Dragon Ball: Uniendo Fuerzas

Capítulo 15: ¡El destino me destrozó las entrañas! ¡Fatalidad

Edad: 2 de noviembre de 761

Ubicación: Afueras de Spinach Wastes

Había estado colgado en la roca llena de cráteres durante varios minutos, el arma que lo había golpeado en el lado derecho de su rostro todavía lo había clavado en la roca, su espalda agonizaba contra ella. Empujarla no hizo nada, la explosión que había creado y con la que había intentado golpear el arma pareció disolverse en ella, no hubo explosión de ningún tipo, ningún sonido.

Raditz estaba delirante, confundido y no podía entender lo que había sucedido. Le arrancó el brazo al namekiano y luego un nivel de potencia apareció en su rastreador. Apenas había tenido la oportunidad de mirarlo cuando fue alcanzado. Incapaz de controlar su impulso, el arma había destrozado ramas gruesas de árboles, empujándolo a través de varias rocas diferentes antes de que el impulso finalmente disminuyera. Había considerado intentar volar la roca detrás de él, pero no estaba seguro de si esto... lo que fuera que esto fuera continuaría llevándolo más lejos.

"Ahora que lo pienso, ¡ese nivel de poder fue el primero que apareció en mi Scouter! Necesito salir de aquí" . Al empujar el arma una vez más, Raditz se dio cuenta de que simplemente no se movía. Quien lo golpeara con esta arma lo pagaría caro .

"Nuevo Testamento-"

"¿Enano?"

"Oye, si no contestas, empezaré a cantar rimas infantiles de los Saiyans".

"¡DUERME PEQUEÑO GUERRERO, SL-"!

—¡Uc Ff Appa, stk, m stck! —La cara apagada y aplastada de Raditz no podía distinguir ninguna palabra clara, por lo que se quedó escuchando a Nappa cantar una vieja canción infantil saiyajin que no había escuchado desde que la hermosa voz de su madre solía cantarle para dormir cuando era muy pequeño. Anhelaba volver a escuchar la voz de Gine. Pero por lo que recordaba, ella estaba en un planeta distante, cuidando a muchos otros jóvenes saiyajin. Una Anciana, como su padre lo había puesto en la grabación. Agarrando el mango del arma, Raditz intentó sacarlo una vez más. El mango era largo, estriado y metálico, fácilmente un arma opcional para dos manos. Tiró en vano, sus manos cayeron a un lado. Iba a encontrar una manera de matar a su camarada Elite.

"¡El Saiyan viene, Oozaru desatado , luchando hasta que la gloria sea encontrada! ¡Ríos de sangre, calmando nuestra sed, seamos conocidos por el hambre, nacidos para ser los primeros!"

—¡UCC FUERA DE NPPA! —gritó Raditz, una combinación de dolor y puro enojo. Pero Nappa lo ignoró y siguió cantando con su voz grave. Raditz estaba a punto de gritar de nuevo cuando la presión del arma desapareció. Cayó al suelo sin contemplaciones sobre sus manos y rodillas, desorientado para todos los que podían verlo. Finalmente, al ver el arma que lo había golpeado, se quedó atónito y en silencio. Era esa arma . Un arma que no había visto desde que él y Vegeta eran niños pequeños. Ardiendo de ira, cuando vio al hombre al que había volado el Martillo, deslizándose hacia las manos extendidas del perpetrador, su mandíbula casi golpeó el suelo. La ropa era diferente. El hombre vestía una especie de uniforme de artes marciales, similar al de sus hermanos, pero en lugar del color mandarina, era rojo, con una camiseta negra envuelta en una faja roja que colgaba justo por encima de su rodilla y una especie de zapatillas de deporte negras. Llevaba una especie de chaleco sobre este atuendo. ¡Era el mismo hombre ! Podía verlo en sus ojos. ¡Los saiyajin podían verse entre sí por lo que eran! ¡Este era el hombre que había dejado inconsciente a Nappa y le había quemado el pelo! Recordó que el saiyajin les había dejado un par de comidas muy buenas. Fueran lo que fueran, los habían llenado por completo. ¡Radtz no podía pensar en un momento en el que hubiera estado tan lleno! Pero, no obstante, sabía que ahora le esperaba algo así, pero entonces sucedió lo más extraño. Vio la cola del saiyajin moviéndose detrás de él. Sin embargo, sus observaciones se detuvieron cuando el hombre habló...