𝘾𝘼𝙋𝙄𝙏𝙐𝙇𝙊 6

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Querido Cupido

"Sanando un corazón afligido"


[...]



Juzgar.

Entré a mi casa con una sensación difícil de describir. Ese zorro podía estar en cualquier lado, así que no me preocupaba, pero por alguna razón mi instinto me decía que debía estar alerta.

Un sentimiento extraño si lo piensas. 

No le di mucha importancia; solía tener presentimientos equivocados también. Abracé a mi madre, quien también había llegado de trabajar. Ella había preparado la cena y aproveché para degustar la comida en su compañía.

Perla también se deleitaba con su cena favorita, mi madre se la había preparado con mucho cariño. Traté de conversar tranquilamente con mi madre, pero no podía dejar de pensar en ciertas cosas. 

Se suponía que todo estaba bien, pero esta sensación de alerta no salía de mi pecho.

Subí a mi habitación, como de costumbre. Pude observar que todo estaba en orden; limpio y en su lugar. Parece que el zorro se había esmerado en hacer bien su trabajo. 

"Hubiera puesto una cámara para ver su cara", pensé entre risas, arrepintiéndome de que no se me hubiera ocurrido antes. Lo único que llamó mi atención era una caja encima de mi mesa, estaba un poco maltratada.

Me acerqué con curiosidad y la levanté para ver qué había dentro; encontré una especie de masa de harina hecha bolita sin cocinar y, al lado, una bolsita amarrada. Abrí la bolsita con intriga y había un plato roto. 

"¿Qué es esto?". Por curiosidad, probé la masita que tenía dos ojitos de zanahoria y me di cuenta de que estaba simple, sin una pizca de sal. Era mera harina con agua y dos trozos de zanahoria, nada más.

"Me pregunto cuál de los dos traviesos hizo esto, ¡es terrible!", exclamé, mirando la escena con incredulidad. Perla, mi gata, se acercó a oler esa masa extraña en el suelo, y me sorprendió que le gustara, conociendo lo quisquillosa que es con la comida. 

Decidí ignorar el desastre por un momento y me puse a terminar algunos pendientes que tenía acumulados, pero no me demoré mucho. Mientras trabajaba, me detuve a reflexionar sobre las cosas que había vivido en la semana. Había dos criaturas que nadie más veía, solo yo. 

Uno era No. 10, una esfera sentimental que era un fiel compañero, solía ser silencioso y parecía comprenderte con facilidad, Y luego estaba Cupido, ese ser irritante que no dejaba de insistir en que me enamorara. 

Era como si siempre quisiera burlarse de mí. 

Su apariencia era peculiar, con alas blancas y una sonrisa traviesa, pero su personalidad era tan detestable que resultaba difícil soportarlo. Finalmente me dispuse a ponerme ropa cómoda para dormir, escuché unos toques suaves en mi ventana. Me acerqué con cautela, preguntándome qué sorpresa me esperaba esta vez.

Pensé con irritación que, por casualidad, fuera ese zorro otra vez. 

Pero, de nuevo, era No. 10. Así que sonreí un poco.

"¿Qué haces aquí? ¿Estás bien?", mencioné al notar que estaba un poco agitado; parecía haber recorrido muchos lugares. 

"Sí... Solo que no lo encuentro por ninguna parte, ¿no ha pasado por aquí?", preguntó con cautela. Miré su preocupación y sentí un poco de lástima. "No... que extraño", respondí y su rostro demostraba decepción. 

𝙌𝙪𝙚𝙧𝙞𝙙𝙤 𝘾𝙪𝙥𝙞𝙙𝙤 - Soshiro HoshinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora