Chemo | Geminifourth

1O

Cuando le dieron fecha a Gemini para su operación, el pelinegro estaba terriblemente nervioso. Se asustaba por algo tan leve como un movimiento rápido y estaba muy callado, mirando hacia abajo todo el tiempo y jugando con sus dedos nerviosos.

Así que Fourth tenía que tratarlo como a un niño pequeño, siendo su mamá o la maestra cariñosa y comprensible de la escuela. Siempre le hacía mimos sobre su cabeza, le decía todo con palabras bonitas y le había traído uno que otro poema cursi que lo había vuelto un lindo tomate.

Lo acompañó cada día y cuando llegó el momento en que lo llevaban hasta la sala de operaciones en la camilla, tomó su mano, le sonrió ampliamente y acarició su rostro con cariño.

—Todo saldrá bien, Gemini, verás que después te voy a molestar por lo miedoso que estás siendo en este momento, mi tonto.

—Fourth, te amo, ¿te lo he dicho antes?

—Sí, Gemini, cinco veces en los últimos diez minutos, y yo también te amo, nene.

—Porque en serio te amo, ¿sí? Te amo a ti, a tus gorros, a tu sonrisa, a tu positividad y a tu encanto y—

—Sí, Gemini, sí, lo dijiste —dijo Fourth con una risa, asintiendo.

—Fourth... —Gemini lloriqueó cuando vio la puerta de la sala de operaciones a menos de cinco metros.

—Gemini, tranquilo, en este momento es donde no debes hacer nada. Todo queda en manos de los que estudiaron años y años y tienen años de experiencia para hacer algo que ya han hecho antes y que no es de las cosas más complicadas que saben hacer. ¿Sí? Mira, antes de que te des cuenta estarás conmigo en mi departamento y dormiremos juntos, ¿te parece?

—¿Me estás invitando a follar antes de mi muerte?

Fourth golpeó su pecho, y las enfermeras que los acompañaban rieron con el comentario.

—No, te estoy invitando a una pijamada, no podemos follar ni tú ni yo, estúpido.

Gemini hizo un puchero.

—Fourth, tengo miedo...

—Venga, beso de valor—dijo Fourth, inclinándose sobre él para besarlo. Gemini correspondió de inmediato y se dejó consolar unos segundos en los labios de su chico bonito, quien al separarse de él le sonrió—. Te veré pronto, vas a ver que van a ser dos minutos sin mí.

—Y después de eso muero.

—No, idiota—Fourth apretó sus mejillas—. Te amo, Gemini, eres mi niño valiente, ¿sí?

Gemini asintió y no tuvo más tiempo que para apretar su manita una vez más antes de que los doctores estuvieran listos dentro de la sala, y solo empujaron la camilla hacia el interior del lugar.

Cuando todo terminó, sin mayores complicaciones, fue trasladado a una habitación, y Fourth se quedó a su lado, tomando su mano, escribiendo en su cuaderno hasta que la anestesia pasó, y Gemini abrió sus ojos con torpeza.

—Hola, mi amor—dijo Fourth, con una sonrisa, dejando un beso en su nariz.

—Fue... muy rápido—habló, algo torpe porque su lengua aún estaba media dormida, y el menor rió con ternura.

—Te lo dije—Fourth asintió.

—¿Estoy siquiera vivo? No siento nada...

—Estás en el paraíso y soy tu ángel de la guarda.

Gemini lo miró unos cuantos segundos y parpadeó un par de veces.

—Oh, es verdad... Sí es cierto.

Fourth comenzó a reír muy fuerte porque Gemini lo decía muy en serio, además de que lucía adorable así de confundido.

—Te amo tanto, tonto—dijo Fourth.

—Yo también te amo, ángel.

—¡No soy un ángel!

—Pareces uno—Gemini lo miró con fascinación en sus ojitos.

—Soy un hada—dijo Fourth, totalmente seguro.

Gemini frunció el ceño.

—¿Eres estúpido? Esas cosas no existen.

—¿Y los ángeles sí?

—Estoy viendo uno, dame más pruebas de tus hadas.

—La anestesia te pone más estúpido de lo normal.

—¿Tu mano está... pegada a mi mano? Porque se siente raro...—preguntó, frunciendo el ceño, mirando sus manos unidas, alzándolas frente a su rostro.

—No, están separadas, mira—Fourth separó su mano para abofetearlo, sin fuerzas, pero lo suficiente para hacer que suene al golpear, dejando a Gemini confundido y mirando su manito con sorpresa. Volvió a reír y se dijo a sí mismo que no se arrepentiría de molestarlo cuando esté más consciente.