La semana de Kimberly O'Higgins comenzaba volviendo a recibir una llamada de Andrés, el padre de su hija Aurora. La abogada respondió a la llamada con resignación. Una parte de ella le odiaba por haberlas abandonado a ella y a su hija por sus vicios , sin embargo , había otra que sentía compasión por ese hombre que llevaba tanto tiempo enfermo. A fin de cuentas, las adicciones son una enfermedad en la que gente recae involuntariamente aunque se intente evitar. La abogada en el fondo también estaba agradecida porque si no fuese por la relación que mantuvieron hoy su hija, la persona que más quería en el mundo, no estaría presente en su vida.
Kimberly O'Higgins, como siempre, se escondió en su despacho y descolgó su teléfono móvil.
—Buenos días, Kim , soy Andrés de nuevo. Es muy urgente que hablemos.— El hombre saludó a la mujer con un tono muy alarmante.
—¿Qué ocurre Andrés?— La mujer estaba muy preocupada, podría esperarse cualquier cosa de aquel hombre.
— Necesito veros a ti y a nuestra hija en persona, tengo algo muy importante que deciros y tiene que ser hoy mismo.— Contestó Andrés con firmeza.
— Has tenido casi 22 años para hablar con tu hija , ¿A qué viene tanta prisa ahora?— La mujer estaba muy indignada con la actitud del padre de su hija, en esos momentos no podía sentir más que rabia.
—Resulta que mi contrato en el bar donde trabajaba ha acabado y mi hermano me ha conseguido un empleo en el restaurante donde él trabaja, el problema es que el restaurante está fuera del país en Lyon.— Comentó el hombre con mucha tristeza en su voz.
— Increíble, vas a conocer a tu hija con la que no has estado durante todo este tiempo para explicarle que te vas de nuevo fuera de su vida.—En estos momentos, Kimberly O'Higgins, una mujer que siempre había mantenido la compostura, estaba a punto explotar.
— Has criado a una chica muy fuerte, estoy seguro de que lo entenderá todo.— Andrés intentaba calmar a Kimberly, pero su esfuerzo era en vano.
—Exactamente, yo soy la que decide sobre mi hija porque soy yo quien ha estado siempre con ella. Tú, en cambio, sigues siendo el mismo inmaduro de siempre.— Replicó la madre de la chica cada vez más furiosa.
—Soy infiel, alcohólico, ludópata y para ti también un inmaduro. Aunque entiendo que son etiquetas que me he ganado en el pasado y de las que no estoy orgulloso. He aprendido a verlas como simples características de la persona que fui en el pasado y estoy empezando a lograr que ya no me afectan. Por muy difícil de creer que te parezca, yo también tengo derecho a seguir adelante con mi vida y para ello tengo que perdonarme a mí mismo, con el apoyo de los demás o sin él.— El hombre estaba cansado de tener que siempre justificarse y dar el mismo discurso ante la gente, no obstante, le dolía la imagen mental que tenía la madre de su hija de él aunque a ella también la entendía.
—Lo siento, todo esto es muy difícil para mí— La mujer se arrepentía de haber dicho lo que dijo en caliente, se sentía muy avergonzada y no estaba contenta con la manera en la que había reaccionado.
Andrés se mostró comprensivo con la madre de su hija y contestó:
—No te preocupes Kim, te he hecho pasar muchos sinsabores en el pasado y entiendo tu preocupación por el tipo de padre que he sido, soy y seré para nuestra hija. Necesito que te quede claro que aunque esté en la distancia siempre la tendré presente y tal como tú haces, intentaré velar por ella siempre. Por muy extraño que pueda parecerte, hubo un momento en mi vida en el que pensé que la manera que tenía de ser padre era alejarme de vosotras por completo. No quería que mi hija estuviera asociada con alguien adicto y que se movía en el entorno en el que yo estaba. Ahora que estoy recuperado, creo que tengo las fuerzas para empezar a acercarme a ella si Aurora está de acuerdo.—
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¡SALVEMOS EL HOSTAL HEDRERA!
RandomRuth Hedrera es la hija del dueño de la compañía hotelera más importante del país. La joven heredera de la compañía Hedrera recibe un extraño mensaje de su padre el día de su graduación en el que le manda unas instrucciones que la dirigen al pueblo...