Capítulo 8

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Después de calmarse tras la intensa y emotiva conversación con Lan Xichen, Jiang Cheng se enfocó en los tres cachorros que había recibido como regalo. Aún se veían un poco sucios, y su instinto de cuidado lo llevó a tomar una decisión rápidamente. Miró a uno de sus cultivadores, que se mantenía cerca, siempre listo para cumplir cualquier orden que su líder pudiera dar.

-Necesitan un buen baño- declaró Jiang Cheng, su voz firme pero con un toque de suavidad inusual. -Traigan una bañera con agua tibia y unas toallas-.

Los cultivadores se apresuraron a cumplir su pedido. No pasó mucho tiempo antes de que una pequeña bañera de madera llena de agua tibia y humeante fuera traída al salón, junto con un conjunto de toallas suaves y perfumadas. Jiang Cheng se arremangó las mangas de su túnica violeta y se inclinó sobre la bañera, listo para comenzar la tarea.

Lo que no esperaba era que Lan Xichen, sin decir una palabra, también se arremangara y se colocara a su lado, mostrando claramente su intención de ayudar. El menor levantó la vista y lo miró sorprendido, sus ojos oscuros encontraron los de Lan Xichen. Por un momento, consideró protestar, acostumbrado a hacer todo por su cuenta, pero al ver la expresión tranquila y sincera del líder Lan, decidió aceptar la ayuda.

Tomaron el primer cachorro, el de pelaje blanco como el algodón, y lo sumergieron lentamente en el agua. El pequeño animalito tembló un poco al principio, pero se relajó pronto al sentir las manos firmes pero gentiles de Jiang Cheng y Lan Xichen acariciando su pelaje. Jiang Cheng, que solía mostrar una expresión severa y distante, comenzó a relajarse. Sus movimientos se volvieron suaves, llenos de una ternura que pocas veces mostraba, pero que surgía de manera natural en ese momento.

Lan Xichen, mientras trabajaba junto al menor, no pudo evitar fijarse en los cambios sutiles en el líder Jiang. La dureza habitual de su rostro se desvanecía poco a poco, reemplazada por una calidez que iluminaba sus facciones. Cuando el cachorro comenzó a salpicar agua con sus pequeñas patas, Jiang Cheng soltó una risa suave, una que casi nunca se escuchaba en su secta. Sus ojos oscuros brillaban con una mezcla de alegría y diversión, como si en ese instante el peso del mundo se hubiera aligerado para él.

Esa risa, esa luz en sus ojos, capturó la atención de Lan Xichen de una manera profunda. Por un momento, no pudo apartar la vista, cautivado por la belleza genuina de Jiang Cheng cuando se permitía ser feliz, cuando bajaba sus defensas. Los pocos momentos de cercanía que habían tenido antes no habían revelado tanto de Jiang Cheng como lo hacía este simple acto de bañar a los cachorros.

Cuando terminaron de lavar al primer cachorro, lo envolvieron cuidadosamente en una toalla suave, secándolo con ternura. Revelado de la suciedad, el pelaje del animalito brillaba como nieve recién caída, y sus ojos marrones destellaban con dulzura y confianza.

-Te llamaré Baimian,- dijo Jiang Cheng con una suave sonrisa en los labios, acariciando la cabeza del cachorro. -Eres tan puro como el algodón.-

Lan Xichen sonrió ante la elección del nombre, reconociendo la suavidad y el afecto en las palabras de Jiang Cheng. Continuaron con los otros dos cachorros, siguiendo el mismo proceso. El segundo cachorro, con su pelaje color miel y ojos negros brillantes, tenía un aire dulce y sereno que encantó a Jiang Cheng. Mientras lo secaba, se dio cuenta de cuán cálido era el animalito, como un rayo de sol en un día frío.

-Fengmi,- murmuró Jiang Cheng, el nombre salió de sus labios como una caricia. -Porque eres dulce como la miel.-

Lan Xichen observó a Jiang Cheng, sintiendo una conexión creciente entre ellos, una que iba más allá de las palabras. El tercer cachorro, con su pelaje grisáceo y ojos azules brillantes, se mostró más inquieto, con una energía vibrante que le recordó a alguien fuerte y decidido.

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