Capítulo 10

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A la mañana siguiente se levantó mucho más temprano que de costumbre. Más que probable, debido al caliente sueño que había estado teniendo. Uno en el que Dokyeom tenía el rol protagónico. Él había estado desnudo, bajo la regadera, y había invitado a Lee Chan a lavarle la espalda. Una tarea, que Lee Chan había estado más que feliz de llevar a cabo. Justo cuando las cosas se estaban poniendo mejor, Lee Chan se había despertado para encontrarse duro, y solo.

¡Maldita sea! Sabía que no habría vuelta a dormir. Así que había rodado de la cama, tomado una ducha fría solo, y se había vestido. Después de terminar de vestirse, había salido de la habitación. Se detuvo fuera de la puerta de Dokyeom, preguntándose si debía tocar. Todavía era súper temprano, pero Lee Chan no quería desayunar solo.

Se imaginó que no tenía nada que perder. No es que no hubiera sido rechazado antes. Una vez más no podía hacer daño. Además, nunca lo iba a saber si no lo intentaba. Respirando hondo, tocó.

No recibió respuesta, pero sí escuchó un movimiento del otro lado. Así que Lee Chan lo intentó de nuevo. Otra vez no hubo respuesta. En su lugar, Lee Chan escuchó un fuerte sonido de pisadas. Curioso, trató con la manija, y se dio cuenta de que estaba abierta.

Echó una miradita adentro y se quedó sin aliento. Un enorme Dragón estaba estirado a través de la larga habitación. Lee Chan supo inmediatamente que era Dokyeom. No solo porque era el único Dragón en el área, sino porque había algo más que familiar en la mirada de la criatura.

Lee Chan ni siquiera sintió miedo. Lo que fue extraño, tomando en cuenta que Dokyeom eras más grande que un maldito camión. Sus dientes eran más grandes que su mano y probablemente podrían partirlo por la mitad. Asomaban por debajo de gran boca del Dragón, resplandecientes en la luz baja. Sus garras eran negras e igual de grandes. A juzgar por los arañazos en el piso de madera, eran condenadamente filosas, también. Pero Lee Chan aun así se acercó con una sonrisa en el rostro.

Lee Chan estiró el brazo y recorrió con su mano el costado de Dokyeom. Las escamas le hacían cosquillas en las palmas, pero eran hermosas. Una mezcla de azul, morado y plata. Más asombrosas que cualquier cosa que Lee Chan hubiera visto en una película u obra de arte. Las alas del Dragón estaban plegadas apretadamente contras su cuerpo, pero Lee Chan apostaba que eran increíbles, también. Lee Chan se inclinó e inhaló, notando que el olor de Dokyeom no había cambiado ni un poquito. Lo que no debería haber sido sorprendente, ya que funcionaba de la misma manera para todos los cambiaformas. Pero ninguno era tan magnífico como el de Dokyeom, tampoco.

Dokyeom siguió mirándolo, luciendo unos ojos oscuros que a Lee Chan le recordaron los que tenía el Dragón en su forma humana. Estaban llenos de reconocimiento, lo que le dejaba saber a Lee Chan que Dokyeom todavía tenía control absoluto sobre su memoria y emociones.

—Eres extraordinario. —Lee Chan suspiró.

Se inclinó, y le dio un ligero beso en la nariz a Dokyeom. El Dragón resopló irritado, pero no se apartó. Lee Chan se rió ante la reacción.

—Creo que me gustas más así. No me puedes decir que cierre la boca y me largue —Lee Chan declaró.

Todavía ardía recordar esos tiempos. Aunque entendía que Dokyeom solo hizo lo que era mejor para él. Lo que todavía no significaba que no hubiera podido ser más amable. En realidad, Dokyeom, no había tenido a alguien que le enseñara compasión y buenas maneras en su vida. Así que, Lee Chan debía estar agradecido de que Dokyeom hubiera resultado ser el maravilloso hombre que era. Claro, podía ser gruñón y tosco, pero todavía tenía un centro sensible, uno que solo Lee Chan había visto. Aun cuando le tomó una eternidad para que bajara la guardia lo suficiente para que eso pasara.

Serie de la HdA 05 - El Vacío Del DragónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora