Capítulo 14: Resultados.

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Un toque sutil en la puerta es suficiente para despertar a Ichigo. Todo se encuentra oscuro, aunque no tanto, por lo que debe ser entre las cinco y siete de la mañana... luego nota que no está en su habitación y que tiene a una ninfa en sus brazos.

De nuevo se escucha otro golpe sutil en la puerta y al segundo siguiente se aparece la doncella de Orihime en bata y chal, de seguro a ver qué pasaba, y pega un gritito de asombro al descubrir a los naranjas en la cama solo cubiertos por una sabana. La divorciada despierta en un brinco por la reacción de Ogawa, mirando por todas direcciones asustada, pensando por un segundo que ha entrado algún ladrón, sin embargo, solo ve a su atónica compañera de viaje y al heredero del ducado Kurosaki a su lado en la cama.

A su lado en la cama.

Desnudo.

Desnudo como ella.

Los colores van subiendo desde la punta de los dedos de los pies hasta la cabeza a medida que va recordando lo que hizo con Ichigo. Lo besó. Lo tocó. Él la beso y la tocó. Ellos hicieron… ellos tuvieron relaciones… más de una vez.

Otra vez se escucha un golpe en la puerta y Orihime se cubre hasta las orejas. ¡Oh dioses! ¡Su reputación! (la poca que le queda).

—Tranquila Orihime. — ¿Cómo es posible que Ichigo mantenga la calma? Claro, de seguro no es la primera vez que se ha metido en una situación así. — Es Richiro.

—¿Y eso debe ser bueno? — Baja la sabana hasta la barbilla.

—Es un hombre discreto, no ha revelado ni un secreto familiar en sus años de servicio… y sacado a varios de nosotros en algún apuro. — Ve a Ogawa, quien miraba el suelo porque él estaba demasiado… expuesto. — Dile que salgo en diez minutos.

Apenada Ogawa le echa una mirada a su señorita y ésta, roja de vergüenza, asiente y debe usar mucha fuerza de voluntad en pedirle que regrese luego a su habitación sin sonar como una niña. ¡Qué vergüenza! Es bastante ridículo considerando que es una mujer ya adulta pero no es lo mismo estar en la cama con un marido que un amante. ¿Son amantes? ¿Fue solo sexo?

Te amo.

Acepta una vida conmigo.

Se vuelva a sonrojar.

Da otro brinco, Ichigo de la nada se había puesto en su campo de visión; de rodillas en la cama, rodeándole las piernas, y con las manos tocándole las mejillas queda tan expuesto que ella puede verlo otra vez a cada detalle: músculos y… el pene. ¿De verdad ella ha podido aguantar ese tamaño en su vagina? Sí. Muchas veces. Se sonroja más.

—I…

—Cada palabra que dije no fue mentira. — La besa, tomándola desprevenida. — Cada beso no fue mentira… tampoco mis manos recorriéndote… — Dichas partes del cuerpo bajan desde los hombros hasta la espalda baja. — Te dejare pensarlo, te dejare mi anillo, aunque no lo lleves, solo te pido que no olvides nada de lo que te confese ni de lo que hicimos esta noche.

Sus palabras aparte de conmoverla le hacen ruido y tarda en darse cuenta por qué: llegaron a la parada de Ichigo.

La DivorciadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora