Capítulo 5

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Lan Xichen caminaba lentamente por los pasillos vacíos de la residencia Jiang, recordando el momento en que había perdido de vista al Líder de aquel clan. La reunión en el Muelle de Loto había sido todo un reto para sus emociones. La tensión entre él y Jiang Cheng era palpable, especialmente después de aquella noche que Jiang Cheng insistía en no recordar.

Finalmente, cuando Jiang Cheng se había escabullido, Lan Xichen lo había seguido hasta perderlo de vista en los terrenos del Muelle de Loto. Ahora, de pie en el salón vacío, una sonrisa divertida curvaba sus labios mientras reflexionaba sobre lo que había dicho el líder de la secta Jiang. -Un perro...- Pensó en voz alta, llevándose una mano a la barbilla. -Eso... no es algo que esperaba oír...-

A medida que sus pensamientos se centraban en esa idea, su sonrisa se volvió pensativa. -¿De verdad un perro sería suficiente para cortejar a Jiang Wanyin?- se preguntó, su mente volviendo a la imagen de Jiang Cheng, intentando disimular su confusión y vergüenza durante su conversación anterior. Sin embargo, sabía que la relación entre ellos era mucho más complicada que cualquier norma sobre perros.

Lan Xichen reflexionó profundamente, comprendiendo que un perro no sería suficiente para ganarse el corazón del menor. Esa era la clave: conquistar su corazón, no solo buscar su atención. Un simple regalo no podría reemplazar la sinceridad y el esfuerzo que requeriría algo tan importante como su afecto. Su expresión se volvió más seria mientras consideraba qué podría hacer para acercarse más al líder Jiang.

-Un regalo semanal...- murmuró para sí mismo, empezando a darle vueltas a la idea. - Es una idea bastante buena. Pero... ¿Qué regalo sería lo suficientemente bueno como para ganarme su corazón?- Mientras caminaba por las calles del Muelle de Loto, su mente empezó a recorrer una serie de posibilidades: objetos valiosos, talismanes, tesoros raros... Pero nada de eso parecía lo suficientemente especial o personal para Jiang Cheng. Era alguien que apreciaba la fuerza, la lealtad y, por mucho que lo negara, el cariño genuino.

Finalmente, una idea empezó a tomar forma en su mente. Algo que iba más allá de los regalos materiales, algo que mostrara cuánto se preocupaba por él, cuánto estaba dispuesto a hacer para demostrarlo. Lan Xichen sonrió, su expresión reflejando la certeza que sentía en su interior. -Muy bien, ya sé qué darle- dijo en voz baja, deteniéndose en su caminar mientras la idea tomaba forma completa en su mente.

Era un plan que requeriría paciencia y dedicación, pero estaba seguro de que era la forma correcta de acercarse a Jiang Cheng. Sabía que no sería fácil, que Jiang Cheng no cedería tan fácilmente, pero eso era parte del desafío que estaba dispuesto a aceptar. Después de todo, las cosas más valiosas en la vida son las que más esfuerzo requieren.

Y asi, con un nuevo sentido de determinación, caminaba y sus pensamientos se alineaban con su plan, y no podía evitar que una sonrisa más amplia y confiada se formara en sus labios. Sí, ya sabía lo que iba a darle. Ahora, solo necesitaba ejecutarlo a la perfección.

Después de días de reflexión, había decidido que su primer gesto para ganarse el corazón de Jiang Cheng debía ser un regalo que reflejara no solo su propia devoción, sino también la fuerza y el carácter de Jiang Cheng. No era suficiente con ofrecer algo superficial; este regalo debía ser significativo, pensado en cada detalle para que Jiang Cheng entendiera el mensaje detrás de él.

Comenzó por diseñar un arco, sabiendo que, como líder de la secta Jiang, Sandu Shengshou valoraba las armas bien construidas, que no solo fueran funcionales, sino que también reflejaran el estatus y la elegancia de su portador. Lan Xichen pasó horas seleccionando el mejor artesano en la Ciudad de Gusu, alguien en quien pudiera confiar para crear un arco que cumpliera con sus altos estándares.

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