37. 200 libres

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El móvil de Violeta sonó indicandole que le había llegado un whatsapp. Chiara le avisaba de que la recogía a las 15.30 para llegar sobre las 16.15 a Can Llong, que era donde se desarrollaba el campeonato. Un halo de nervios se le posó a Violeta en el estómago, la situación de ver a la familia de Chiara sin siquiera saber en calidad de que iba allí, era algo que le perturbaba. No había tenido ni un atisbo de duda cuando se lo pidió sobre todo con la cara que lo hizo. Pudo percibir ilusión a la vez que vergüenza cuando se lo preguntó, pero en seguida supo que no tenía opción para decir que no. No quería decir que no. Pero ahora en ese momento ya no lo tenía tan claro y a medida que pasaba el tiempo se ponía más nerviosa. Cuando se dio cuenta, Chiara le dio el aviso de que ya estaba abajo.

Bajó prácticamente corriendo y allí la vio esperándole como siempre en doble fila porque Violeta siempre necesitaba los 5' de cortesía. Apoyada en el coche, con sus gafas de sol y haciendo el gesto de recolocarse el pelo. No podía evitar pensar que estaba guapísima y que siempre que hacía ese gesto, algo en su interior se removía. Una sonrisa blanquecina que podría iluminar la calle le recibió.

- Hola, Vio-lenta.

- Hola. Lo siento ¿vale?

Chiara se rio, le hacía gracia que siempre tuviese que contar con que iba a bajar algo tarde y hoy no iba a ser la excepción. Se subieron al coche y arrancaron camino de Sabadell. Violeta iba mirando por la ventana echa un manojo de nervios y Chiara iba sumergida en sus pensamientos. Que bien se está de Miriam Rodríguez amenizaba el viaje y cuando Violeta fue consciente de lo que estaba escuchando algo se le encogió dentro. Se sintió representada con la letra y no pudo evitar girar la cabeza para mirar a Chiara.

Tú me gustas de verdad

Eres como ese huracán

Que viene a destrozar

Mi escudo hecho de cristal

Así se sentía con ella, era como un huracán, alocada e imprevisible, pero que iba rompiendo el escudo que se había puesto después de su relación con Pablo, pensando que era de metal hasta que apareció ella y se dio cuenta de que era de cristal, como relataba la canción. Una sonrisa apareció en su rostro, porque a pesar de que lo estaba rompiendo y eso significaba que también se podía cortar, se sentía tranquila.

- Te ha comido la lengua el gato - Enarcó una ceja para mirarla.

- Perdona, es que voy pensando en mil cosas.

- Lo sé. - Le sacó la lengua - ¿Y se puede saber en qué piensas?

- Pues en los exámenes, en el viaje a Menorca... en muchas cosas. - Violeta notó que algo más se guardaba.

- En algo más estás pensando. - Empezaban a tener la conexión de saber cuando algo le perturbaba a la otra y Violeta se dio cuenta.

- Sí... en el encuentro ahora con mi familia. Y sé que tú también. - Parecía que no era la única que se había dado cuenta. - Estoy nerviosa.

- Yo también. Lo que me sorprende es que tú lo estés. - Sus miradas conectaron medio segundo.

- Es el hecho de ver a mi madre... siento como una losa que siempre llevo encima y que me genera tensión. ¿Tú por qué estás nerviosa?

Saltó la liebre. No sabía ni qué responder así que solo se encogió de hombros.

- Vio no vamos como si fueses mi novia a conocer a su suegra. Simplemente vamos porque quería que vinieses y me hace ilusión que les conozcas y me acompañes. Después de la conversación que tuvimos no creo que haya nadie mejor que me pueda acompañar. Me das... seguridad. Pero no quiero que lo veas como una obligación o una encerrona.

Coches de ChoqueDonde viven las historias. Descúbrelo ahora