Che Confusione, Serà Perché Ti Amo?

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Carlos Sainz había conocido a Checo Pérez desde hacía años. Su amistad se había forjado en las largas temporadas de carreras, en los altibajos de la competencia, y en los momentos de camaradería fuera de la pista. Carlos siempre había sentido un gran respeto y cariño por el piloto mexicano, era un hermano, y si bien era el más preciado de sus amigos pilotos, no era el único, Carlos también había cultivado una buena amistad con Lando en su tiempo como compañeros que trascendía las pistas y la competencia.

Por eso, cuando Carlos comenzó a notar la creciente atención que Lando le prestaba a Checo, se preocupó. No parecía ser solo una cuestión de admiración; había algo más profundo en la forma en que Lando observaba a Checo, en la manera en que su mirada lo seguía por el paddock, y en cómo sus expresiones cambiaban cuando el mexicano estaba cerca. Carlos sabía que tenía que hacer algo antes de que la situación se descontrolara.

Un día, después de una sesión de entrenamientos, Carlos decidió hablar con Lando. Lo llevó a un lugar apartado del bullicio del paddock, donde pudieran hablar sin interrupciones.

—Lando, ¿podemos hablar un momento? —dijo Carlos, con un tono que denotaba preocupación más que confrontación, el británico asintió, aunque no pudo evitar sentir un nudo en el estómago. Sabía que algo estaba mal, pero no estaba seguro de qué.

—He notado... que has estado prestando mucha atención a Checo últimamente —comenzó Carlos, con cautela—. No me malinterpretes, sé que es normal fijarse en lo que hacen los demás pilotos, pero contigo parece... diferente.Lando sintió que el calor subía a su rostro, un rubor que no podía controlar. Se pasó una mano por el cabello, intentando encontrar las palabras adecuadas.

—No sé de qué hablas —intentó decir, aunque su voz traicionó la inseguridad que sentía. Carlos lo miró fijamente, sus ojos marrones buscando algo en los de Lando.

—Vamos Lando que ciego no estoy. ¿Qué es lo que realmente sientes por Checo?

Lando abrió la boca para responder, pero las palabras no salieron. En su lugar, lo único que podía pensar era en la sonrisa de Checo, en sus ojos cálidos, en la manera en que su presencia lo hacía sentir vivo, aunque también lo torturara. Finalmente, las palabras brotaron de su boca, casi sin pensar.

—No lo sé, Carlos. Solo sé que... lo necesito. Necesito que me vea, que note que existo, que sonría cuando me ve, que... —su voz se quebró un poco— que me quiera.

Carlos sintió una punzada de compasión en su pecho. Lando no estaba simplemente atraído por Checo; estaba enamorado de él, y lo peor de todo era que probablemente no se daba cuenta de lo profundo que eran esos sentimientos. Carlos sabía que Lando estaba entrando en un terreno peligroso, uno en el que podría salir muy herido.

—Lando... —comenzó Carlos, con cuidado— ¿Estas seguro? Checo... el no, el no tiene interés en estar con nadie.- Y Sainz sabía perfectamente bien por qué, Checo ya tenía a alguien, después de todo él había sido su testigo en la boda clandestina. Lando lo miró, sus ojos brillando con una mezcla de determinación y desesperación.

—No me importa —respondió con firmeza,— Voy a conseguir su atención, Carlos. Voy a hacer que me mire.- Carlos sintió un escalofrío recorrer su espalda. Podía ver que Lando estaba decidido, que no iba a dejarse convencer de lo contrario, pero también sabía que este camino solo podía llevar a un final doloroso. Sin embargo, no era su lugar detenerlo, pero si tendría que advertirle a Checo.

—Solo te pido que tengas cuidado, Lando. No quiero verte salir herido de esto —dijo finalmente, resignado a que no podría cambiar la decisión de Lando.

- No te preocupes por mi Carlos,- Lando asintió, pero su mente ya estaba en otro lugar, en la próxima carrera, en la próxima oportunidad de estar cerca de Checo, de encontrar una forma de ganarse su atención, su afecto, su amor. No importaba lo que Carlos dijera, porque Lando estaba dispuesto a hacer cualquier cosa para conseguir lo que su corazón anhelaba, aunque ese deseo significara ver al mundo arder.

Deja Que Los Perros LadrenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora