uno: qué difícil es decir adiós

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2 de mayo 1998

Juanjo

Si al Juanjo de once años le dijeras que seis años después estaría arriesgando su vida para mantener la seguridad del mundo mágico, te mandaría directamente al psicólogo. Él siempre se había considerado un niño normal, con unos padres completamente corrientes y un hermano menor pesado pero que no había mostrado ningún signo de ser diferente.

Entonces, ¿por qué tenía a un señor gigante en la puerta de su casa listo para llevárselo a un internado en cuanto cumplió los once? Descubrir la inmensidad del mundo mágico cuando apenas acababas de aprender a atarte los cordones de los zapatos fue una experiencia agobiante, pero que no cambiaría por nada en el mundo.

Y es que, sus casi siete años en Hogwarts además de aportarle experiencias inolvidables, también le habían sido de gran ayuda para encontrar a personas como él que lo comprendían más que su propia familia y que se habían convertido en los pilares de su vida.

Por ello, cuando tuvo la opción de elegir entre huir al mundo muggle o quedarse a defender aquel colegio que se había convertido en su hogar, no dudó ni un segundo en armarse de valor y colocarse en primera línea de batalla. Al final, Juanjo sabía que tampoco sería capaz de pegar ojo mientras sus mejores amigos estuvieran arriesgando su vida en el castillo que los vio crecer, reír y llorar.

En pocas palabras, la sociedad mágica se veía amenazada por un mago oscuro, Lord Voldemort, que proclamaba la superioridad de la “pureza de la sangre” y buscaba erradicar hasta al último de los nacidos de muggles con capacidades mágicas. Junto a sus seguidores, los mortífagos, habían conseguido acorralar a las últimas líneas de defensa de la Orden del Fénix, la organización que se dedicaba a luchar activamente contra ellos, en el colegio Hogwarts de Magia y Hechicería.

Aquella no había sido una decisión aleatoria, ni mucho menos, Voldemort sabía perfectamente que la única persona capaz de acabar con él iba a resguardarse bajo sus techos a la espera de reunir todas las fuerzas necesarias para derrotarlo. La verdad era que Juanjo y sus amigos se habían limitado a pasar desapercibidos durante aquel curso en el que el difunto director Dumbledore fue sustituido por dos desagradables y para nada pacientes mortífagos, los hermanos Carrow.

A pesar de que intentaron resistir lo máximo posible dentro del castillo, tanto él como Denna, su muy mestiza mejor amiga, se vieron obligados a esconderse en la Sala de los Menesteres cuando los castigos dirigidos a los nacidos de muggles comenzaban a parecerse más a los métodos de tortura de la Inquisición Española que a una simple sanción escolar.

Así fue hasta el momento en el que Harry Potter entró por un pasadizo secreto que conectaba la Sala de los Menesteres con Hogsmeade, el pueblo más cercano a Hogwarts, alteró a todos los estudiantes refugiados allí y salió en busca de la última pieza necesaria para derrotar a Lord Voldemort.

Juanjo, por su parte, respiró muy hondo antes de girarse y dedicarle una mirada llena de pánico a sus amigos, quienes se veían igual de afectados que él. Denna, como la prefecta responsable de Hufflepuff que era, no tardó ni dos segundos en dirigirse hacia los más pequeños de la casa para comenzar inmediatamente con el plan de evacuación. Álvaro, en cambio, solo necesitó dos zancadas para situarse junto a Juanjo y darle una palmada en la espalda.

— Parece que ha llegado el momento, Juanjito, ¿estás listo? — Aunque intentó no mostrar lo verdaderamente nervioso que se encontraba, el temblor de su voz lo delató casi al instante.

Álvaro, su compañero de dormitorio desde los once, no solía mostrar seriedad en sus gestos a no ser que la situación fuera realmente preocupante o estuviera tan acojonado como probablemente estaban todos en aquellos instantes.

vulnera sanenturDonde viven las historias. Descúbrelo ahora