Capítulo 2 - Él, la tormenta y algo más.

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Ya ha pasado un año desde que perdí mi visión y a mi padre, el año pasado fue el peor año de mi vida luego de mi fractura de hace tres años, estuve mucho tiempo para recuperarme de eso. En fin, llegó el día en que comenzaría la escuela.

Me recibieron todos mis amigos, al principio sorprendidos porque no podía ver... pero pasado el tiempo se fueron acostumbrando y me ayudaron mucho. En ese mismo día hubo un cambio; ese día vino un estudiante de intercambio llamado Daniel, era un chico frío.

Creo que era algo tímido y callado, no era que fuera mudo o algo parecido, evidentemente yo no le caía muy bien me hacía sentir intimidada no sé qué era lo que le pasaba a ese chico; a él no le importaba si era ciega, sorda o muda directamente me evitaba y cada vez que yo trataba de hablarle, sentía como si me clavaran alfileres por todo el cuerpo, era bastante intimidante el estar a su lado.

Mis amigas decían estar enamoradas de él pero yo digo... ¿cómo puedes enamorarte de alguien a quien no viste nunca y recién conociste? yo no lo entiendo.

Va el segundo día de clase, el segundo día de tortura, el nuevo, igual que siempre ni una palabra saliendo de su boca, más callado que alguien que en verdad no habla, eso tampoco lo entiendo, ¿Es tan difícil es tratar de hablar con alguien? Es raro este chico.

Luego de un día largo, luego de terminar el día de clase, me vuelvo a casa agotada, me tomo el tren que me lleva.

En la estación siento una sensación extraña, es la misma sensación que tengo con el chico que llegó al colegio.

En un momento me tropiezo con algo y siento que alguien me ataja del brazo, reconozco que ese aroma era Daniel, el chico nuevo de la clase.

Me dice:

• Tenés que tener más cuidado, así no te haces daño.

• Gracias. ¿Tú eres Daniel no? Vamos al mismo curso.

• Sí, ya lo sé. ¿Querés que te acompañe a tu casa? Tengo tiempo libre.

• Hay un problema llamado Javier. - Dije riendo un poco.

• Si, entiendo, ¿tu novio no?

• No, es algo peor, él es mi hermano. El problema es que más que seguro va a pensar cualquier cosa.

• Ah entiendo, está bien te acompaño hasta la esquina así no te vas sola.

• ¿No hay nada que hacerle no? Me acompañarás igual. Vale, si querés solo hasta la puerta de entrada.

• Soy insistente. Bueno está bien, hasta ahí entonces. - Se rió, tonteando un poco con la situación. Y llegó el tren que nos llevaría a destino.

No hablamos en todo el viaje; yo me sentía un poco incómoda con su presencia, era la primera vez que un chico me acompañaba a casa.

El tren tardó media hora en llegar a la estación, esa fue la media hora más larga y aburrida del día luego del discurso de la profesora de historia con la reforma protestante y la relación de Elizabeth primera con Carlos quinto.

Un tema para mí de los más aburridos en la historia de Francia, España y Portugal si son esos los países.

****

Llegamos a la puerta de casa, me saludó y se fue para la suya.

A casa terminé llegando a las ocho de la noche, una hora más tarde de lo normal.

Javier esperaba para hacerme la lluvia de preguntas de siempre y yo como de costumbre, le digo a todo si o no como a los locos según su ocasión.

Luego llegó mamá, me pareció que estaba algo incómoda. Cinco minutos más tarde cuando terminó de tomar aliento nos llamó a ambos para hablar. Intuía que algo malo se venía.

Sueños del Mañana. El despertar de la Luz.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora