Parte 6 - El Santuario

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Llegó el día acordado para la adoración y Gokú amaneció con una mezcla de nervios y emoción. En el desayuno recibió una visita de Ulrich para darle unas últimas instrucciones antes de su entrada al Santuario. "Dios Gokú, le recuerdo que un Dios Musculoso es un ser superior de poder y fuerza, por lo cual, al momento de copular con su adorador, siempre debe ser en posiciones donde usted tenga el control y mando sobre él. De preferencia usted debe permanecer siempre encima del adorador", dijo Ulrich. "Entendido. No se preocupe por eso, ese ha sido siempre mi papel, mi cuerpo está hecho para imponerse, tanto en la batalla como en la cama", dijo muy seguro de sí mismo Gokú.

El guerrero pasó el día en el gimnasio, quería tener sus músculos bien "bombeados" para su encuentro en el Santuario, acordado para las diez de la noche en punto.

Conforme se acercaba la hora, Gokú se dirigió a su habitación para comenzar a prepararse. Conocía a su adorador y sabía como complacerlo. Se colocó un posador de fisicoculturismo naranja brillante que le quedaba muy ajustado, enmarcando sus enormes glúteos musculosos y su gran bulto. Encima de su descomunal cuerpo colocó una bata roja con detalles dorados recién mandada a hacer, ya que por el crecimiento muscular que había tenido desde que llegó al Templo, sus batas anteriores ya no le quedaban.

Gokú camino al santuario moviendo su enorme espalda y hombros, su pecho enorme apenas contenido por la bata y sus glúteos moviéndose de un lado a otro bajo la tela. Se sentía lleno de una sensación de poder. Iba a concederle a un pobre mortal el honor de unirse a él.

Entró al Santuario viendo finalmente lo que había detrás de aquella puerta reservada sólo para los más imponentes Dioses Musculosos y los adoradores más devotos: era un salón enorme de mármol, lleno de estatuas de oro de fisicoculturistas. En el centro del recinto había una gran cama redonda cubierta don terciopelo rojo y cojines de la misma tela. En una de las esquinas, un jacuzzi de piedra con agua humeante y, al fondo, el trono para el Dios Musculoso, de mármol y oro.

Gokú se dirigió al trono y tomó asiento dejando caer sobre él sus más de 150 kilos de duro músculo, apenas y cabía en el asiento. Esperó pacientemente unos minutos hasta que la puerta principal se abrió de par en par.

Fue entonces que entró el adorador que tenia el honor de ser recibido en el Santuario por el Dios Gokú: Iñaki, el argentino de unos 35 años que gustaba vestirse de mujer para atender a Gokú. Iñaki era delgado, de piel blanca y nariz grande. Estaba completamente lampiño para apegarse a su fantasía de ser esposa y su cabello era casi al ras de la cabeza para poder colocarse una peluca.

Para esta ocasión, llevaba puesta una peluca de largo cabello rubio, una blusa blanca que dejaba ver su cintura y una minifalda negra de piel. Además, medias y zapatos de tacón.

El pene de Gokú comenzó a palpitar tan sólo verlo entrar. Iñaki avanzó lentamente hasta el trono y se lanzó a los pies de Gokú. "Mi dios, mi macho, ya estoy aquí para servirte y obedecerte nuevamente como la hembra sumisa que soy. Quiero que esta noche me fecundes. Bendíceme con tu semilla mi dios", dijo entre gemidos Iñaki.

"Tu Dios y macho está listo para unirse a ti", dijo Gokú conservando su seriedad, pero con su corazón y adrenalina a reventar. Se levantó del trono y dejó caer su bata, dejando expuesto ante Iñaki su enorme cuerpo. "Mi dios, estás enorme, no puedo creer toda tu gloria y tu poder", dijo Iñaki hincado en el suelo. Para entonces el pene de Gokú ya estaba erecto bajo su posador. La carpa que el pene formaba con la tela estaba tan alta que los bordes de la prenda se separaban de las ingles de Gokú dejando ver parte de sus enormes testículos.

Gokú comenzó a hacer algunas flexiones de fisicoculturismo mientras Iñaki observaba atónito. Luego tomó al adorador de la mano, lo levantó del suelo y lo guió hasta la cama al centro del lugar. Lo sentó en la orilla y Gokú se paró delante de él, imponente. "Mira la enorme verga que tiene tu Dios para ti. Esta verga es para bendecir mortales afortunadas como tú", dijo Gokú mientras movía su pene erecto bajo el posador. "Desnúdame", ordenó metido en su papel.

Gokú y el Templo MusculosoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora