Además de ponerse más grande, musculoso y ser adorado, Gokú había agregado una nueva ocupación a su rutina diaria: hablar con Darwin. Por mensajes de texto, se daban los buenos días, las buenas noches y se contaban lo que hacían diariamente. Se enviaban fotografías de lo que estaban haciendo y se hacían reír con memes, chistes y ocurrencias. El musculoso Dios Gokú sonreía y dejaba de hacer lo que estaba haciendo cuando recibía una notificación de Darwin.
Pero, al mismo tiempo, Gokú se cuestionaba su comportamiento. ¿Qué le estaba pasando?, ¿qué estaba sintiendo?, ¿estaba traicionando a su amada esposa Milk y a sus dos hijos? Desde su llegada al Templo Musculoso, Gokú no había pensado en si estaba mal ser adorado por los hombres que ahí llegaban. Para él, si no había sentimientos implicados no eran relevantes. Era un trabajo y ya. Una vez sucedido, esas personas se perdían en su memoria hasta que volvieran a aparecer. Pero Darwin estaba presente todo el tiempo en su mente y eso empezaba a hacerle sentir culpa con respecto a su familia.
Gokú decidió hablar entonces a su casa. Regularmente mantenía contacto por mensajes con su familia pero era estrictamente protocolario, simplemente verificar que en ambos lados de la conversación todo estuviera en orden. Además, hablar con ellos era inventar cosas sobre su falso trabajo como maestro de deportes, y le daba miedo incurrir en incongruencias y ser descubierto. Esta vez, y motivado por la culpa, sostuvo una charla más larga con Milk.
"Sí amor, claro, estoy bien. Claro que estoy comiendo, tú sabes que me interesa mucho mantener mi físico. Sí, sí. Por favor, dale un abrazo a Goten de mi parte, dile que su padre lo ama mucho y que pronto irá a verlos. Y a Gohan, por favor, que se esfuerce mucho en la escuela, no quiero que... que pase por lo que yo he pasdado...", Gokú sintió un nudo en la garganta al pensar que sucedería si sus hijos lo vieran en ajustadas tangas siendo adorado por viejos millonarios lujuriosos y se hizo un silencio. "¿Gokú?, ¿estás ahí?", preguntó Milk. "Sí, sí, disculpa. Eso era todo. Los amo mucho. Terminando el semestre iré a verlos. Adiós, los amo", el ahora Dios musculoso colgó cabizbajo el teléfono, pero inmediatamente, llegó una notificación de mensaje. Era Darwin. A Gokú le regresó la sonrisa al rostro.
Gokú era feliz manteniendo contacto con Darwin, algo en él lo llenaba de vida y una ternura que no sentía hace tiempo. Sentía una necesidad de tener su atención y de protegerlo. Así que un día, sin pensar mucho en su familia y las consecuencias, lo invitó a salir. Luego de preguntarle tres veces a Gokú si era cierto (ya que no podía creerlo), Darwin aceptó la Cita.
Llegó el día y en su habitación Gokú estaba preparándose muy nervioso. Se colocó unos jeans en los que apenas pudieron entrar sus enormes y musculosas piernas y sus glúteos trabajados. Luego, una camiseta blanca que tuvo que estirarse a su máxima capacidad para albergar la espalda gigante del Dios, sus pectorales y sus brazos. Esta era de la poca ropa no deportiva o erótica que Gokú tenía. Se miró en el espejo y vio como su cuerpo parecía iba a romper las telas de lo grande que estaba, se sintió algo tonto pero se resignó. Se subió a uno de los autos de lujo que le regaló uno de sus adoradores y salió a la ciudad.
El lugar acordado era un lujoso restaurante muy exclusivo al que sólo se ingresaba previa reservación y cuyos precios eran altos, por lo cual solía haber poca gente. Gokú lo eligió pensando en las reglas del Templo Musculoso: "El Templo Musculoso y los Dioses que lo habitan son de carácter sumamente exclusivo. Sólo aquellos adoradores más devotos y dispuestos a ofrendar altas cantidades pueden tener acceso. Es por eso que solicitamos a los Dioses Musculosos de la manera más atenta, evitar lugares concurridos para mantenerlos fuera de la vista de los mortales comunes y seguir manteniendo su divinidad y exclusividad. Asimismo, cuando deban salir del Templo, les solicitamos encarecidamente sean breves y regresen según el tiempo acordado con Ulrich".
ESTÁS LEYENDO
Gokú y el Templo Musculoso
FanfictionAgobiado por la falta de empleo y dinero con los cuales sostener a su familia, Gokú recibe una invitación para trabajar en un misterioso "Templo musculoso", un lugar dedicado a la apreciación de los físicos más imponentes del planeta... y al placer...