vulnera sanentur

dos: las noches saben a chocolate y nueces

1 de septiembre 2000

Juanjo

Volver a Hogwarts había sido una decisión difícil.

Un año y medio había pasado desde que el castillo sufrió las consecuencias de una guerra. Torres enteras derruidas, puentes que volaron por los aires, pasillos que apenas podían recorrerse… Para cualquier persona que le tuviera un mínimo de aprecio a la escuela, la imagen era desoladora y los recuerdos dolorosos.

Por ello, el colegio de magia y hechicería más importante de toda Europa cerró sus puertas, en busca de devolverle la vida de la que siempre se había presumido. Tras una semana convertido en un homenaje para las víctimas caídas en la batalla, se decidió que el castillo debería volver a lo que era antes: un hogar para la gran mayoría.

A pesar de las ventajas que aportaba la magia al proceso, la sociedad mágica decidió reconstruir Hogwarts de la forma más muggle posible, se buscaba dar una lección de humildad para que a nadie se le olvidase el peligro que la magia puede llegar a suponer. De esta forma, la renovación del castillo duró más de lo que en un principio se estimaba y no fue hasta un año y medio después que Hogwarts estuvo listo para abrir sus puertas.

Muchos de los estudiantes que en su momento cursaban el último año de su educación habían pasado página en busca de una paz y tranquilidad que difícilmente conseguían. No todos los días te enfrentabas al sufrimiento y la devastación que provocaba una guerra, lo más natural es que a la gran mayoría les costara superar el duelo. 

Durante ese periodo de tiempo, el mundo mágico se vio sumido en un estado de duelo generalizado que solo muchos años de terapia y paciencia podrían llegar a curar. Aquellas familias simpatizantes con el Señor Oscuro habían sido juzgadas o estaban en proceso de serlo, las clases jerárquicas cambiaron por completo y los héroes de la guerra eran quienes ocupaban la punta de la pirámide.

Ya no se miraba por encima del hombro a los nacidos de muggles, pues muchos habían sido esenciales a la hora de vencer a los mortífagos. En cambio, la casa Slytherin había perdido la “superioridad” que anteriormente poseía y los magos o brujas sangre pura pertenecientes a dicho grupo se trataban con cierto escepticismo.

Si le preguntaran a Juanjo, él creía que la sociedad se estaba equivocando. Al fin y al cabo, la discriminación a un grupo en concreto había sido la principal razón por la que los seguidores del Señor Oscuro habían ganado tanta fuerza entre las familias de sangre pura. Si ahora se discriminaba al otro grupo, ¿no estarían volviendo a caer en el mismo error? Definitivamente, tendrían motivos para estar enfadados e intentar planear otra revuelta. Al menos, él lo haría si lo trataran así.

Hogwarts por fin estaba completamente restaurada y, como era natural, volvía a acoger alumnos de todas partes de Inglaterra para comenzar con sus estudios en magia y hechicería. Además, también ofreció un curso adicional a aquellos alumnos cuyo último año en la escuela había sido interrumpido por la guerra, para que todo aquel que quisiera retomar y finalizar su educación mágica fuera capaz de hacerlo.

Juanjo estaba a nada de cumplir los veinte y lo último que le había apetecido cuando recibió aquella carta era volver al castillo que todavía aparecía en sus pesadillas. Hacía más de un año que Álvaro se había ido y él todavía no había conseguido dormir ni un solo día sin que sus últimos momentos se reprodujeran en bucle en su cabeza.

Denna le había recomendado mil veces buscar ayuda psicológica y tal vez debería haberlo hecho, pero en el fondo Juanjo pensaba que se merecía aquellas noches sin dormir, pues no fue capaz de salvar a su amigo cuando más lo necesitaba.

Al principio se negó, ¿qué hacía él volviendo a la escuela? Estaba muy tranquilo en su trabajo, sirviendo helados bajo la tutela del señor Fortescue en medio del Callejón Diagon. Aunque él sí que se sentía realizado, o eso quería creer, su madre no paraba de insistirle para que buscara un trabajo más “serio”, algo a lo que se pudiera dedicar toda la vida.