Chemo | Geminifourth

O3

—Y dime, Nattawat, ¿por qué estás aquí? —preguntó Gemini, unas cuantas sesiones después de conocerse. Se sentó a su lado, bien a su lado, el gorro de Fourth era celeste, se tomaban las manos.

—Leucemia —murmuró.

Gemini tuvo que oprimir su impulso de hacer una expresión mala; la leucemia era de las peores, por lo que había escuchado.

—Yo... cáncer de hígado.

—¿Bebedor, eh?

—¡Fourth!

El chico del gorro comenzó a reír.

—¿Cuántas veces te dijeron que no debías tomar tanto, eh?

Gemini terminó riendo con él y en verdad no sabía cómo hacía para que en cualquier situación pudiera sacarle una sonrisa, una risa sincera, hacerlo sentir feliz en una situación que creía imposible.

—Debo admitir que... sí fui un gran bebedor.

—Oh, yo también —confesó Fourth.

—¿Con esa carita de bebé vas a beber?

—El vodka es agua para mí.

—Nah —Gemini negó, escuchó a Fourth reír de nuevo; el chico era muy risueño en verdad—. No te creo.

—Te desafiaría a una competencia de shots en este mismo momento, pero por razones médicas no puedo beber.

—Pues yo tampoco, así que mejor.

—Cuando salgamos de aquí tendremos la competencia de shots más histórica del mundo, Norawit Gemini —Fourth alzó una ceja, desafiante.

—Oh, pues que así sea.

Gemini cayó en silencio; con lentitud, apoyó su cabeza en el hombro de Fourth. Este soltó un ruidito alegre que le pareció encantador.

—¿Crees que en verdad salgamos? —dijo—. Digo... se sabe que el cáncer no se cura, sino que se duerme, y entonces... al final nos va a terminar matando igual, tarde o temprano.

—Gemini, claro que saldremos. Mira, yo vencí el cáncer una vez; toqué esa campana que ves cada vez que entras a la sala de quimio, y te digo que es la mejor sensación que tendrás en tu vida, y la viviré dos veces. Soy un afortunado.

—¿Es en serio? ¿También de leucemia?

—Riñones, empezó en los riñones —dijo Fourth—, es más, como sorpresa, tengo uno solo y no es mío —y rió como si fuera un chiste tonto.

—Oh, te daría el mío, pero no podemos donar nada.

—Podemos donar amor, Gemini, algo podemos.

—No, tampoco tengo amor... —negó, arrugando su nariz—. No soy una persona amorosa.

—Oh, entonces te falta amor. Ya sabes... los anémicos no pueden donar sangre porque les falta, y los que no tienen amor no pueden donar amor porque también les falta.

Gemini sonrió como un tonto, acomodado en el hombro de aquel chico de gorro y ojos bonitos.

—Te donaré amor hasta que tú puedas donar el tuyo.