Capítulo III

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Desperté. Ya es de noche, al parecer llevamos horas de viaje.

Estiré mi cuerpo de manera que si hubiera dormido 12 horas seguidas, mi estómago rugió indicando mucha hambre, claro que no le iba a pedir nada, así me estaría muriendo no le dirigiría la palabra por un poco de comida.

— Toma — dijo interrumpiendo mis pensamientos y sosteniendo en su mano un sándwich indicando que lo agarrara — No has comido nada en muchas horas y tu estomago hace ruido. Agarra esto, dale

Lo tomé, enserio tengo hambre

— Gracias— dije con voz seca.

— Al lado tuyo hay una botella de agua también.

Todo era silencioso, solo se escuchaba el canto de los grillos y nuestras respiraciones. Lo mire de reojo y vaya que tenía una mandíbula perfecta, la luz de la luna iluminaba sus ojos, aquellos ojos azules oscuros.

Sus labios, su piel parecía estar trabajada, su cara era casi perfecto.

Mientras mis pensamientos me invaden, mi cabeza giraba poco a poco a ese rostro y al parecer mirarlo de reojo ya no era na opción para mi subconsciente porque él dirigió su vista hacia la mía, quedando nuestros ojos en dirección exacta, como si se hubiera calculado todo a la medida.

¿Por qué no puedo quitarle la vista de encima?

Su mirada se desvío de mis ojos y bajó hasta mis labios, se quedó ahí, al parecer apreciando cada centímetro cuadrado de ellos, como si en cualquier momento los quisiera besar.

— Cuidado — grito señalando al camión que venía hacia nosotros.

Él del susto, giro el volante hacia el carril donde se supone que deberíamos ir nosotros, claramente mientras nos mirábamos se cruzó al carril contrario.

— Tenes que tener más cuidado

—Y vos tenes que dejar de ser...tan...— se  quejo y no termino la frase

— ¿Tan que? — pregunté

— Nada — cortó la charla prendiendo la mini pantalla del auto al frente de nosotros y reproduciendo "Back in Black" de AC/DC

— Qué hijo de puta este Martin, siempre las mismas canciones en todos los putos autos.

Al parecer este no era su auto, pero...¿Quién era Martin? ¿Será el que está detrás de todo esto?.

No encontro nada distinto y apagó la pantalla de manera brusca, yo soy impaciente pero este hombre me gana por mil.

— ¿y vos cantas? — me pregunto.

— ¿Qué? —lo mire confundida.

— ¿Hablo en chino?

— No, ningún canto.

— ¿Escuchas música al menos? — asiento con la cabeza — ¿Que escuchas?

— Música — respondí

— ah te haces la chistosa ahora. No me provoques.

— ¿Y por qué te interesa saber lo que escucho?

— Porque me está matando este silencio de mierda. No soporto tu presencia, quiero escuchar algo y tú estúpida voz es lo único que me queda — hablo fuerte.

— Yo no te pedí que me trajeras con vos, te hubieras llevado a una de las que lloraban y gritaban.

Grite de igual manera.Soltó el volante sin darse cuenta

— A mi no me gritas!

— ¡El volante! — en el momento, el desvío el auto del carril quedando en la tierra y lo detuvo. Mi corazó latía a mil y no hacía falta acercarme a su pecho para saber que el suyo también.

Posó de manera cansada su frente en el volante, quedando los dos en completo silencio.

¿Por qué hablaría con la persona que prácticamente me secuestró y me está llevando a quién sabe dónde como si todo estuviera bien entre nosotros?

No! pero el camino duraría otras horas más y no tenía ganas de soportar su mal humor o yo terminaría explotando.

El silencio duró más de 15 minutos y no me quedó otra que romperlo.

— Inglés

Retiró unos centímetros su frente de aquel volante y me miró confundido

— ¿Que?

— Escucho música en inglés...Es lo que querías saber.

— ¿Qué género?

— No hay uno en específico, pop, rock, lentos,
nuevos, viejos...es variado — hago una pausa — ¿Y a vos?

— Depende mi humor.

—Se nota.

— Vos me pusiste de mal humor — rodeé los ojos y abrí mi boca para hablar pero él lo hizo primero

— y no, yo te quería a vos y aunque seas insoportable a tu manera. No me arrepiento de haberlo hecho.

— pero ¿por qué?

— de todas las que estaban, vos estas mas linda

Una sensación en mi estómago se halló de repente; encendimos el auto y volvimos a la carretera.

— La más linda y la más cara. Yo soy el más responsable de todos y es mi deber cuidar de vos.

— ¿La más cara? — pregunté

— No tengo dudas de que si lo sos.

Mis ganas de preguntarme estaban matando, pero no quería, no quería aumentar mi miedo con su respuesta.

Por un lado sabía a qué se refería pero tal vez estaba equivocada, da igual lo sabré en el momento.

[...]

SANTIAGO

Ya falta menos, de aquí se ve la ciudad. Mi mirada  viaja a un costado, por las pocas casas que se ven y por la playa. Mi cabeza gira lento provocando que mi vista admire el brillo de aquel mar.

Sigo girando y algo bloquea mi vista, algo más que admirar.

Los rayos del sol le pegan en el rostro lo que hace que frunce el ceño, aún con los ojos cerrados. Ella todavía sigue dormida.

Si que no elegí mal, esta muy buena la pendeja.
Las curvas de su cuerpo son iguales de perfectas como las de su rostro. Sus ojos, no los he visto con la luz del día pero han de ser hermosos. La curva de su nariz, mi mirada viaja por ella y llega a sus labios.

¡La puta madre!

Si no fuera por mi trabajo ya te hubiera comido la boca y te hubiera garchado entera.

Es una piba con carácter, lo que la hace aún más caliente y quiera sacarle la poca ropa que trae y hacerla gritar.

Abrió sus ojos, delicadamente y bostezo, dándose un pequeño estirón.

Jamás había visto a una mujer, que no sea la boluda de mi esposa, despertar a mi lado en la mañana. Siempre es coger y les ordenaba que se tomarán el palo esa misma noche.

Me miro y al instante yo desvié mi vista de ella y giré hacia la carretera.

Había alcanzado a ver sus ojos y no me equivoqué, el brillo del sol los hacía más hermosos.

— Ya estamos llegando, ¿verdad?— dijo con voz semi ronca.

— Estamos a minutos de ahí —dije mirándola y notando su expresión de tristeza cabizbaja.

— Me llegó un mensaje del que se llevó a tu amiga — alzó su cabeza inmediatamente. Sabía que ese comentario le interesaría — Ellos ya están ahí, llegaron antes.

—Ok —susurro y volvió a bajar la cabeza.

Que mierda te pasa?. ¿Por qué sentís lástima por ella?. Es tu trabajo, no es algo nuevo, acostumbras a tratar con ellas todos los años. Ella es una más.

Me dije tratando de convencerme a mí mismo sin saber que pronto me daría cuenta de lo contrario.

Muñeca del gobierno | Santiago Caputo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora