Capitulo 4

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Se quedo un rato largo mirándome fijamente a los ojos. Su mirada era fría, oscura, e intimidante. Sus ojos eran como dos agujeros negros.

- ¿De que tenemos que hablar?- Dije por fin, después de un rato largo de silencio.

- Bueno, estas invitada a una juntada que se hará el fin de semana en casa de Laura, le has caído bien, y me ha pedido que te invitara.

- ¡Genial! Tratare de ir, Natalie también esta invitada, ¿No?

- Eh... Bueno... -Se rasco la cabeza nervioso.- Ella no esta invitada.

- ¿Por qué?

- Es complicado, no entenderías...

- Creo que si entendería, y me parece que ustedes son los complicados. Ademas, no entiendo como alguien como Natalie puede ganar su desprecio, ella es muy buena y dulce.

- Si... Bueno... -Se quedo callado un rato, pensando.- Esta bien, invítala tu, yo le digo a Laura, pero no creo que le guste la idea.

- Esta bien.- Dije con una sonrisa de oreja a oreja.- ¡Gracias Luca!- Lo abrace fuerte, y luego de unos segundos fui a buscar a Natalie.


Había buscado a Natalie por todo el colegio, pero ella había desaparecido sin dejar rastros. El único lugar que me faltaba por recorrer era el baño de mujeres del colegio, así que me dirigí hacia allí corriendo.

La puerta del baño chirrió cuando la empuje para que se abriera, en el lugar reinaba el silencio, donde solo se escuchaba el zumbido de los fluorescentes que iluminaban aquel sitio. Empece a caminar a lo largo del baño, buscando señal de Natalie; pero todas las puertas de los cubículos estaban cerradas, y debajo de ellas no se veían los pies de ninguna persona.

La única persona que parecía que me hacia compañía allí era mi reflejo en el espejo, que se encontraba a lo largo de todo el baño, y el único ruido que se escuchaba era el de mis pies contra los mosaicos, que por primera vez, eran blancos, ya que siempre se encontraban de un color grisáceo porque nunca limpiaban aquel lugar. Seguí buscándola hasta que llegue a la ultima puerta del baño. Me fije debajo de la puerta, y allí estaban sus zapatillas Converse rojas con sus cordones blancos, que siempre usaba. Golpee tres veces la puerta.

- ¿Natalie? ¿Estas ahí?- Silencio.- Natalie, necesito saber si estas ahí, de verdad... Me estoy empezando a preocupar...

Se escucho el sorbido de una nariz.

- S-sí... Estoy aquí...- Abrió la puerta, tenia la cabeza gacha.

- ¿Estas bien?- Intente mirarla pero ella escapaba de mi mirada.

- Permiso...- Di dos pasos hacia atrás y ella salio del baño. Seguía con la cabeza gacha, no pensaba mirarme por lo visto.

- Por favor, mírame.- Le rogué, esperando que lo hiciera.

Ella suspiro apenas, y levanto su rostro, cuando la vi entendí porque no quería que lo viera. Sus ojos estaban rojos e hinchados de tanto llorar, y su ojo izquierdo estaba morado, casi negro.

- ¿Q-que te hicieron?- Le pregunte, estaba sorprendida.- ¿Q-quien fue?- Ademas de sorprendida, estaba furiosa por lo que le habían hecho.

- No es nada, solo fue un golpe... Y no te voy a decir quien fue, no quiero que te metas en un lío por mi culpa...- Sus ojos se volvieron a llenar de lagrimas.

- P-pero... ¡Natalie, mira lo que te hicieron!- Me miro a los ojos, su mirada era fría y apagada.- Esta bien... ¿Pero por lo menos no te retiraras?

- Si, iba a llamar a mi mamá para que me retirara.- Saco su teléfono y me lo mostró.- Pero cuando me atienda voy a desplomarme, y voy a empezar a llorar, y no quiero llorar porque se va a preocupar mas de lo necesario...

Let her goDonde viven las historias. Descúbrelo ahora