Capítulo 02.

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Capítulo 02: Mi libertad

El sábado fue un día lleno de acontecimientos. Acontecimientos muy problemáticos, si se me permite decirlo. Me gustaría decir que todo el asunto de la despedida con Kei y el traslado a mi nuevo hogar fue lo más problemático, pero lastimosamente es absolutamente incorrecto.

Sabía que esto iba a ocurrir de esta forma. El presidente Sakayanagi me advirtió de varias actividades a realizar para que se conceda una libertad total pronta. Pero incluso con eso, hubiera preferido estar en mi habitación descansando que haciendo cualquier otra cosa.

Ni siquiera tuve tiempo para echar un vistazo a mi nuevo hogar.

Apenas puse un pie en la casa que serviría como mi hogar durante el resto de mi vida, varios hombres trajeados entraron por la puerta exigiendo que los acompañase. La razón era que, para ganar mi libertad incondicionada, debía confesar todo lo que sabía acerca de la Sala Blanca para ponerle el punto y final definitivo. Destruir ese lugar no era algo que tuviera planeado, ni en el corto o largo plazo, pero sí su destrucción me beneficiaba tanto como para ser libre, no iba a dudar en hacerlo.

No se me permitió ver a mi padre durante el proceso de confesión. No es que tuviera la necesidad de hacerlo o quisiera verlo; tampoco es un asunto sentimental o una despedida entre padre e hijo. Es solo que me hubiera gustado ver la cara que tiene ahora que su vida ha sido decidida, al igual que el decidió la de cientos de niños al arrojarlos dentro de ese lugar. ¿Esto es lo que la gente llama como justicia poética?

Al final, pensé que saldría de ahí sin encontrarme con nadie, pero la vida nunca es como la queremos y deseamos.

Tal parece que a la confesión no solo asistí yo, habría sido tonto pensar eso. Cerca de la salida estaban reunidos varios ex estudiantes de la Sala Blanca, de la cuarta generación para ser exactos. Los reconocí a todos. No por sus nombres, sino por su número asignado allá adentro. Las personas que habían sido eliminadas una por una ahora estaban frente a mí.

Recordé las palabras del presidente Sakayanagi. Solo había dos personas que podíamos llevar una vida digna de todos los que estuvimos atrapados en el mismo sistema de entrenamiento durante años. Y la vista delante mía solo le daba la razón.

Uno de ellos usaba una silla de ruedas para desplazarse, otro de ellos iba completamente dopado con medicamentos, posiblemente para mantenerlo calmado; varios de ellos iban acompañados por un adulto por diversas razones. Había múltiples circunstancias entre ellos, pero todos compartían la misma característica de no poder valerse por sí mismos.

Excepto Yuki.

Ella estaba ahí, parada y charlando tranquilamente con todos los demás chicos.

Nos miramos mutuamente. Fue menos de un segundo en el que ambos compartimos pensamientos a través de nuestros ojos, pero pude ver en ella las ganas de correr en mi dirección para hablar conmigo. Sin embargo, yo simplemente seguí mi camino, decidiendo ignorarla, como siempre lo he hecho.

Quedarme más tiempo en ese lugar, con esas personas, solo traería problemas que no me apetecían. Tenía curiosidad por cómo había hecho las cosas durante estos años para cerrar ese lugar, pero no podía seguir allí. Mi sola presencia podría traer conflictos con los presentes. Así como pasó con Yuki en el pasado, cuándo la visité en el hospital, muchos de ellos podrían tener secuelas psicológicas a cosas relacionadas a la Sala Blanca, especialmente...

"¡Tú!"

Tal parece que no fui tan rápido en esta ocasión.

Antes de seguir mi camino pude ver por el rabillo del ojo que uno de esos chicos, el sujeto 4-043, se separó del adulto que lo estaba acompañado y corrió en mi contra. Su tono de voz hacía evidente que estaba en un estado de cólera. Todavía me guardaba rencor por lo que ocurrió hace años. Tampoco parecía estar en sus cinco sentidos, así que debía estar medicado o, por el contrario, con alguna enfermedad mental que lo haga mentalmente inestable.

AMOR EN RUSO. (Любовь по-русски) [COTE X ROSHIDERE]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora