Capítulo 6

305 16 2
                                    

Corrí rápidamente intentando seguir el rastro de Natalie, pero ella era muy rápida, además, la oscuridad de la noche, y la poca iluminación que tenían esas calles no ayudaban demasiado.
Natalie estaba cruzando por un pequeño parque de juegos cuando tropezó y cayó al suelo, rápidamente me tiré encima de ella, sosteniendola de las muñecas. Su rostro estaba cubierto de lágrimas, y su boca no dejaba de hacer puchero; arriba de ella podía sentir latir su corazón a mil, como el aleteo de un picaflor que nunca se detiene, y su pecho subir y bajar como las olas cuando tocan la orilla de la arena.
- ¡Mirame!- Le grité. Se negaba a mirarme, su rostro estaba sonrojado, y no dejaba de gimotear. Me costaba respirar, debido a todo lo que había corrido.- ¡Mirame he dicho!- Por fin, lentamente me miró.
- ¿Qué?- Dijo casi escupiendome en la cara, como si yo fuera el ser más asqueroso y despreciable del mundo, podía sentir el aroma a alcohol que su boca emanaba, o tal vez era la mía, no sabía con exactitud.- ¿Qué quieres? ¡Vamos! ¿Por que no te estas riendo de este fenómeno?- Dijo haciendo referencia a ella misma.
- Yo...- No sabía que decir, tal vez sí, pero mi lengua parecía tener un gran nudo.- Yo no puedo despreciarte, porque eres mi amiga, y que tengas otros tipos de gustos no cambia nada en nuestra relación, ni mi afecto hacia ti.- Dije por fin, con lágrimas en los ojos.
- Por favor, Maia...- Su voz quebró apenas.- Nadie quiere a una lesbiana...- Dijo bajando la mirada, sus ojos se habían opacado, y estaban cristalinos de lagrimas.
- Agradezco no ser nadie...- Sonreí con dulzura para ella.
Se quedó quieta unos segundos, mirándome directamente a los ojos, sentí otra vez uno de esos escalofríos que recorrían por todo mi cuerpo, había llegado a la conclusión de que no eran por el frío, porque siempre sucedían en situaciones como aquella, y con Natalie.
Natalie empezó a acercar lentamente su rostro al mio, al principio, sus labios quedaban a centímetros de los míos, luego milímetros, y luego nada, sólo quedaba un espacio finito, un espacio tan finito como el que hay entre átomos.
Era la primera vez, que mis labios tocaban otros labios, la primera vez de ambas, tan raro, mágico e incómodo como pueda ser imaginable. Pero también se sentía como tener una estrella fugaz, con chispas dentro tuyo que salían hacia todos lados, y tu cuerpo tan brillante por dentro como por fuera que encandilaba.
Rápidamente, atontada por la situación, me separe de ella, soltándole las muñecas y levantándome de encima de ella.
- Y-Yo...- Empezó a decir, pero antes que dijera algo en concreto la interrumpí negando con la cabeza, sentía que mis cachetes ardían como brasas en el fuego.
- Volvamos para la casa de Laura, llamaré a tu mamá para que venga a buscarte y yo a la mía para que haga lo mismo, ¿Está bien?- Lo único que hizo fue solamente asentir con la cabeza y levantarse del suelo. Ambas empezamos a caminar hacia la casa de Laura en silencio y con la cabeza baja. Cuando llegamos nos sentamos en la entrada de la casa, esperando a que nuestras mamás fueran a buscarnos.
Mi mamá había sido la primera en llegar así que me despedí de Natalie, y entre en el auto.
- ¡Adiós, Natalie!- Dijo sacando la cabeza por la ventanilla, mientras se despedía. Una vez que volvió a meter la cabeza en el auto empezó a conducir y a atestarme de preguntas.- Cuéntame, ¿Como te ha ido?, ¿Que tal tus compañeros?- Mi mamá parecía tan inocente haciendo ese tipo de preguntas, si tan sólo supiera lo que había pasado se volvería loca. <<La curiosidad mató al gato...>>- Eh, ¿Por que tan callada? ¿Paso algo malo?- Dijo sacándome de mis pensamientos; la mire y sonreí.
-No, es que estoy cansada, sólo eso, mañana mejor te cuento todo, ¿Si?
Sólo asintió, y se quedó en silencio durante todo el trayecto hasta casa, apenas llegamos me acosté en mi cama para dormir, mi cabeza era un remolino de pensamientos, y lo único que necesitaba era descansar.

El lunes esperé a que Natalie fuera al colegio, para poder hablar con ella y aclarar las cosas, pero había sido en vano, porque no llegó nunca, y ese día fue uno de los más aburridos, agotadores y largos que había tenido hasta el momento. Pero así fue toda la semana, porque en toda la semana había faltado.
El viernes por la tarde, luego del colegio, me dirigí a mi habitación con mi movil, y de ahí llamé a la casa de Natalie. Llame tres veces pero nadie me atendió, la cuarta vez que llame al cuarto tono atendieron.
- ¿Hola?- Era la voz de la mama de Natalie.
- Hola, Ana.- Dije en tono alegre y dulce.- Llamaba para ver si Natalie estaba bien ya que faltó toda la semana o para saber por qué faltó toda la semana...
- Maia, me alegra que te preocupes por ella.- Realmente se alegraba, se notaba en su tono de voz.- Sus compañeros nunca la han llamado preocupándose por ella cuando ha faltado, ni siquiera para ofrecer pasarle la tarea o lo que han hecho en el día, a veces le tenemos que pedir las cosas a los profesores.- Dijo con una pequeña risa al final, intentado disimular que no era gran cosa.- Te voy a dar con Natalie para que hables con ella, ¿Si?
- Bueno, esta bien.
- Espera un segundo.- Se escucho como separó el teléfono de su oído y luego lo colocó sobre alguna superficie para que no se escuchara de lo que estuvieran hablando, pero el intento fue en vano porque se escuchaba igual.- ¡Natalie! Maia esta en el teléfono tienes que atenderla.
- No voy a hacerlo.- Se escucho a lo lejos la vos de Nati.- Dile que me encuentro muy mal de la garganta y que por eso no puedo.
- ¡Vamos, Natalie! Se ha tomado la molestia de llamarte y preocuparse por ti, ¿En serio no vas a atenderla?
- Por eso, se ha tomado la molestia.- Dijo en tono tajante.- Porque es molesto tener que llamarme.
Se escucho un pequeño suspiro por parte de su madre.
- Perdón, Maia, por hacerte esperar, pero Natalie no quiere hablar...
- Esta bien, no importa, mándale un saludo, y si es que esta enferma espero que se mejore. Adiós, Ana.- Y corte la llamada.
Natalie no iba a ganar nada dejando de ir al colegio, y era capaz de dejar de ir por un largo tiempo o de cambiarse de instituto.
Salí rápidamente de mi cuarto y me dirigí hacia mi mamá, que se encontraba sentada en una de las sillas del comedor viendo las noticias.
- Necesito que me lleves a la casa de Natalie, es importante.- Ella me miró confundida y sin entender porqué quería que hiciera eso.
- Esta bien...- Dijo apagando el televisor y levantándose.- ¿Por que quieres ir a verla?- Me dirigí rápidamente a la puerta mientras ella agarraba las llaves del auto.
- Porque a faltado al colegio toda esta semana y estoy preocupada por ella, llame a su casa y no quiso hablar conmigo, no se que le habrá pasado.- Camine rápidamente hacia el auto y esperé a que sacará la alarma para poder subir a el, una vez que lo hizo nos pusimos en camino a la casa de Natalie.

Cuando llegamos, la pequeña y descuidada casa lucía desolada, baje del auto y corriendo me acerqué a la puerta principal de la casa. Toque tres veces la puerta.


Habían tocado la puerta, y la única persona que se encontraba allí para abrirla era Natalie, rápidamente fue a abrirla, extrañada de quien pudiera ser. Apenas estuvo frente a la puerta, dudo en preguntar quien era el que estaba al otro lado de esta o si solamente abrir.

Colocó su mano sobre el picaporte, y abrió.

Let her goDonde viven las historias. Descúbrelo ahora