25

145 19 4
                                    


Gemini entró con una amplia sonrisa al hospital; era la tercera vez en la semana que iba para ver a un chico muy especial. Llevaba una bolsa de regalo con algo que había hecho específicamente para él. Saludó a las enfermeras y a los doctores que aparecían de vez en cuando.

Habían pasado varios años desde que se había curado, y su vida era más que buena. Estaba feliz y no tenía nada de qué quejarse, así que era muy usual que cargara con una sonrisa en su rostro. Regresó al ala donde una vez él y su esposo, Fourth, también estuvieron, y se dirigió hacia la habitación que conocía bien.

—¡Gemini!

Al verlo entrar, el menor alzó sus brazos y sonrió ampliamente.

— Hola de nuevo, Keen — Gemini fue a abrazarlo, dejando un beso sobre su cabeza de forma paternal.

Había conocido a Keen hacía unos meses. El joven tenía quince años y se había identificado con él de forma inmediata, ya que Keen tenía lo mismo que una vez tuvo él. Comenzó a hablar con él a pedido de los médicos; tener a alguien que se había curado de lo mismo le daría esperanzas y más energías, algo que en ese momento necesitaba.

Se sentó en el borde de la camilla, extendiendo el regalo hacia él.

— Me dijiste que te gustaban los conejos, niño — dijo, y el menor tomó el regalo rápidamente y lo abrió con emoción, descubriendo un gorro especial. Era de color blanco con largas orejas de conejo que caían a los costados de su rostro, y un trozo de tela rosa en la parte interna, imitando el interior de las orejas.

Keen rió y se lo colocó con alegría, jugando con las orejitas.

— Es muy lindo, Gemini, muchas gracias — dijo, con rubor en sus mejillas y sus grandes ojitos brillando con fascinación.

— También hay algo más~~ — canturreó, haciendo que Keen volviera a atacar la bolsa de regalo, encontrando un pequeño y adorable muñequito, también tejido y hecho a mano, un lindo conejo de color marrón, un poco más grande que el tamaño de su mano—. Ese lo hizo Fourth, no sé hacer juguetes.

Keen rió y lo apretó entre sus manos, era suave y hasta relajante, le serviría mucho para apretar cuando se ponga nervioso por las agujas o la quimioterapia.

— Gemini, nunca he visto a ese Fourth de quien tanto hablas.

Gemini rió un poco.

— Ese Fourth es mi esposo, Keen — dijo, mostrando su anillo, haciendo que el menor lo mirara —. Él está ocupado, trabaja medio tiempo y sigue estudiando lo que le gusta.

— ¿Psicología?

— Sí, le queda poco más de un año. Estoy muy orgulloso de él — sonrió y el rubor se mostró en sus mejillas.

— Están muy felices y enamorados — dijo Keen, sonriendo también. Gemini asintió —. Algún día también quiero estar así con alguien.

— Para cada uno hay alguien, Keen.

— ¿Tú crees?

— Mmm... Debo confesar que yo no creía en el amor y cuando menos esperaba encontrar algo así... — se encogió de hombros —. Solo aparece. 

Keen hizo un ligero mohín y Gemini no se resistió a llamarlo "Adorable bebé" y apretar sus mejillas. Continuaron hablando largo rato, de cosas comunes y también de su salud. Keen se estaba recuperando de forma excelente, y ese mismo día tendría una sesión de quimioterapia, una de las últimas, lo que significaba que no podría ser visitado por nadie en al menos una semana luego de esta, por la cantidad de bacterias que podrían afectarlo al estar tan débil. Por eso lo dejaban aislado en una habitación y entraban con trajes especiales para llevarle lo que necesitara, pero quedaría una semana solitario en esa sala una vez más, que era cuando más triste se ponía.

Chemo | Geminifourth Where stories live. Discover now