Clavislucis, un sitio en otro espacio y tiempo, un Reino que se encuentra sumido en las tinieblas llorando todavía la ausencia de sus reyes y la desaparición de su princesa.
Mientras tanto en el mundo como tal lo conocemos, una chica, que atraviesa...
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Esta lucha parecía no tener fin, lo único que deseaba en ese momento era estar en casa, con mi madre, mi hermano, y no en París ni mucho menos en este lugar. Ya nuestras energías estaban al límite, estábamos todos muy cansados, sin fuerzas. Dan ya estaba agotado, si hubiese podido, le habría dicho a Sicilia que descansen un poco, pero esto, no lo haría, ella no.
• ¡Sicilia para con todo esto maldición!- Decía Dan mientras peleaba espada contra espada.
• En eso por una distracción, le hacen una herida a nivel de las costillas dejándolo en el suelo.
• ¿Qué haces?- dijo Daniel casi sin aliento al ver que me puse delante suyo.
• Proteger lo que es importante en mi vida.
• Alina... Vos también sos imprescindible en mi vida - dijo Dan, con una carita tierna.
Al momento de clavar la espada en mi cuerpo y el de Dan sentía como si mi padre estuviera protegiéndonos a mí y al amor de mi vida, al tratar de penetrar la espada en mi cuerpo se dieron cuenta que era imposible, pues como él estaba allí no podía sucedernos nada.
Aún así cubrí mi rostro, rezando que todo esto acabase, no lo aguantaba más. Estaba agotada, física y mentalmente.
Y entonces lo recordé, hace un instante atrás un pequeño haz de luz había salido de mí. ¿Pero cómo lo hice? Lo único que hice fue, recordar.
Eso es, el recuerdo y los sueños son el reflejo del alma. Recordé todos mis sueños, aquellos que me unían con este mundo, pasaron imágenes en mi mente como una película.
Mis cumpleaños, salidas con amigas, la entrada al instituto, el accidente, mi ceguera, mi primer encuentro con Dan, la cita en el parque, mi primer beso. Mi estancia aquí, Melissa, Jake, Flor, Ian, Dan, Mamá, Papá, Javi. Chicos. Por y gracias a ellos sigo adelante. Gracias, ya sé quién soy.
En eso pronuncié, una frase que tenía olvidada y que como si del viento se tratara vino a mi mente. - Imperare lux ut saltare - Al terminar la frase, una luz incesante ocupó todo el lugar.
Dejándonos una gran ceguera, la cual dolería más tarde.
• De que maldito lugar has conseguido ese poder.
• Es un as escondido debajo de mi manga, podría decir.
• Jaja, me has hecho reír - dijo Sici con una risita diabólica.
• ¡Déjate de bromas Sicilia, termina ya con esta lucha sin sentido!- Dijo Daniel, que antes se encontraba en el piso.