Capítulo 10

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Isabella

Una vez que Dante sale por la puerta, Ramiro y yo nos sumergimos en un incómodo silencio que decido romper.

—¿Puedes darme el número de Dante?

—No.

Lo supuse.

Como ve que no insisto, se acerca a mí. Me pongo de pie de un salto, no queriendo ser intimidada por su gran altura. Sé que, de igual forma, no soy tan alta, pero no me gusta nada que su figura se eleve tanto cuando estoy sentada.

—¿De qué hablaban? —Hace a un lado mi silla. Recargo mi trasero en el filo del escritorio cuando empieza a acortar la distancia.

—Cosas —murmuro.

—Lo que sea que quieras saber, siempre puedes preguntarme a mí, Luci. —A esta altura, solo hay unos escasos centímetros separando nuestros cuerpos. Mis ojos están puestos en su gran pecho.

—Nunca hablas conmigo.

—Ahora lo estás haciendo. ¿De qué hablaban Dante y tú?

—De Ian.

El ambiente se caldea, su cuerpo se tensa y otra vez nos sumergimos en un incómodo y cortante silencio.

Me atrevo a levantar la cabeza para mirarlo. Sus ojos ya están puestos en mí, como esperaba, pero no me está viendo; parece perdido en sus pensamientos.

—Sabes que no correré tras él, ¿verdad? —Aclaro de inmediato al recordar las palabras de Dante —. Lo que teníamos quedó en el pasado, Ramiro. Lo odio.

No sé si me está escuchando, pero de igual forma lo digo. No hay motivo alguno que me haga correr tras ese hombre. Lo que sea que teníamos acabó hace dos años y es necesario que él lo sepa. No entiendo la necesidad que de repente me invade por querer contarle todo lo que Ian me hizo.

Muerdo mis labios para no soltar más de lo necesario. Estoy segura de que le importaría poco.

—Serías muy estúpida si corrieras tras él, Luci. —Su mano sujeta mi barbilla con fuerza, no la suficiente para lastimarme, pero sí la necesaria para mantener mi cara en su lugar.

—¿Fue él quien atacó el edificio?

Niega con la cabeza, haciendo una mueca.

—Los malditos colombianos están jodiéndonos, atacaron el almacén de Adriano, también jodieron a Dante.

Debato mentalmente si decirle la información que mi madre me dio sobre la unión de los colombianos con Ian. ¿Me creería?

—Mi madre dijo que tiene una unión con ellos, también con los irlandeses. —La sorpresa brilla en esos bonitos iris. Una pequeña sonrisa tira de sus comisuras.

La mano que aún sostiene mi barbilla se desliza a mi mejilla y la acaricia.

—Esa es una información valiosa, Luci.

Asiento y lucho por no cerrar los ojos. Su caricia en la mejilla me hace sentir relajada.

—¿Entonces tú puedes responder todas las preguntas que tengo? —me atrevo a preguntar.

Quiero lloriquear cuando quita su mano de mi mejilla y se aleja para tomar asiento en el sillón.

—¿Qué quieres saber?

—¿Qué tiene que ver Génesis con nosotros?

Se peina el cabello con una de sus grandes manos y luego afloja la corbata. Se nota incómodo. ¿Tan grave es?

DESTROZAME +18 L.2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora