XIV

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-¿Con quién hablabas? -Juvena puso sus manos en mi hombro para saludarme

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-¿Con quién hablabas? -Juvena puso sus manos en mi hombro para saludarme.

-Con... nadie en especial -respondí, intentando evitar la conversación sobre Kalena.

-¿Y "nadie en especial" le dices "te amo"?

-¿A qué viniste, enana?

-No me cambies el tema-Me levanté de la cama y miré por la ventana.

-No quiero hablar de eso. ¿Qué quieres?

-¿Salimos con una amiga y su novio? No quiero ir a ser el violinista.

-¿Qué amiga?

-No la conoces. Se llama Nicole. Es la novia de un cantante con el que hice un video.

-Dale, te acompaño, pero me compras algo -dije a Juvena mientras nos dirigíamos hacia la sala para avisar a mi mamá que íbamos a salir.

-Entonces, ¿me vas a contar con quién hablabas? ¿Seguro era la chica de la final, por la que dejaste la celebración tirada?

-Enana, estoy a punto de cambiar de opinión.

-¡Mentira, primito! Yo te quiero mucho -dijo, sonriendo mientras me arrastraba hacia la puerta.

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-Ve, parcero, ¿y si nos echamos un partidito de sintética? A ver si mi tatuaje te da algo de suerte -propuso el "Blessed", un tipo que realmente no me caía nada bien.

-Amor, él debe estar cansado de jugar... -dijo Nicole, claramente preocupada.

-¡Tú cállate, nadie te preguntó! -interrumpió el cantante, haciendo que los ojos de Nicole se llenaran de lágrimas de inmediato. La sangre se me subió a la cabeza. Este tipo estaba cruzando una línea.

-Está bien, un partidito y el que pierda gasta la cerveza para todo el equipo -acepté, mi intención era clara: la venganza. Sabía que nunca iba a ganarme, y esa era mi oportunidad para desquitarme.

Así que, con la decisión tomada, nos dirigimos al campo de juego. El ambiente estaba cargado de tensión. Mientras nos preparábamos, el cantante seguía con su actitud arrogante, lo que solo intensificaba mi determinación de ganar. El partido no solo era un juego, era una manera de poner en su lugar a alguien que había demostrado ser un completo fastidio.

-¡Vamos, que empiece el partido! -exclamé, mientras me colocaba en la línea de salida.

Blessed no perdió tiempo. Se lanzó hacia la pelota con una confianza exagerada, pero yo estaba listo. Desde el inicio, lo sentí torpe, como si estuviera jugando para impresionar en lugar de concentrarse en el juego real.

Corrí hacia él, bloqueando su avance con movimientos precisos y controlados. La pelota pasó cerca de él y me lancé para interceptarla. Mi primer toque fue firme, y de inmediato sentí que la diferencia en habilidad era considerable. Blessed intentó hacer un regate para evitarme, pero mis movimientos eran rápidos y certeros.

Sueños en focoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora