Capítulo 11

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Después del tenso encuentro en el festival, Jiang Cheng había evitado a Lan Xichen durante los días restantes en Gusu.

Aunque ambos habían acordado pasar más tiempo juntos, la tensión entre ellos se hizo palpable. Jiang Cheng, normalmente seguro y directo, se sentía incómodo y atrapado entre sus propios sentimientos contradictorios. Habían pasado unos días desde aquel casi beso en el festival, pero la tensión que ahora reinaba entre él y Lan Xichen era innegable. Cada encuentro, cada mirada, estaba cargada de una incomodidad palpable, un muro invisible que había surgido entre ellos y que ninguno parecía capaz de derribar.

La mañana de su partida, Jiang Cheng se levantó temprano, sabiendo que había cosas que necesitaba resolver antes de irse, mientras empaquetaba sus cosas, un persistente nudo en su estómago le recordaba que había algo sin resolver. Lan Xichen había intentado acercarse en más de una ocasión, pero Jiang Cheng, aún abrumado por la vergüenza y la confusión, siempre encontraba una excusa para escabullirse. Y aunque evitaba a Lan Xichen, no pudo esquivar la mirada preocupada de Lan Qiren, quien lo había observado con detenimiento durante esos días. Finalmente, cuando la presión de sus pensamientos se volvió insoportable, Jiang Cheng decidió hablar con él.

Se dirigió a la habitación de Lan Qiren y se sentó frente a él, su cuerpo rígido por la ansiedad que lo embargaba. Durante un rato, ninguno de los dos habló, el silencio solo roto por el sonido del agua hirviendo para el té. Lan Qiren lo observaba con sus ojos agudos, viendo más allá de la fachada dura que Jiang Cheng solía mostrar al mundo.

Sentados en la habitación privada, finalmente, fue el anciano quien rompió el silencio -Líder Jiang, he notado que en estos días has estado más distante de lo habitual. Algo le preocupa, ¿verdad?-

-Maestro Qiren- comenzó Jiang Cheng, su voz algo vacilante mientras giraba la taza de té en sus manos -sé que esto suena extraño, pero... necesito hablar con alguien que pueda entender.-

-En el festival... Lan Xichen y yo...- Jiang Cheng hizo una pausa, sus palabras atrapadas en su garganta. No quería admitir la verdad, ni siquiera a sí mismo -Hubo un momento... un malentendido. Casi... casi sucedió algo entre nosotros, y desde entonces, nada ha sido igual.-

Lan Qiren, acariciando su barba de chivo con una expresión pensativa, lo observó atentamente. Aunque el anciano no era conocido por ser particularmente cálido, Jiang Cheng siempre había apreciado su sabiduría y enfoque directo. -¿Y qué es lo que te preocupa, Jiang Wanyin?- preguntó Lan Qiren, su voz firme pero no dura.

-Todo- admitió Jiang Cheng, su voz apenas un susurro -No puedo dejar de pensar en lo que ocurrió, en lo que podría haber pasado si no nos hubieran interrumpido- continuo el menor -Me siento... confundido. Pero más que nada, no sé cómo lidiar con esto, con Lan Xichen, sin dañar nuestra relación...-

Jiang Wanyin, que siempre había visto a Lan Qiren como una figura de autoridad y sabiduría, sintió que podía confiar en él. Con un suspiro, comenzó a relatar lo sucedido en el festival, desde el momento en que casi se besaron hasta la forma en que había sentido que todo se desmoronaba a su alrededor.

Lan Qiren escuchó en silencio, acariciando su barba mientras sus ojos se estrechaban en un gesto sagaz. Cuando Jiang Cheng terminó, el anciano permaneció en silencio por un momento, evaluando sus palabras. Finalmente, Lan Qiren habló con la serenidad que lo caracterizaba.

-Líder Jiang- comenzó, su voz baja y calmada -las emociones humanas son complejas y, a menudo, no podemos controlarlas como nos gustaría. Sin embargo, lo que podemos controlar es cómo elegimos actuar sobre ellas. Si lo que dices es cierto, entonces lo mejor es enfrentar este asunto con madurez, como lo harías con cualquier otro desafío en tu vida.

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