odiosamente bien que se había sentido.

¡Dios! ¿Qué estoy diciendo?

Las imágenes de Santiago en mi cabeza desaparecieron cuando ví el interior de aquel lugar.

El suelo cubierto de una alfombra roja con negro, sillones, una cama enorme con una tela transparente a su alrededor. Creí que eso era todo cuando observé lo que se encontraba encima de una mesa.

Oh. No.

Eran... ju... jug... juguetes sexuales, látigos, cuerdas, mordazas.

i¿Que carajos es esto?!

Vi un innumerado de cosas parecidas, jamás podrá entender que ellas se hayan podido acostumbrar a esto.

— Por que miras tantos? queres que ya empecemos a jugar algo fuerte?

— N...no

—Tranquila, me gusta empezar despacio con las nuevas.

Di un pequeño salto al sentir sus manos en mi cintura y como colocaba sus labios en mi cuello comenzando a besarlo repetidas veces.

Completamente quieta en mi lugar, empecé a temblar. Una lágrima se dejó caer y supe que ya no volvería a salir de aquí como entre. Supe que ahí moriría mi verdadero yo. Giro mi cuerpo hacia él.

— como me calentas!

Intento besarme pero instintivamente corrí mi cara, no sabía cómo iba a reaccionar hasta que de reojo ví su sonrisa. Su asquerosa sonrisa

Me tomó aún con más presión de la cintura y comencé a caminar hasta la cama rápidamente, aventándome a ella de un solo empujón.

— gatea como la putita que sos por la cama, enseñándome todo ese culito.

Tenía miedo y lo último que necesitaba era hacer que se enojara, así que obedecí.

Me di vuelta y sobre la misma cama empecé a gatear hasta las almohadas apuntando mi trasero en su dirección.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Sep 03 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Muñeca del gobierno | Santiago Caputo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora