Estoy acurrucada en el sillón del salón, con una manta arrugada sobre mis piernas, mientras Cody se acomoda a mi lado. La luz de la televisión ilumina nuestras caras con el parpadeo constante de la película de terror que estamos viendo. La escena en pantalla es particularmente espeluznante, y la tensión se puede cortar con un cuchillo. El sonido de la música de suspenso y los gritos de los actores parecen envolvernos, poniendome tan tensa que hasta me olvido de todo lo demás.
—¿Estás segura de que quieres ver esto? —me pregunta Cody, su voz baja, pero con un toque de burla. Sus ojos brillan con una mezcla de diversión y malicia mientras observa mi reacción.
—Claro, ¿por qué no? —respondo con una sonrisa, aunque mis manos están aferradas a la manta con más fuerza de la que me gustaría admitir. Los sustos son lo último en lo que debería pensar ahora, pero esta noche no quiero más que una distracción.
En la pantalla, la música alcanza su punto culminante, y justo en el momento en que el asesino aparece, Cody me da un susto que casi me hace saltar del sillón. Me agarra del brazo con una mano fría y firme, mientras yo doy un grito agudo y luego comienzo a reír, mi risa mezclándose con el sonido de la película.
—¡Eres un idiota! —exclamo, golpeándolo juguetonamente en el brazo.
—Lo sabía. —Cody se ríe, su expresión es un reflejo de mi alegría. —¡Tienes que admitir que lo hice bien!
—Sí, lo hiciste —le respondo, todavía riendo
Lo observo de reojo, algo preocupada. Pasamos mucho tiempo juntos, pero no hemos hablado demasiado sobre él últimamente.
—¿Cómo estás? No sólo con la película, sino en general. ¿Cómo va la rehabilitación?
Cody suspira, sus ojos mirando hacia la pantalla aunque claramente no está prestando atención a lo que sucede. La diversión en su rostro se desvanece lentamente, reemplazada por una expresión de introspección.
—Es... complicado —dice finalmente, su tono más serio—. Salir de la clínica y estar en casa tiene sus desafíos. Es diferente estar aquí, sin las estructuras que solíamos tener. Es... a veces siento que todo está en mi contra.
Lo miro con preocupación. La rehabilitación ha sido un tema delicado desde que nuestro madre se fue. No ha sido fácil para él adaptarse a la vida afuera, especialmente sin la rutina y el apoyo que solía tener.
—¿Te gusta estar afuera? —le pregunto, tratando de mantener la conversación ligera pero genuina—. ¿Es mejor que estar en la clínica?
—Sí y no —responde con una pequeña sonrisa triste—. Es genial estar en casa, pero también hay mucha presión. No es lo mismo tener terapia todo el tiempo que tener que lidiar con la vida cotidiana por mi cuenta. A veces me siento perdido, como si no supiera qué hacer con mi tiempo o cómo manejar mis emociones.
Lo miro, sintiendo una oleada de compasión y tristeza. Cody ha pasado por mucho, y aunque ha hecho un gran esfuerzo por mostrarse fuerte, sé que lleva una carga pesada. La ausencia de mamá ha dejado un vacío enorme en nuestras vidas, y aunque tratamos de seguir adelante, el dolor y la falta de guía se sienten a menudo como una sombra constante.
—Lo siento, Cody —digo suavemente—. No sé cómo se siente estar en tus zapatos, pero sé que no ha sido fácil para ninguno de los dos.
Cody me lanza una mirada agradecida, y por un momento, la tristeza en sus ojos se suaviza.
—Gracias, Kenz. Lo aprecio. A veces siento que no tengo a nadie con quien hablar sobre esto, y no quiero preocupar a papá más de lo que ya está. Pero hablar contigo... ayuda.
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Corazones Revelados (SIEMPRE #2)
RomantiekPor primera vez, Mackenzie se ha elegido por sobre todos los demás. Luego de que la mayor mentira de su vida saliese a la luz, ella ya no sería la misma otra vez. Su relación con Nate era una herida abierta que aún no había dejado de sangrar, y co...